Nabokov y sus textos para mayores

Iván Oriola 
e Irina Kouberskaya, 
durante un ensayo
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Iván Oriola 
e Irina Kouberskaya, 
durante un ensayo
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Tribueñe.
Bajo el título 'La mirada de Eros', la directora de teatro Irina Kouberskaya estrena en su teatro madrileño una adaptación de un cuento del autor de 'Lolita'.

“He tomado el texto original y en ruso de Nabokov para hacer un monólogo y una fantasía erótica donde, a partir de la promesa de una diablesa, durante un día un hombre puede escoger su harén”, explica Irina Kouberskaya, que dirige la obra. Lo hace desde la primera fila de su teatro, Tribueñe, en el taurino barrio de Ventas, en Madrid, donde desde hace una década lleva levantando obras de los más grandes de la literatura rusa e hispana.

Su intención: mostrar cómo vuela la naturaleza del ser humano una vez se despoja de sus tabús y queda libre de complejos y en libertad.

“Mi personaje es un tipejo ligeramente amargado, sumido en su rutina diaria del trabajo, sin familia, sin amor ni cariño, un ser simple desde fuera. Lo que tiene de interesante y le salva es una fantasía interior que es desbordante. En esta obra se subraya el eros, pero el poder de la imaginación y el pensamiento vale para todos los aspectos de la vida hoy y hace un siglo”, apunta Iván Oriola, el actor que hasta el próximo 26 de diciembre pone en pie la obra.

Según él, para eso sirve el arte y espera que quienes se asomen a esta mirada erótica del autor ruso encuentren en la creatividad el pinchazo que da la capacidad de soñar para asomarse al mundo de otra manera. Oriola interpretará dos papeles: a Erwin, el joven soñador, y a la señora Otte, la diablesa que le invita a jugar.

En el escenario, sobrio, juegos de luces, proyecciones de imágenes de principios del siglo pasado —periodo en la que se sitúa el cuento— y objetos de época para que el intérprete juegue con los detalles que caracterizan al escritor ruso para contar el todo.

“Parece que Nabokov ha recogido todo aquello abandonado por nosotros como no necesario, los pensamientos, sensaciones y fantasías escondidos en los rincones del cerebro, y los ha amalgamado con su pluma evidenciando la elementalidad con la cual el hombre suele interpretar el misterio de su vida”, apunta Irina Kouberskaya.

Para representar la sociedad de la verdad, algo que Nabokov, el autor de Lolita, encontraba en la estética desnuda de hipocresías, la dramaturgia rusa, que para este texto ha echado mano de otros escritos del novelista, hace viajar a su actor por pequeños matices que le llevan a su padre, a su adolescencia y al sexo, claro.

Y en cuanto a este último, el protagonista deja ver el ridículo de la sociedad, la de hace un siglo y la actual, en su visión patriarcal del mismo. “Porque Erwin, que sería un ser pequeño y ridículo en cuanto al sexo, solo consigue el éxtasis cuando se hace amante de su imaginación, cuando rompe los parámetros de la posesión y vuela”, explican desde el teatro.

Para viajar al alma rusa y a la de la humanidad, propósito de la directora, durante la obra cuenta con la música del pianista ruso Serguéi Rajmánivov:  “Me siento muy bien acompañada. Al final somos tres rusos emigrantes en un mismo espacio en busca de la nostalgia. Y siento que Nabokov se convierte aquí en un músico y Rajmánivov hace las veces de un poeta que acompaña al texto”, señala la adaptadora, directora y productora de Tribueñe.

 

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