Rusia tiene muchos lugares sorprendentes y variados creados por la naturaleza, pero este encantador lugar no es uno de ellos. El bosque de cipreses del valle de Sukko, en el sur de Rusia, está hecho por el hombre (y por eso no es menos impresionante). Compruébelo usted mismo:
Los cipreses de los pantanos (taxodium bicolor) nunca han crecido aquí y apenas habrían aparecido si no fuera por un experimento soviético. Según una de las versiones, en la década de 1930 se trajeron a la Unión Soviética plantones de ciprés desde Norteamérica, con la esperanza de desarrollar este cultivo aquí.
Se plantaron a 14 km de Anapa, en el valle montañoso de Sukko, no lejos del pueblo del mismo nombre.
Las plantas han echado raíces lejos de su tierra natal y han sido objeto de innumerables programas de televisión y sesiones fotográficas. Incluso han aparecido en las páginas de la revista National Geographic.
Cuando el terreno cambió, los 32 cipreses quedaron sumergidos en el agua. En su país de origen crecen en condiciones pantanosas.
La arboleda siempre ha atraído a los turistas, sobre todo en otoño, cuando las hojas de los árboles se vuelven de un rojo intenso. Pero el clima caluroso de Anapa y el frenesí turístico no les hacen ningún favor.
Periódicamente el embalse se vuelve poco profundo, los turistas entran en la arboleda por el fondo seco y trepan por las raíces para realizar sesiones fotográficas (las raíces de los cipreses se extienden horizontalmente y están ligeramente elevadas sobre el suelo). Para preservar los singulares árboles, el año pasado el Ministerio de Recursos Naturales de Kubán ordenó vallar el lugar con estructuras temporales y regar los cipreses semanalmente con brigadas especiales.
Cuando el lago “vuelve”, el valle de Sukko se convierte en una especie de parque de atracciones local, con alquiler de barcos, catamaranes, canoas y veleros, y un programa de espectáculos africanos en el llamado pueblo africano. También se celebran allí torneos de caballeros, paintball y láser tag.
Está prohibido nadar en el lago, el agua es fangosa y no está muy limpia. Pero siempre hay quien no se deja disuadir por ninguna prohibición. “A pesar de las numerosas señales que prohíben el baño, la gente se baña. Los barcos sobresalen directamente bajo los cipreses constantemente y saldrán en todas tus fotos”, dice Natalia, que ha estado allí este año.
“A menudo nos preguntan: ¿a qué hora del día hay que venir al lago de los cipreses para ver los árboles en todo su esplendor? La mejor hora es al amanecer”, dicen en el Ecoparque Valle de Sukko. “No hay mucha gente, el lago está tranquilo y silencioso, el sol acaba de despertar y aún no calienta. Una suave luz se proyecta sobre los cipreses y una ligera bruma se eleva desde el agua…”.
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