EE UU endurece su postura con Rusia en la Cumbre de Seguridad de Múnich

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, con el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, durante la Conferencia anual de Seguridad de Múnich, el 18 de febrero de 2017.

El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, con el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, durante la Conferencia anual de Seguridad de Múnich, el 18 de febrero de 2017.

Reuters
La Conferencia anual de Seguridad de Múnich (CSM) ha sido una doble decepción. Los principales representantes de Trump no han logrado asegurar a los europeos que EE UU les apoyará pase lo que pase y Rusia escuchó con desilusión los antiguos mantras de Obama sobre sus supuestas violaciones de la ley internacional.

Los estrategas del Kremlin podrían pasar muchas horas devanándose los sesos para descifrar los mensajes contradictorios enviados por Washington estos días.

Por un lado, el vicepresidente de EE UU, Mike Pence, dejó claro durante la CSM que la nueva Administración se opone a lo que él llamó “los esfuerzos de Rusia por redibujar las fronteras internacionales a la fuerza” sin explicar a qué se refería.

Probablemente, el antiguo tertuliano de radio y televisión - se dedicó a este tipo de trabajos desde 1994 hasta 1999- se refería al envío de soldados rusos para garantizar que ningún acto violento o subversivo interfiriera en el referéndum celebrado en 2014 en Crimea que resultó en la reunión familiar de la península con Rusia.

Por otro lado, en su exposición de determinadas líneas rojas en las relaciones entre los dos países, Pence, abogado y estricto defensor del Tea Party Movement, no descartaría un acercamiento general a Moscú.

“Estados Unidos seguirá exigiendo responsabilidades a Rusia, aunque estemos buscando un nuevo terreno común”, declaraba Pence.

Mike Pence durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, el 18 de febrero de 2017. Fuente: ReutersMike Pence durante la Conferencia de Seguridad de Múnich, el 18 de febrero de 2017. Fuente: Reuters

Anteriormente, el secretario de Defensa James Mattis hizo unas declaraciones poco conciliadoras al declara que EE UU debe establecer sus relaciones con Rusia desde una posición de poder. Estas declaraciones provocaron un desaire del ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Shoigú que puntualizó que un enfoque autoritario y duro de las negociaciones con Rusia es contraproducente.

Más tarde, durante una visita a la sede de la OTAN en Bruselas, Mattis apaciguó los miedos de sus aliados europeos declarando que no habría “camaradería” con Rusia, un país al que se sigue definiendo como la principal amenaza a la seguridad de EE UU.

“Actualmente no estamos en una posición adecuada para colaborar en el plano militar”, declaraba el general de la marina retirado.

Desconcertantes señales de humo

El secretario de Defensa declaraba esta severa postura, algo distinta de la retórica complaciente de Trump, solo unas horas después de que Putin ordenara a la Agencia Federal de Seguridad de Rusia que activara su cooperación con los servicios de inteligencia estadounidenses en la lucha conjunta contra el terrorismo.

“Restaurar el diálogo con los servicios especiales de EE UU y otros estados miembros de la OTAN forma parte de nuestros intereses mutuos”, declaraba Putin.

Todas estas declaraciones contrastantes coincidían con la primera reunión en casi tres años entre el general Joseph F. Dunford Jr, otro general de la marina y actual presidente del Estado Mayor Conjunto, y su homólogo ruso.

Todas estas señales de humo desconcertantes han dado lugar a distintas especulaciones: ¿es este equipo “variopinto” de Trump realmente un caos, como aseguran los medios partidarios de Clinton? ¿Es esto una prueba de los movimientos espontáneos llevados a cabo en la política exterior a modo de prueba? ¿O se trata, por el contrario, de una estrategia premeditada de la zanahoria y el palo para ablandar a Moscú?

En un discurso durante la CSM, el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, establecía las condiciones previas para mejorar las relaciones con EE UU y el “colectivo Occidental” en general. El Kremlin solo aceptará “unas relaciones pragmáticas, el respeto mutuo y la consciencia de nuestra responsabilidad respecto a la estabilidad global”.

En cualquier caso, la CSM ha dejado una inquietante sensación de déjà vu y ha alentado a las facciones más conservadoras del gobierno de Rusia, que se muestran tan escépticas respecto a Trump como los europeos.

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