'Matryohska', el cortometraje español sobre astronautas rusas

Entrevista al director Fran Kapilla.

Entrevista al director Fran Kapilla.

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Entrevistamos a Fran Kapilla, director de 'Matryohska', un cortometraje español que trae desde el espacio un mensaje de hermandad.

El realizador malagueño se lanzó hace meses a la quijotesca labor de llevar a la gran pantalla la emocionante historia de dos mujeres soviéticas en el espacio. Desde entonces, su cortometraje, ‘Matryoshka’ desata aplausos y recibe cumplidos por donde se proyecta. Rodada en ruso, ha contado con la asesoría de la comunidad científica española y hasta Roscosmos, la agencia espacial rusa, les ayudó a donándoles una escafandra auténtica. Quedamos con él para hacerle algunas preguntas sobre este original y atrevido proyecto.

— ¿Cómo surge la idea, siendo tú malagueño, de rodar ‘Matryoshka’?

— Yo quería una historia de supervivencia en un momento crítico; también quería salir de los tópicos vergonzosos que suele usar Hollywood, el de usar a la mujer como mero objeto voluptuoso y complemento hacia el héroe de turno. En mi idea original tenía planteado varios escenarios: un submarino o una nave espacial rusa, que fue el elegido. Desde el principio supimos que se iba a rodar en ruso, no sólo por ser históricamente acertado (por los pioneros de la astronáutica) sino porque me apetece abrirme más hacia el este que hacia el oeste, donde coincidimos con pensamientos artísticos y críticos.

— ¿De dónde el nombre?

— Es una pregunta muy buena, porque "Matryoshka" como todo el mundo sabe son las típicas muñequitas rusas que están una dentro de otra. Nuestro título es muy simbólico ya que la nave espacial se llama "Matryoshka", dentro tiene un módulo que se llama "Tryoshka", dentro hay cosmonautas, dentro del traje de cosmonauta hay mujeres... Es como pequeños universos uno dentro de otro porque lo que ocurre en esos espacios tan reducidos es lo más importante para ellas.

El trepidante cortometraje ‘Matryoshka’ cuenta la historia de dos cosmonautas que se conocen desde su juventud y que sufren un accidente en órbita. Como en la cinta norteamericana Apollo 13, deben solucionar los problemas que van surgiendo con sus conocimientos y su ingenio. Y es que su supervivencia puede depender del resultado de una ecuación.


— ¿Fran, te inspiraste en algún hecho real para escribir el guion?

— La Unión Soviética desarrolló un programa para enviar a mujeres al espacio. Valentina Tereskhova fue la primera y su viaje, aunque fue un éxito, no consiguió establecer una presencia permanente de la mujer en el espacio. Hubo que esperar a 1982 para que volase la segunda mujer cosmonauta, pero la situación siguió igual para las féminas. Entonces pensé una cosa: si desde el 62 hasta el 82 no se había enviado ninguna mujer al espacio, quizás sí se llevó a cabo algún programa que a partir del 82 tuviese intenciones de igualar viajes de hombres y mujeres. Por eso situé la historia en 1983, en un ficticio lanzamiento con las dos primeras cosmonautas soviéticas en la misma misión.

— ¿Cómo conseguiste la implicación de dos actrices rusas?

— Ya tenía pensado en contar con Maria Ivanova desde el principio, la conocí en un festival de cine en Madrid hace unos años. Tras ver su videobook pensé que era la actriz idónea. Conseguir a la segunda intérprete costó más trabajo y realizamos un minucioso casting. Yo tenía que estar seguro del perfil, y de la buena condición física de la actriz, porque el rodaje requería filmar efectos varios de ingravidez para los que se requerían posturas corporales agotadoras. Así entró Oksana Hrihorash en el rodaje.

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— El corto se ha proyectado en el pasado Festival de Cine Ruso de Alicante Volna. ¿Cómo reaccionó el público?

— Gustó muchísimo. El actor ruso Alexander Golobororko se levantó al final de la proyección y dijo en voz alta a la sala que se había emocionado mucho, que le había encantado. Luego, ante el público también, la actriz rusa Svetlana Galka dio la enhorabuena al equipo y preguntó a las actrices sobre su experiencia de rodar en esos trajes de cosmonautas y sobre el trabajo del rodaje español en idioma ruso.

— Has hecho una gran labor de documentación antes de rodar, imagino. Cuéntanos algo.

— Prácticamente me he puesto a estudiar otra vez. Tuve que aprender sobre la ingeniería espacial rusa de hace cuarenta años, dominar la palabrería técnica para que todo fuese realista. Me pasé un par de meses de documentándome de forma exhaustiva. Les tocó hacer lo mismo al diseñador de escenografía Ángel Madrid y a la directora de arte, Elise Tandè.

— ¿Qué fue lo más difícil a nivel técnico?

— Para los técnicos, ventilar continuamente el casco de cosmonauta. Es hermético, diseñado para almacenar un gran calor. Debido a esto, las actrices empezaban a sudar rápidamente y a quedarse sin aire. Inventamos un sistema de ventilación a través de los tubos originales, que funcionaban, sin embargo, se oía el tránsito del aire en los micrófonos. Tampoco nos servían de nada los micrófonos externos al casco porque su material dificulta escuchar a la actriz; así que recurrimos a la ardua tarea de quitarle el casco cada dos minutos, coger aire, desempañarlo, secarle el sudor y volver a colocarlo. Así durante todo el rodaje. Le habremos puesto y quitado el casco quinientas veces a cada actriz. Todo eso para obtener un sonido limpio.

El equipo de Kapilla fabricó el interior de la nave donde sucede la acción a escala real 1:1. Consta de tres módulos. El primer de ellos corresponde a la cápsula de navegación Soyuz y está altamente detallado, con paneles de mandos y pantallas. Los botones fueron construidos siguiendo el diseño del famoso “Panel Neptuno” que tienen estas famosas naves. Las pantallas muestran el programa de pilotaje, anclaje y regulación de niveles de manera real, en movimiento e interactividad entre ellas. Según me cuenta Kapilla, todo se construyó usando diagramas de la nave original. Tras el rodaje, ha sido donado al Museo Aeronáutico del Aeropuerto de Málaga.

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— ¿Piensas enviar tu cortometraje a algún festival de cine en Rusia?

— De momento a lo hemos enviado a San Petersburgo y Moscú.  Nos ayuda la cineasta Olga Poliektova, que vive en San Petersburgo y nos aconseja festivales; también nos asesora la actriz rusa Elena Tijonova.

— ¿Puede servir Matryoshka para ayudar al espectador a ser mejor persona además de para entretenerle?

— Sería fenomenal, es totalmente mi objetivo cuando desarrollo una historia. El mensaje en su conjunto es lo importante para mí; toda la acción, los efectos, los diálogos, el espacio, son elementos estéticos preciosos pero todos juntos forman algo más importante: el mensaje hacia el espectador. Un mensaje de igualdad de género, de igualdad de oportunidades, de hermandad y también, por qué no, de paz.

— ¿Volverás a rodar en ruso? ¿Cuáles son tus próximos proyectos?

— Por supuesto, de hecho estoy aprendiendo ruso; es un idioma que suena tan distante que lleva consigo algo exótico; para mí lo normal es rodar en español, pero sí que pretendo volver a rodar en ruso, por supuesto.

El cortometraje está protagonizado por María Ivanova, Oksana Hrihorash, Eduardo Duro, Pierre Vives, Laura Robles Becerra, Paula Tichkonova y Ángel Rubio  

La web del director: www.frankapilla.com

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