El 14 de julio de 1941 en la revista americana Time apareció una nota que decía “La tercera semana de la guerra: en búsqueda del segundo aliento”. El párrafo, dedicado a Minsk, todavía hoy día continúa sobrecogiendo...
“Los rusos dejaron perplejos a los nazis con su coraje fanático. Los reporteros alemanes describieron el frenético ataque de un tanque ruso durante una batalla en las calles de Minsk: se lanzó hacia adelante como un dinosaurio, contra viento y marea. Los proyectiles de los cañones antitanques alemanes acribillaron su torre, pero el monstruo pardo continuaba moviéndose, abriendo fuego en todas direcciones. Finalmente consiguieron prender fuego al tanque; la tripulación murió junto a la máquina de guerra”.
Este tanque apareció en la plaza de la Casa del Gobierno, en el mismo centro del Minsk tomado por los nazis, supuestamente el 28-30 de junio de 1941. Allí los asustados alemanes ya intentaron pararlo. Lo bombardearon, le lanzaron granadas… Inútilmente. Tras girar en la plaza, destruyendo y dispersando motocicletas y automóviles, el terrible tanque se dirigió hacia el oeste, por la calle principal de la ciudad.
Entonces se llamaba calle Soviética. Después de la guerra se la renombró con el nombre de Stalin, después con el de Lenin y después con el de Frantsisk Skorina. Y hoy es la avenida de la Independencia, por la cual andamos tranquilamente con mi hija. Muchos edificios de nuestro camino recuerdan el intrépido y último ataque del tanque 34.
El tanque pudo hacerse camino a través de la ciudad atemorizada por los nazis hasta la plaza Komorovsky. Aquí fue detenido e incendiado y la tripulación murió. El derrotado blindado permanecería en el lugar de su muerte hasta la lejana primavera de 1944. Según una leyenda local, los alemanes enterraron a los tanquistas muertos como héroes y los oficiales acompañaban a los jóvenes soldados reclutas hasta el tanque poniéndolo como ejemplo de los combatientes rusos.
La historia no ha conservado los nombres de la heroica tripulación pero sí muchas fotografías del tanque que durante tres años permaneció en la plaza Komarovsky como monumento a la hazaña bélica. A los oficiales y soldados de la Wehrmacht les gustaba fotografiarse con el fondo del tanque.
Medimos el camino que el T-34 recorrió hasta su inmortalidad. Por la calle Soviética hasta la plaza Komarovskiy que actualmente se llama Yakub Kolas.
3200 metros
Tres mil dos cientos.
74 años después recorremos estos metros sagrados. Los habitantes de Minsk están en los cafés, se ríen, se refugian de la lluvia que se acerca, se besan. Unos soldados que están bajo unos arcos se regodean con sus helados. Orejudos, con el pelo muy corto. Seguramente unos como ellos contemplaban nuestra magnífica ciudad a través de la mirilla de su tanque ardiendo pero que nunca se rindió….
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