Retos y oportunidades de la economía rusa

Alekséi Iorsh
¿Qué le sucederá a la economía rusa en los próximos años? Con unos precios del petróleo tan bajos como lo están actualmente, se necesitan reformas para reducir la dependencia de la exportación de materias primas. Hasta el momento, las reservas acumuladas sirven para mantener la estabilidad social.

Las bases del sistema social en Rusia siguen funcionando y nadie puede decir que haya hambre o escasez de alimentos en el país. Además, la producción doméstica está creciendo, gracias a las sanciones y a la devaluación del rublo.

A principios de 2014, el país había acumulado una importante reserva de divisas, por lo que, en la actualidad, la economía rusa no está amenazada de quiebra. Por otra parte, algo del equipamiento ha sido renovado; su edad media en la economía es de algo más de 11 años.

Además, ha aumentado el flujo de materias primas hacia el exterior. Sin embargo, la renta per cápita en Rusia alcanzaba los 12.900 dólares en 2014, pero se espera que decrezca hasta 8.200 (a los niveles de China) en 2015. El país está experimentando un descenso en la producción industrial y se espera que la bajada del PIB en 2015 sea del 5-8 %, no del 15-10 %.

En el centro del país, esto es, Moscú, el PIB regional per cápita será de más de 20.000 dólares en 2015.

Este es el nivel de cualquier país desarrollado y el motivo de que no se esperen grandes protestas en un futuro cercano. La fuerza que la economía rusa ha acumulado durará otro año y medio o dos años.

Sin embargo, si el precio del barril de Brent descendiera hasta un nivel permanente de 30-35 dólares, y el dolar EE UU se fortaleciese hasta igualarse con el euro, haciendo que cayese en picado el precio de las materias primas que Rusia exporta, el periodo de estabilidad podría acortarse.

Además, cuanto más avance el tiempo, más impacto irá teniendo la política de la UE para reducir el papel de Rusia en el mercado de materias primas. Como resultado, pueden empezar a caer sensiblemente las exportaciones a Occidente. Por lo que respecta a las exportaciones hacia Oriente, se necesitan inversiones multimillonarias para terminar de construir las infraestructuras y proveer a China de materias primas.

En el futuro, Rusia puede enfrentarse a una escasez de tecnología y equipamiento, ya que la dependencia en materia de ingeniería mecánica y equipamiento electrónico llega al 80-90 %. En un mes, toda Rusia produce entre 180 y 250 herramientas mecánicas, lo que es docenas de veces menos de las que quedan fuera de servicio en el mismo periodo.

Como resultado de las sanciones, las importaciones de productos mecánicos de la UE han caído abruptamente en casi un 50 % y las de equipamiento mecánico en un 43 %.

Al mismo tiempo, Rusia conserva gravámenes fiscales tan elevados como los de Europa occidental, mientras que las tasas de inflación e interés son de dos cifras, y la tasa de inversión es de menos de un 20 % del PIB. En comparación, esta cifra en China es de un 46 %.

¿Se ha ofrecido una respuesta a estos bruscos cambios?

No lo parece. El hecho de que el barco no vaya a pique y mantenga cierta estabilidad crea una falsa confianza en que todo está en orden, y que solo se debería intervenir “excepcionalmente”, porque “las cosas funcionan”.

Existen tres posibles opciones de futuro. La primera es el estancamiento, la reducción de oportunidades, con una economía anticuada y semicerrada, con grandes ambiciones y una concentración cada vez mayor de fuerzas y medios en la industria militar.

La segunda es la huida hacia una economía cerrada, la movilización y la ideología de la “torre de marfil”, similar a lo que se denomina modelo de producción marxista o asiático.

La tercera opción, un nuevo comienzo o “Rusia 3.0”, es un intento de que Rusia lleve a cabo su propio “milagro económico”, de hacer todos los esfuerzos para liberar la energía de los negocios y la clase media, hacer lo posible para que el centro de la política económica sea tanto la calidad de vida en Rusia como el crecimiento de la economía familiar generación tras generación.

Solo la tercera posibilidad haría que la situación cambiase radicalmente y abre la posibilidad de que se suavicen y de que (en el futuro) se resuelvan los conflictos geopolíticos, creando así en Rusia ese tipo de energía que “absorbe” todos los riesgos y deja que el capital humano y económico se quede en el país, estabilizando además el espacio geopolítico europeo.

Tanto la primera como la segunda opción harían que la estabilidad económica y social se volviese más frágil con el pasar de los años.

Sin embargo, los riesgos de crisis en Rusia son los mismos que en el resto del mundo. Se trata de una potencia mundial con armas nucleares estratégicas, lo que requiere control y estabilidad interna en el país.

Por tanto, lo que nos espera es una búsqueda, y la necesidad urgente de terminar lo que se empezó en los 90: la construcción de una economía de mercado abierta y social, que se integre en el grupo de países desarrollados y no se base únicamente en las materias primas.

Yakov Mirkin es jefe del Departamento de Mercados Internacionales de Capital del Instituto de Economía Global y Relaciones Internacionales.

 

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