Siria no tiene demasiada participación en el mercado mundial de hidrocarburos. Incluso en sus años de mayor prosperidad, a principios de la década del 2000, Siria no llegó a extraer mucho más de 520.000 barriles de petróleo al día, superando apenas el 0,6 % de la extracción total mundial. Con el inicio de la guerra civil y la imposición de las sanciones europeas, la extracción de petróleo en el país comenzó a caer rápidamente. A principios de este año, según estadísticas oficiales, ascendía a poco más de 30.000 barriles al día.
La explotación de gas en Siria tampoco es demasiado relevante respecto a los índices mundiales: en la actualidad asciende a unos 5.500 millones de metros cúbicos al año (en comparación con los 9.000 millones de metros cúbicos en 2010). Debido a ello, cabe determinar que ninguno de los posibles desarrollos de la situación actual de la industria del petróleo y el gas de este país podría ejercer una importante influencia sobre el mercado mundial del petróleo.
Para Rusia, la intervención directa en la crisis siria podría tener unas consecuencias mucho más graves. Aunque el Gobierno ruso ha declarado que su aviación está llevando a cabo bombardeos contra las posiciones de los guerrilleros del Estado Islámico, numerosas fuentes en la región aseguran que el principal objetivo de estos ataques es la oposición siria “moderada” que lucha contra las tropas de Bashar al Asad.
Si tenemos en cuenta que los países más importantes de esta región (Turquía y Arabia Saudí) apoyan a la oposición suní siria, cuanto más duradera y relevante sea la participación de las fuerzas armadas rusas en la guerra civil siria, mayores serán los problemas políticos y económicos que acumulará Rusia en la región.
Por ejemplo, el Fondo Ruso de Inversión Directa ha anunciado la creación de asociaciones de inversión con los fondos soberanos de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. Según los planes de las asociaciones, estos fondos se han declarado dispuestos a invertir 10.000 millones de dólares y 7.000 millones de dólares correspondientemente en proyectos en territorio de Rusia.
En un contexto en el que las puertas de los mercados financieros de capital occidentales están cerradas para los bancos y compañías de Rusia, el capital de los países del Golfo Pérsico representa una de las mejores opciones posibles para el gobierno ruso. Asimismo, es evidente que en caso del despliegue de una operación militar del ejército ruso en Siria la probabilidad de que estos planes se cumplan podría reducirse drásticamente.
Turquía, gracias a su situación geográfica, está comenzando a desempeñar un papel clave en la construcción de infraestructura de transporte entre Europa y Asia. Ya en los próximos años, en el territorio de este país comenzará la construcción de varios gasoductos por los que el gas procedente de Irán, Azerbaiyán y Turkmenistán podrá transportarse a Europa.
Además, los gasoductos podrían llegar a Turquía pasando por territorio de Siria desde Israel y Catar. Pero si bien el proyecto israelí contempla la posibilidad de construir un gasoducto marítimo fuera de las aguas territoriales de Turquía, el gasoducto procedente de Catar no puede evitar el paso por territorio de Siria.
Mientras continúe la guerra civil en Siria, no puede considerarse ningún proyecto de construcción de un gasoducto por este país. En teoría, esta situación podría beneficiar a Gazprom, que está promocionando activamente su proyecto Turk Stream, aunque se enfrenta a graves limitaciones relacionadas con el acceso al mercado turco, así como a importantes problemas en sus relaciones con los socios turcos tras las desafortunadas declaraciones de los representantes de Gazprom acerca de una mayor participación de Grecia en el proyecto. Gazprom no puede esperar que Turquía se vuelva más suave en las negociaciones con Rusia ,al no poder recibir el gas de Catar. Las necesidades de Ankara serán satisfechas sin restricciones.
Además, parece que la lista de los consumidores del gasoducto de Catar a Europa ya está completada. Para empezar los suministros de gas a través de Turquía, hace falta tener posibilidad de extraer entre 15.000 y 20.000 millones de metros cúbicos al año. Azerbaiyán, Irán, Irak y Turkmenistán cuentan con esta cantidad de gas, y pueden incrementar sus niveles de extracción mientras se construye el gasoducto.
Por tanto, la operación militar de Rusia en Siria no conllevará grandes pérdidas a corto plazo. No obstante, en caso de una participación más seria y a largo plazo en la guerra civil, Rusia podría enfrentarse a grandes pérdidas económicas.
Serguéi Alexáshenko, investigador sénior no residente de la Institución Brookings (Washington) y vicepresidente primero del Banco Central desde 1995 hasta 1998.
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