Un crucero de misiles Varyag y el destructor Vicealmirante Kulakov en el Mar Mediterráneo.
APMoscú y Damasco firmaron el pasado 20 de enero un acuerdo sobre la modernización del punto de apoyo material y técnico en la ciudad siria de Tartús.
El acuerdo tendrá una duración de 49 años con la posibilidad de renovarse automáticamente durante periodos de 25 años si ninguna de las partes notifica con al menos un año de antelación su deseo de anular la validez del contrato.
Tartús comenzó a funcionar como “base” en 1977 y es el único punto controlado por la Armada rusa en el mar Mediterráneo.
Hasta hace poco, la infraestructura de Tartús era solo un pontón flotante que servía como base para reparación de buques. Según las condiciones del nuevo acuerdo, Rusia podrá construir desde cero en su lugar una base en toda regla que podrá albergar hasta 11 buques.
“Estamos comenzando la construcción de nueva infraestructura militar: un muelle, un pabellón para el personal, un cuartel general, almacenes con municiones, etc. Tartús se convertirá en una base naval dirigida por un vicealmirante de la armada”, declara a RBTH el coronel retirado y observador militar del periódico Gazeta.ru, Mijaíl Jodoriónok.
Según señala el experto, la construcción de la base durará, según los cálculos más optimistas, dos o tres años.
Además, la cantidad de soldados se determinará según la cantidad de buques destinados en Tartús: los expertos coinciden en que en la región no habrá 11 buques de forma permanente.“Actualmente no existen amenazas geopolíticas que obliguen a destinar una agrupación tan grande de la Armada en el Mediterráneo. Además, tampoco hay de dónde sacar tantos buques de golpe”, opina el profesor de la academia de ciencias militares Vadim Koziulin.
Según el experto, en Tartús prestarán servicio de forma permanente unos cinco barcos y otras embarcaciones pasarán por la base durante sus expediciones en el extranjero.
“En esta base se ubicarán los miembros de la flotilla encabezada por el Almirante Kuznetsov. Lo más seguro es que se trate de los buques de la Flota del Mar Negro y del Norte: grandes lanchas de desembarco, buques de guardia y antisubmarinos”, añade el experto.
Según el analista, el crucero nuclear Piotr Veliki y el portaviones Almirante Kuznetsov solo podrán permanecer en un antepuerto cerca de la base: estos buques requieren infraestructura adicional que actualmente no es necesario construir.
“Tartús es uno de los pilares de la influencia rusa en Oriente Próximo. Nadie sabe cómo seguirán desarrollándose los acontecimientos en Oriente Próximo y en el resto del mundo, incluida Rusia. No solo necesitamos tener presencia en el Mar Negro, una zona que podrían cubrir las fuerzas de la OTAN en cualquier momento, sino también en el Mediterráneo”, declara a RBTH el profesor del departamento de politología de la Universidad Financiera Guevorg Mirzayán.
Según Mirzayán, para Siria Rusia es un garante de la seguridad: el conflicto actual no será la última vez que los vecinos de Damasco enseñen los dientes.
“Nos consideran necesarios para neutralizar a Irán. Después de la guerra civil en Siria, Teherán obtendrá nuevos focos de presión sobre la situación política interna en el país. Por eso, Damasco está interesada en que haya la máxima presencia rusa posible en la región”, añade el experto.
Mirzayán opina que Rusia ha conseguido el permiso para construir su base naval en Tartús como pago por su participación en la guerra contra el Estado Islámico.
“Para Bashar al Asad se trata de una inversión de futuro a largo plazo y de una posibilidad de ganar un aliado fuerte durante muchos años”, señala el experto.
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