¿Por qué los demócratas apuntan a Rusia para resolver sus problemas?
IorshEl Partido Demócrta ha encontrado un nuevo eslogan para su campaña electoral: "Trump es un agente de Vladímir Putin". Sin embargo, por ahora este mensaje solo ha hecho que el candidato republicano y excéntrico multimillonario se ponga por delante de Hillary Clinton en las encuestas.
Bajo la lógica de que "cualquier método es bueno para conseguir la victoria, sin que su hedor importe", los dirigentes del Partido Demócrata decidieron convertir una afrenta interna en una ventaja electoral.
El escándalo provocado por la filtración de WikiLeaks sobre los correos electrónicos de la dirección del Partido Demócrata, ocurrida en la víspera de la convención para la elección oficial de la candidata presidencial, mostró (aunque ya había dudas sobre ello) que el aparato del Partido interrumpió por todos los medios posibles la celebración de unas primarias limpias, y que trabajó contra Bernie Sanders y en apoyo de Hillary Clinton. La presidenta del Comité, Debbie Wasserman Schultz, tuvo que renunciar a su puesto inmediatamente.
Y ahora, al igual que algunos patriotas rusos que siempre culpan al omnipresente Departamento de Estado, los demócratas estadounidenses ven en en el hackeo de la comunicación del Partido la huella de Putin. Concretamente un grupo de hackers rusos que trabaja para el FSB o para el GRU, el servicio de inteligencia militar. Esta tesis está siendo analizada por el FBI y por miembros del aparato de Barack Obama. Los periodistas afines a John Kerry lanzaron sus acusadoras preguntas al ministro ruso Serguéi Lavrov durante el encuentro que ambos mantuvieron en Laos. El diplomático ruso lo rechazó y dijo que "no quería usar la famosa palabra de cuatro letras en inglés.
Al mismo tiempo, el propio presidente Obama estuvo a un paso de pronunciarse oficialmente contra Moscú. "Es posible", declaró el presidente estadounidense cuando le preguntaron si era posible que los rusos influyesen en las elecciones de EE UU para que inclinasen a los electores hacia el candidato republicano. "Donald Trump ha expresado su admiración por Vladímir Putin y creo que Rusia informa positivamente sobre la campaña de Trump”, añadió.
Resulta que una de las cuestiones básicas de la campaña electoral de EE UU, a juzgar por el camino que ha tomado, va a ser que el presidente elegido no sea del agrado de Vladímir Putin. Como si EE UU no tuviera problemas más importantes.
Incluso Edward Snowden no pudo quedarse callado desde su exilio en Rusia. Recordó que la Agencia de Seguridad Nacional y la CIA cuentan con el programa XKeyscore, lanzado en 2013, con el cual se puede determinar exactamente el lugar de procedencia del ataque de los hackers. En su momento, por ejemplo, eso fue lo que se hizo cuando hackers de Corea del Norte atacaron a la compañía Sony. Ahora, la Administración estadounidense se limita a hacer alusiones o dirige sus acusaciones contra compañías especializadas en el ámbito de la ciberseguridad.
En cualquier caso, el uso de este tipo de extrañas armas- que son sus propios trapos sucios- contra Trump puede tener consecuencias imprevisibles para los demócratas.
En primer lugar, los analistas políticos saben que una campaña excesivamente negativa puede tener el efecto contrario: el oponente demonizado comenzará a ganar puntos tarde o temprano. No se puede mancillar a una persona de manera tan descarada. Y justo ahora es el primer momento en el que Trump supera a Clinton en las encuestas por un 3-5%.
En segundo lugar, el ideólogo de la derecha republicana Pat Buchanan respondió de manera mordaz a la pregunta sobre la culpabilidad de los demócratas: EE UU "desde el principio" se inmiscuye en los asuntos políticos de otros estados, incluso en la época de la Guerra Fría, y para ello utiliza ONG de todo tipo (lo cual ha provocado la reacción de limitar sus actividades en Rusia, China y, hace no mucho, en Israel), así como otros métodos de escucha y de vigilancia en internet.
Además, añade Buchanan, que si los rusos realmente han hackeado los mensajes de los demócratas, deberían presentarse al premio Pulitzer por sacar a la luz los sucios métodos de manipulación que socavan unas elecciones limpias.
Esto es lo que en un principio ocurrió en los años 70, cuando The New York Times publicó documentos secretos de Kennedy y Johnson sobre la preparación de la guerra de Vietnam que sacaron a la luz métodos muy sucios. Por la publicación de estos "papeles del Pentágono" el periódico recibió el premio Pulitzer en 1971. Por qué ahora no premiamos a Putin, dice maliciosamente Buchanan.
Hay algo con lo que estoy de acuerdo. Todo lo publicado por WikiLeaks, los casi 20.000 mensajes de los miembros del Partido Demócrata, muestran que Hillary Clinton no ganó las primarias de manera limpia. Y Trump no tiene absolutamente nada que ver con ello. Ni tampoco Putin.
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