Vladímir Putin, Ilham Alíev y Hasán Rouhaní durante el encuentro en Bakú.
Alekséi Nikolski / RIA NovostiAgosto fue un mes de gran actividad diplomática para Rusia en Oriente Próximo y la región del Caspio. El día 8 se reunieron en Bakú, la capital de Azerbaiyán, Putin y sus homólogos azerí e iraní, Ilham Alíev y Hasán Rouhaní, respectivamente.
Al día siguiente el mandatario ruso se reunió con el turco Erdogan, el primer encuentro tras una crisis de siete meses en las relaciones. Posteriormente, el día 10 Putin fue el turno del presidente armenio, Serzh Sargsián.
Por otro lado, durante la última semana la Flota del Caspio realizó unos ejercicios sorpresa. Y la comunidad internacional acogió con sorpresa el uso una base militar en Irán por parte de las Fuerzas Aéreas de Rusia, aunque la cooperación fue efímera a causa de una serie de malentendidos.
Hasta septiembre del año pasado Rusia tuvo una destacada actividad diplomática en Oriente Próximo y defendió un acercamiento de las partes y la búsqueda de una solución diplomática a la crisis siria.
La situación cambió a finales de septiembre del año pasado cuando comenzó la operación aérea contra el Estado Islámico a petición del presidente sirio Bashar al Asad.
"Rusia persigue varios objetivos. En primer lugar, preservar su propia presencia. En segundo lugar, la lucha contra el radicalismo islámico", explica Nikolái Kozhánov, especialista de Oriente Próximo en Chatham House.
La implicación de Moscú en la crisis siria fue la causa del empeoramiento de las relaciones ruso-turcas. El pasado 24 de noviembre el ejército turco derribó un Su-24 ruso en la frontera con Siria, y las relaciones entre ambos países pasaron por un periodo de tensión.
A finales de julio el presidente turco envió una carta de disculpas a Putin y un mes después, el 9 de agosto, ambos se reunieron en San Petersburgo. Debido a este encuentro surgieron muchas especulaciones acerca de una posible unión entre Rusia y Turquía, y también Irán, con quienes ha habido estrechos contactos últimamente estrechos contactos.
En cualquier caso los expertos no creen que tenga sentido hablar de una unión de estos tres países.
"No habrá ninguna alianza. La política rusa en la región es muy pragmática. Rusia quiere hablar con todos y también mantener buenas relaciones con todos. Al mismo tiempo, Turquía e Irán tienen sus propios objetivos en la región. En general Ankara utiliza a Rusia para sus propios intereses, ya que quiere demostrar a los países occidentales que puede reconciliarse con Moscú", señala Kozhánov.
El opinión del profesor de MGIMO, Ígor Istomin, los actores externos de la crisis siria maniobran constantemente y tratan de buscar una cooperación con la que obtener beneficios.
"Hay tres países que pretender liderar la región: Turquía, Irán y Arabia Saudí. En Moscú entienden esto perfectamente y por eso tratan de distanciarse y no crear una cooperación demasiado estrecha con ninguna de la partes. Rusia no quiere aliados en Oriente Próximo. Desea distanciarse algo de todos y, al mismo tiempo, alcanzar sus propios objetivos", señala el experto.
En relación al aumento de la actividad rusa en la región del Caspio, los expertos consultados explican que esta zona, al contrario que Oriente Próximo, nunca ha dejado de estar en la esfera de intereses especiales de Moscú.
“Rusia siempre ha dado mucha importancia a la región del Caspio”, afirma Fenenko, colaborador del Instituto RAS. “Sobre todo en los años 90, cuando Moscú creía que en la región había enormes reservas de hidrocarburos. Pero al final resultó que no los había. Aunque en términos de seguridad Rusia siempre ha sido activa en la región, así que no tiene sentido sentido decir que ha renovado su actividad últimamente”.
Los países occidentales siguen activamente las acciones de Rusia en estas regiones, sin embargo, los expertos no creen que tengan motivos para la preocupación.
“La implicación de Rusia no supone una amenaza para los países europeos. Quizá sí lo sea para EE UU, pero se trata de una amenaza vinculada a su estatus, a su reputación”, declara Istomin.
Según Kozhánov, Rusia es más peligrosa en la región si se le ignora. “Hay que hablar con Moscú; es necesario tener en cuenta sus intereses. No será un actor principal pero puede cooperar en muchas cuestiones. Occidente debe entender que los miedos a causa del aumento de la actividad de Rusia en la región pueden estar tanto justificado o no”
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