Svalbard pertenece a Noruega, pero la isla tiene un estatus político especial. Según el Tratado de Svalbard de 1920, cualquier Estado parte del tratado (y hay más de 70) tiene derecho a realizar actividades económicas en el archipiélago en pie de igualdad con los noruegos y a vivir allí. Sin embargo, ahora sólo Rusia disfruta de este derecho.
La URSS poseía tres asentamientos en Spitsbergen, pero hoy dos están abandonados y sólo uno, Barentsburg, sigue en activo. Aquí viven unas 400 personas, casi todas dedicadas a la minería del carbón o a la industria de servicios, y su vida aquí obedece a unas reglas inesperadas.
1. Está prohibido nacer y morir en Svalbard
El hecho es que sólo hay un hospital en el archipiélago, y no cuenta con el equipamiento necesario para atender partos. Por eso se aconseja a las embarazadas que abandonen la isla unos meses antes de la llegada del bebé, por su propia seguridad. Después pueden volver.
La situación con la muerte es un poco diferente. En el territorio del archipiélago hay una ley que prohíbe enterrar en el suelo. Debido al permafrost, los cuerpos se momifican en lugar de descomponerse. Esto es peligroso, ya que atrae a los depredadores.
2. Los gatos están prohibidos
En 1992, el archipiélago aprobó una ley que prohíbe a los residentes tener gatos. Así se protege a la población local de aves, algunas de las cuales sólo viven aquí.
Sin embargo, a pesar de la prohibición, cuatro gatos llamados Kesha, Rizhi, Mila y Niura seguían viviendo en Svalbard. El gato Kesha se destacaba de la compañía: se peleaba con zorros, cazaba roedores, pero por el contrario, no tocaba a los pájaros. Por desgracia, en 2021 murió a la edad de 12 años.
3. Allí se encuentra el monumento más septentrional a Lenin
Oficialmente, este monumento es la estatua más septentrional del líder de la Revolución bolchevique. Se encuentra en el asentamiento soviético abandonado de Pyramiden, que en su día fue el mayor asentamiento ruso de Svalbard. Tras su desmantelamiento, la infraestructura permaneció en pie. Ahora sólo se lleva a turistas a ver el asentamiento fantasma y el Lenin más septentrional, y no hay ninguna otra actividad, salvo el hotel, que cuesta 187 euros la noche.
4. Casi todo el mundo puede entrar en el archipiélago
En 1925 se firmó un tratado según el cual Noruega tiene plena soberanía sobre Svalbard, pero con una serie de reservas y condiciones. Las islas son una zona exenta de visados y no forman parte del Acuerdo de Schengen, por lo cual los residentes de los 39 países que firmaron el tratado pueden visitarlas. Los rusos y quienes quieran visitar la “pequeña Rusia noruega” no necesitan visado.
5. Los residentes están obligados a llevar armas
Por supuesto, no en todas partes. Por ejemplo, en los asentamientos está prohibido llevar armas al descubierto, pero si alguien sale de ellos está obligado a llevar una escopeta. Estas medidas de seguridad contribuyen a reducir las muertes por ataques de animales salvajes, sobre todo osos polares. También se aconseja a todo el mundo llevar bengalas para indicar su ubicación en caso de perderse y ahuyentar a los depredadores.
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