En estos momentos se está llevando una investigación para dilucidar las causas de la catástrofe aérea en Egipto, de modo que hasta que esta no concluya cualquiera versión no es sino pura especulación.
En cualquier casi, ya ha habido intentos por decir que esta tragedia tiene una motivación política. El Estado Islámico sacó un comunicado a través de la agencia de noticias Aamaq en el que asumía responsabilidad por haber alcanzado el avión. Incluso hubo agencias occidentales que lo reprodujeron.
A pesar de que no haya habido una confirmación oficial y de que el ministro ruso de Transportes, Maxim Sokolov, declarase que no había un grupo terrorista implicado, hay numerosos interrogantes acerca de los posibles ataques terroristas contra Rusia así como de los objetivos ideológicos de los terroristas.
Hace un año, el grupo yihadista egipcio Ansar Beit al-Maqdis amenazó con llevar a cabo ataques a los extranjeros que estuvieran en el país árabe y en los últimos años la península del Sinaí se ha convertido en un lugar de enfrentamiento entre el Ejército egipcio y los yihadistas.
En este sentido, conviene recordar que ya antes hubo altisonantes declaraciones (sin confirmación posterior) que asumían la responsabilidad de ataques contra ciudadanos rusos. En el contexto de la implicación de Rusia en el conflicto sirio es útil analizarlos.
La declaración más impactante fue la que hizo Doku Umárov en agosto de 2009, cuando el entonces líder del grupo terrorista Emirato de Cáucaso dijo que había estado involucrado en el catastrófico accidente de la presa de Sayano-Shushensk (la mayor planta hidroeléctrica de Rusia situada en Siberia, en la frontera entre Jakasia y Krasnoyarsk). De esta manera, Umárov trataba de demostrar que tenía capacidad de actuación más allá del Cáucaso Norte.
La retórica del emir cambió según las circunstancias, y en febrero de 2012 declaró que no debían atacarse infraestructuras civiles, pero en julio de 2013, de cara a las Olimpiadas de Invierno en Sochi volvió a cambiar su "mandato". Un año después, su sucesor, Ali Abu-Muhammad (Aliaskhab) Kebekov, anunció que los ataques a objetivos no militares eran inaceptables para el Emirato del Cáucaso.
Al tratar de entender la lógica de estos grupos, hay que tener en cuenta dos cuestiones.
En primer lugar, la lógica terrorista no se basa en una lógica formal. El objetivo principal es causar miedo y este se multiplica con la confusión y nada mejor que tratar de imponer su propia opinión demostrando que son ellos los que están al cargo de los acontecimientos.
Pasa la ola de información pero quedan sus residuos. Debido a que nadie sabe cómo acabará el conflicto sirio y que la situación en otros países de Oriente Próximo es una incógnita (entre ellos Egipto y Libia) el Estado Islámico se ve obligado a tratar de demostrar sus capacidades.
Aunque tampoco es descartable que Abu Bakr al-Baghdadi haga "iniciativas pacíficas" como las que hizo Doku Umárov. Nadie debería sorprenderse por esto. Como parte de la guerra informativa, los radicales deben demostrar que hay un único centro de mando.
Pero la realidad no es así. Las organizaciones terroristas que luchan contra Estados normalmente se construyen como redes, aunque se autoproclamen Estados o emiratos. En este sentido, no debemos esperar que sus miembros obedezcan las órdenes de un "emir" o "califa". Cualquier célula puede mostrar su independencia y atacar sin que haya una coordinación con el centro.
Después de la "moratoria" de Umárov, en los últimos tres meses del 2012, los terroristas mataron a 22 civiles. Entre ellos el rector del Instituto de Agricultura, Borís Zherukov, y el periodista Kazbek Guekkiev.
En 2012, los seguidores de Umárov trataron de sacar partido del enfriamiento de las relaciones entre Rusia y Occidente (en el contexto del nuevo mandato de Puitn) y trataron de mostrarse como "luchadores de la libertad" en contra del "yugo imperial" de Rusia. Pero incluso con el empeoramiento de las relaciones a causa de a crisis ucraniana, los terroristas del Cáucaso no se consideraron como "amantes de la libertad" por parte de Occidente.
La segunda razón por la que el Estado Islámico asumió la responsabilidad de la caída del avión tiene que ver con las aspiraciones de los terroristas sobre el espacio informativo. Además de los ataques y de las explosiones, buscan aumentar su influencia en este frente, que no es una cuestión baladí.
Es difícil batir a un enemigo sin conocerlo. En la actual lucha contra el terrorismo, este conocimiento del enemigo es incluso más valioso que en los enfrentamientos convencionales entre países. Es por eso que los ataques contra los terroristas no deben ir simplemente contra su infraestructura.
Rusia debe entender que el Estado Islámico tratará de influir en la población del Cáucaso Norte y de sacar ventaja de los problemas a los que se enfrenta la región.
A pesar del progreso hecho por integrar a esta región en el resto del país (hay menos ataques terroristas y más gente que se alista al Ejército ruso), todavía hay una alta tasas de desempleo, cuestiones territoriales sin resolver y débiles instituciones seculares de gobierno (sobre todo tribunales). La falta de una educación islámica adecuada de los líderes religiosos es otro factor de desestabilización.
Si no se resuelven estas cuestiones será muy difícil contrarrestar las ideas radicales que apelan a la justicia social y a los problemas de los "musulmanes de a pie". De modo que la respuesta al terrorismo, tanto en Rusia como en el extranjero, debe de ir acompañada de una reducción de los riesgos políticos y socioeconómicos y debe aprender a identificar las correlaciones que hay entre la retórica de los terroristas y los cambios de la situación en Rusia y en el mundo.
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La opinión del autor no coincide necesariamente con la de RBTH.
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