“Por supuesto, espero con impaciencia que me den el alta para volver de inmediato al servicio. Pediré al mando que me dejen en la base aérea; tengo que devolver el ‘favor’ por el comandante”, son las palabras del piloto citadas por el canal de televisión Rossiya 1. El piloto explicó que los cazas turcos F-16 no transmitieron a la tripulación del bombardero ruso ninguna señal para que abandonasen el espacio aéreo de Turquía.
“Ni por radio, ni de forma visual. No hubo ningún contacto. Por eso entramos en rumbo de combate en modo estándar. Hay que entender cuál es la diferencia de velocidad entre un bombardero y un caza F-16.
Si hubiesen querido advertirnos, podrían haberse mostrado, poniéndose en rumbo paralelo al nuestro. Pero no hubo nada de eso. Además, el misil alcanzó nuestra cola de repente. Ni siquiera lo detectamos visualmente, con lo que no nos dio tiempo a hacer una maniobra evasiva”, explicó a los periodistas.
Tras el suceso Vladímir Putin firmó un decreto con el que se otorga al capitán Murajtin la Orden del Valor. La misma condecoración, de forma póstuma, fue concedida al infante de marina Alexander Pozynich, quien participaba en la operación de rescate y murió durante el ataque realizado por grupos armados contra el helicóptero Mi-8 en el que se encontraba.
El piloto del Su-24, Oleg Peshkov, quien murió al ser derribado el bombardero, recibió de forma póstuma la condecoración de Héroe de Rusia. Los grupos armados dispararon contra él cuando descendía en paracaídas.
Según el analista militar Vladislav Shurygin, con experiencia en diversos conflictos armados, la Fuerza Aérea turca llevaba varios días tratando de interceptar y destruir aviones de combate rusos.
“En cuanto nuestros aviones despegaban, los turcos hacían lo mismo, y cuando nuestros cazabombarderos llegaban a la zona de los combates, en el aire había constantemente entre cuatro y seis F-16 turcos. Varias veces, el mando turco hizo volar hacia posiciones de ataque a un par de aviones próximos a la frontera, pero luego los hizo volver, justificando estas maniobras como ‘escolta de aviones extranjeros’”, escribió en su blog de Livejournal. Según explica, el día del incidente, los cazas turcos iniciaron las operaciones de intercepción del Su-24 antes de que éste se aproximase al espacio aéreo turco.
“El misil se disparó prácticamente sobre la frontera entre Turquía y Siria, tras lo cual el F-16 turco se adentró como mínimo cuatro kilómetros en el espacio aéreo sirio”, señaló Shurygin.
Según explicó el capitán Murajtin, tras llegar a tierra se ocultó de los grupos armados en un bosque, cambiando constantemente de sitio y utilizando el camuflaje, por lo cual sus perseguidores no pudieron encontrarlo.
“Resulta significativo observar que, casi de inmediato, desde el pueblo más cercano se desplazó una columna de combatientes hasta el lugar en el que se ocultaba el piloto y se inició un intercambio activo de mensajes de radio, lo que indica que el operativo turco de intercepción transmitió inmediatamente a los combatientes la información sobre la ubicación del piloto”, tal es la conclusión a la que llega Shurygin en su publicación.
La historia de Murajtin es similar a la que ocurrió con otro copiloto de Su-24, Serguéi Smyslov, cuyo avión fue derribado en 1999 sobre la ciudad chechena de Urús-Martán al ser alcanzado por una batería antiaérea transportable. El comandante resultó muerto y el propio Smyslov pasó más de 20 días intentando llegar a las posiciones de las tropas rusas.
“Lo primero que vi al llegar a tierra fueron los restos del avión. En cuanto me desabroché el paracaídas, oí que se acercaba un vehículo. Afortunadamente, no me detectaron. Comencé a abrirme paso a través de Chechenia y Daguestán. No comí nada en 20 días, y evitaba los lugares poblados para no exponerme”, recuerda el piloto.
Finalmente, Smyslov se aventuró a buscar algo de alimento en las afueras de un pueblo checheno. Allí fue capturado por miembros de grupos extremistas. Al cabo de varios días, Smyslov fue rescatado por agentes de las Fuerzas Especiales del Ministerio de Defensa y del Servicio Federal de Seguridad.
Entre los pilotos que alguna vez fueron derribados también se encuentra el ex vicepresidente ruso Alexander Rutskói. Durante las operaciones militares en Afganistán, Rutskói era piloto de la Fuerza Aérea de la URSS. En agosto de 1988, su avión Su-25 fue derribado por un caza F-16 de Pakistán. Rutskói pudo eyectarse y durante cinco días huyó de los muyahidines afganos que lo perseguían, quienes finalmente lo capturaron. Tras esto, lo intercambiaron por un espía pakistaní capturado por la URSS.
El mando de la operación de las Fuerzas Armadas rusas en Siria informó ayer de que, a partir de ahora, todos los bombarderos realizarán sus vuelos escoltados por cazas. Además, se enviarán a las tropas rusas sistemas de misiles antiaéreos S-400.
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Artículo publicado originalmente en ruso en Gazeta.ru.
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