Las relaciones ruso-turcas tras el asesinato del embajador

El asesinato del embajador ruso será contraproducente.

El asesinato del embajador ruso será contraproducente.

EPA
Las consecuencias del brutal asesinato de Andréi Kárlov, embajador ruso en Ankara, podrían desarrollarse de tres modos distintos y en tres posibles dimensiones, como mínimo.

El acto terrorista revela la desesperación de las agrupaciones islamistas, que se están quedando sin financiación, municiones e incluso fervor por la yihad, y se están dando cuenta de que el curso de los eventos en la región más turbulenta se ha vuelto decisivamente contra ellos.

No habrá daños a las relaciones Ankara-Moscú

En primer lugar, y lo más importante, Moscú ha declarado su determinación de llevar ante la justicia a los responsables del asesinato. A última hora del día de los hechos, el presidente Putin citó a consulta no solo a su ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, sino también a los directores de los servicios de seguridad e inteligencia.

Además de contar con el apoyo diplomático (Moscú anunció que buscaría ayuda en las Naciones Unidas), podría alcanzarse un nuevo nivel de coordinación para el caso entre las agencias de seguridad de Rusia y Turquía, algo que sería ya de por sí un gran avance.

Los medios de comunicación se han hecho eco de un comentario de Fatih Öke, agregado de prensa de la embajada turca en Washington, publicado en Twitter: “La bala al embajador Kárlov no solo lo apuntaba a él. Apunta también a las relaciones entre Turquía y Rusia”. Esta es otra prueba de que existe un profundo entendimiento a varios niveles de interacción entre los dos países y de que muchas terceras partes tienen un interés en alejar a Ankara de Moscú. No sucederá esta vez. El incidente no dañará las relaciones bilaterales.

Las balas afianzan a Erdogan en el poder

En segundo lugar, el acto terrorista tendrá repercusiones en la política interior de Turquía. La información publicada por el canal de noticias HaberTurk de que Mevlüt Mert Altintas, de 22 años, formaba parte supuestamente de la organización terrorista del clérigo musulmán Fethullah Gülen, está todavía por confirmar.

Si esto se demuestra, y el asesino estaba directamente relacionado con el clérigo residente en EE UU, antiguo aliado convertido en oponente del presidente Recep Tayyip Erdogan, la “caza de brujas” iniciada tras el intento fallido de golpe de estado de este verano se reforzará. Además, Gülen pasará de ser un clérigo supuestamente “liberal” a cómplice de un asesinato en primer grado.

¿Se unirá Moscú a Ankara en sus reiteradas exigencias de extraditar al antiguo imán de EE UU? Y dado el cambio de gobierno esperado para el 20 de enero, ¿podría la Casa Blanca sacrificar a Gülen para mejorar sus relaciones con Turquía y con Rusia? Esta es una pregunta algo provocativa, ¿no es cierto?

La diplomacia triangular se dinamizará

En tercer lugar, el momento de los hechos es de vital importancia para la investigación. No parece una coincidencia. El tiroteo se producía pocos días antes de que el ministro de Asuntos Exteriores de Turquía, Mevlüt Çavuşoğlu, celebre un encuentro en Moscú con sus homólogos ruso e iraní, Serguéi Lavrov y Mohammad Javad Zarif.

La agenda para estas negociaciones incluía las nuevas realidades en el campo de batalla tras la liberación de Alepo por parte de las fuerzas de Bashar al Asad.

Moscú parecía albergar esperanzas en estas deliberaciones a pesar de que el ministro de Exteriores de Turquía había reducido las expectativas diciendo: “No será una reunión milagrosa, pero al menos dará a todas las partes la oportunidad de escucharse unas a otras”.

Por el contrario, Serguéi Lavrov parecía más animado: “Espero hablar en detalle y concretar varios términos con las fuerzas que pueden conseguir una verdadera mejora de la situación en el terreno, mientras nuestros socios occidentales están ocupados con su retórica y su propaganda en lugar de influir a quienes les escuchan”.

La iniciativa de Moscú de reunir a los países de la región para facilitar la resolución de la guerra civil en Siria y eliminar la amenaza del Estado Islámico de una vez para siempre continúa inalterable. Las apuestas son altas.

El resultado final de esta larga tragedia humana en Siria, que es el inevitable y desagradable compañero de cualquier guerra civil, tiene un impacto directo en la credibilidad de la postura de Rusia en la situación geopolítica regional y en la eficiencia de su diplomacia.

Las cobardes balas disparadas por la espalda que mataron al embajador ruso tendrán necesariamente un impacto en la cooperación triangular emergente, todavía débil, entre Rusia, Turquía e Irán.

En contra de las expectativas de quienes han orquestado el asesinato, en lugar de provocar el descarrilamiento de esta aproximación entre los tres poderes regionales, el incidente los estimulará todavía más.

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