Vladímir Putin junto a su homólogo azerbaidzhano Ilham Alíyev. Fuente: Reuters
Azerbaiyán
Bakú ha demostrado desde hace tiempo su distancia con respecto a todos los proyectos de integración, limitándose a ser miembro de la poco cohesionada Comunidad de Estados Independientes (CEI) y del Consejo de Cooperación para los Estados Turcoparlantes (CCTS o Consejo Túrquico). Pero también es cierto que los únicos proyectos implementados por el segundo son de carácter eminentemente humanitario y no requieren grandes sacrificios. Sobre cómo se comportaría Azerbaiyán si la alianza empezase a poner sus engranajes económicos en acción, solo se pueden hacer suposiciones.
El desinterés de Bakú en las alianzas interestatales puede ser explicado por su completa falta de disposición a vivir en condiciones en las que deba tener en cuenta “intereses multilaterales”, ya que estos llevan a menudo a injerencias externas en la propia soberanía nacional.
El presidente Ilham Alíyev ha manifestado claramente que Azerbaiyán no está interesado en la integración en Europa y que el camino europeo no es el adecuado para su país. Al mismo tiempo, Bakú está preparado para establecer y afianzar relaciones bilaterales en condiciones de igualdad con casi cualquier país. Debido a los problemas con Armenia en relación a la situación en el Alto Karabaj, Azerbaiyán se ve forzado en ocasiones a actuar teniendo en cuenta a Rusia y a evitar cualquier 'movimiento brusco' en esa dirección.
Otros factores que limitan sus movimientos son el mercado ruso, en el que se venden tradicionalmente una gran parte de los productos agrícolas azeríes, y el gran número (por lo menos un millón) de trabajadores emigrantes azeríes en Rusia.
Estos factores pueden ser considerados los mecanismos de influencia de Moscú sobre Azerbaiyán. Los expertos se inclinan a pensar que el interés de Bakú en las alianzas internacionales es inversamente proporcional al volumen de energía que produce. Esto quiere decir que tan pronto como se note una disminución en la producción de las industrias de gas y petróleo, lo que según los pronósticos podría ocurrir sobre el 2020, esto se reflejaría consecuentemente en la autosuficiencia azerí, que podría empezar a interesarse por las uniones multilaterales.
Por supuesto, a Rusia le gustaría ver a Azerbaiyán en la Unión Aduanera pero no puede comprender que las presiones de cualquier tipo sobre Bakú solo consiguen empujarla a estrechar incluso más sus lazos con Ankara y que las acciones decididas solo alejan a Bakú como socio potencial.
Pero, en general, las relaciones bilaterales entre Rusia y Azerbayán pueden considerarse completamente amistosas y cercanas. A pesar de las predicciones, no se enfriaron ni siquiera por la negativa azerí a prolongar la cesión a Rusia de la estación de radar de Gabalá.
En resumen, la influencia de Moscú sobre Azerbaiyán puede describirse como limitada.
Armenia
No hay problemas entre Ereván y Moscú. Durante un breve periodo, el Gobierno armenio vaciló entre la UE y la Unión Aduanera, pero terminó por elegir la alianza pro rusa. Si a esto le añadimos el hecho de que el capital ruso permea casi toda la economía armenia, o por lo menos está presente de modo significativo en sus sectores más importantes, entonces podemos ver que Ereván depende de Moscú si no completamente, sí en un grado bastante alto.
Occidente siempre ha comprendido la aproximación multivectorial de Armenia a los asuntos internacionales y su inclinación hacia Rusia, dadas sus difíciles condiciones bajo el bloque turco-azerí. Pero después de que el Gobierno armenio apoyase incondicionalmente las acciones de Rusia en Ucrania, Occidente dejó claro que reconsideraría su relación con Ereván. Esto significa que el principal aliado de Rusia en el sur del Cáucaso podría enfrentarse a tiempos difíciles en términos de estabilidad interna.
Georgia
Aquí la situación es la opuesta que en Armenia, incluso sin tener en cuenta el hecho de que la capital rusa está representada de manera significativa. El principal problema de Moscú es la casi total ausencia de “cabezas de puente” pro rusas en las que confiar.
Tras la guerra del 2008 y reconocer la independencia de Abjasia y de Osetia del Sur, Rusia se quedó sin influencia efectiva sobre Tiflis. Por su parte, Rusia introdujo un embargo a los productos georgianos, que a pesar de la importancia del mercado eslavo no resulté en una pérdida fatal. Desde el último año se han dado paso para acercar las posturas. La derrota de Saakashvili en las elecciones parlamentarias de 2012 y su salida del poder en 2013 implicaron que la tensión entre ambos países se rebajara considerablemente.
Por su parte, desde hace tiempo, Tiflis se propone como candidata para la integración en Occidente, y este rumbo en política internacional no ha variado con el cambio de Gobierno. Sin embargo, se nota cierta decepción con Occidente entre la sociedad georgiana. Se ha observado una intensificación de las fuerzas prorrusas, con la creciente presencia de varias organizaciones benéficas y ONG. Sin embargo, no se puede decir que estas entidades estén modelando la opinión pública o que sean consideradas autoridades de ningún tipo o, por lo menos, no en esta fase.
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Georgia, como Moldavia, está planeando firmar un tratado de asociación con la UE. Vista la situación en Ucrania y la amarga experiencia de agosto de 2008, Tiflis todavía está calculando los riesgos asociados con Rusia. La principal amenaza, en opinión de los expertos locales, podría venir de Abjasia y Osetia del Sur, donde es posible que surjan provocaciones a largo plazo.
También llegan noticias preocupantes desde Javajeti, una región de mayoría armenia. Según informes desde el lado georgiano, el número de gente que ha obtenido o quiere obtener la nacionalidad rusa está creciendo. Esto no puede dejar de alarmar a Tiflis, que ya que tenido que lidiar más de una vez con altos niveles de sentimiento separatista en esta región.
Igualmente preocupa a las actuales autoridades georgianas el Gobierno anterior, que no oculta sus planes revanchistas y amenaza abiertamente con organizar un 'Maidán' en Tiflis.
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