Atentado en Niza: muestra de la impotencia de los servicios de inteligencia

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Francia ha sufrido un nuevo y terrible ataque terrorista. En esta ocasión el arma del asesino fue un camión que se lanzó contra la multitud en plena celebración del Día de la toma de la Bastilla en Niza. El simbolismo es doble: la fiesta nacional de los franceses y el lugar de vacaciones más distinguido del país, la pura imagen del relax y la plenitud.

El pasado mes de marzo, tras las explosiones en Bruselas, el presidente de Francia, François Hollande, declaró que el país se encontraba en guerra.

La reacción de los europeos a unos ataques cada vez más perfeccionados es totalmente contrapuesta: no permitiremos a esos criminales que nos obliguen a rechazar nuestros valores y nuestra forma de vida. La frecuencia de estos sucesos y la impotencia de los servicios especiales demuestran que si no se replantean los fundamentos de las instalaciones públicas no se conseguirá cambiar esta horrible tendencia.

Atentado en Niza. Vídeo completo (18+)

La “israelización” de la vida, es decir, la subordinación de todo el orden social a las tareas destinadas a garantizar la seguridad, resulta inevitable, aunque primero es necesario encontrar una justificación para el cambio. Esto fue más sencillo para Israel, en cierto modo porque la historia del Estado hebreo es una historia de guerras contra sus vecinos, de manera que varias generaciones de ciudadanos prácticamente han nacido con la idea de que la seguridad es lo primero. La Europa moderna nació y se desarrolló sobre unos principios totalmente opuestos.

En el contexto de lo sucedido en Niza, parecen absurdas las autoalabanzas que sonaron hace unos días durante la cumbre de la OTAN en Varsovia. Con un esfuerzo titánico la Alianza protegía a los países del Báltico y a Polonia contra la "amenaza rusa" enviando al este de Europa cuatro batallones en régimen rotativo. La alegría por la determinación demostrada resultaba en sí algo sorprendente, ya que las garantías de seguridad para los miembros de la Alianza ya deberían darse por hechas sin ninguna ceremonia especial. Pero tras lo sucedido ayer, las decisiones tomadas parecen más bien un intento de encontrar una solución poniendo el foco en un lugar totalmente equivocado.

Lo más chocante para los europeos es que la mayor amenaza de todas procede de dentro de su territorio. Casi todos los atentados terroristas más graves de las décadas del 2000 y 2010 han sido obra de ciudadanos del país atacado. Las consecuencias políticas son evidentes: continúa el crecimiento de la influencia de los partidos de la derecha radical. Es comprensible que los miedos relacionados con el terrorismo y la inmigración fueran una de las causas decisivas del resultado completamente inesperado del referéndum británico. La serie de elecciones en los países más importantes durante el próximo año y medio traerá nuevas sorpresas: las elecciones presidenciales en EE UU en noviembre y en Francia la próxima primavera, las elecciones parlamentarias en Holanda y Alemania en 2017 y en Italia a principios de 2018. En todos estos casos, con excepción de Alemania, existe una alta probabilidad de que las fuerzas más populistas no solo se refuercen sino que incluso lleguen al poder.

Si el concepto principal es la “seguridad”, la delegación de autonomía en organismos supranacionales abstractos encontrará una creciente oposición entre los habitantes de todos los países.

En situaciones de fuerza mayor, los ciudadanos quieren saber quién es el responsable de su tranquilidad. La actual incapacidad para protegerlos de la amenaza terrorista es análoga a la falta de preparación a la hora de defender la libertad y la independencia de los países contra el invasor externo hace 200 años. La lucha contra el terrorismo deja de ser algo relacionado con circunstancias externas.

Pase lo que pase en Oriente Próximo, incluso si se logra destruir el “califato”, todo ello tendrá muy poca influencia en el comportamiento de los partidarios del islamismo radical que viven en Europa, EE UU y en otros lugares. La guerra contra el terror se vuelve un asunto exclusivamente interno, al menos en el Viejo Continente. Nadie ha declarado la guerra civil, aunque esta estallará por sí misma. Y a juzgar por los hechos, ya ha comenzado.

El texto originalmente publicado en ruso en Gazeta.ru

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