En 1741-1744, Bartolomeo Francesco Rastrelli, arquitecto de los grandes palacios de San Petersburgo, el Hermitage y el Gran Palacio de Peterhof, construyó otra de sus obras maestras en este lugar. El Palacio de Verano de la Emperatriz Isabel Petrovna tenía 160 apartamentos, galerías, una iglesia, un jardín e invernaderos, donde se cultivaban plátanos y piñas, que eran frutos exóticos en Rusia. Y fue en esta residencia de verano donde el 20 de septiembre de 1754, la emperatriz Catalina II dio a luz a Pablo.
Pero la creación del gran arquitecto, por desgracia, no sobrevivió. Cuando creció, el príncipe no se llevó bien con su madre; odiaba el palacio, aunque lo apreciaba como su lugar de nacimiento. Pablo abordó esta situación equívoca de una manera radical: Ordenó que el edificio fuera demolido y que se construyera un nuevo castillo en su lugar. Así, en 1797, el Palacio de Verano fue demolido.
Según la leyenda, el castillo lleva el nombre del Arcángel San Miguel. Y fue la primera vez en la arquitectura rusa que un edificio secular fue bautizado con el nombre de un santo. La historia cuenta que un guardia del Palacio de Verano tuvo una visión de San Miguel, quien dijo que una casa y una iglesia debían levantarse en aquel lugar. Los historiadores sugieren que el guardia, que era cercano a la Familia Imperial, comenzó a difundir la historia en un intento de complacer al Emperador, pues era bien sabido que Pablo quería construir una nueva residencia.
El castillo fue consagrado solemnemente el día de San Miguel (8 de noviembre de 1800) y la obra fue terminada en febrero de 1801.
El nuevo castillo fue diseñado en el estilo del clasicismo tardío. Varios arquitectos participaron en la confección del proyecto y en su construcción. El primer esbozo de los planos fue preparado por el mismo Pablo I, pero fueron los dos principales arquitectos de la época, Vasili Bazhénov y Vincenzo Brenna, los más involucrados por la obra.
En general, el diseño no es típico de Rusia y se parece a una fortaleza medieval, aunque por una de sus características más llamativas: el castillo está rodeado de un foso. Este estilo de arquitectura podría haber sido elegido por el miedo que tenía el emperador a las conspiraciones.
Según otra de las leyendas del castillo, un guante tirado en un baile por la favorita de Pablo I, Anna Lopujiná, explica el poco habitual color naranja-amarillo de sus muros. Supuestamente, al Emperador le gustó tanto el color del guante que se lo envió al arquitecto Brenna como muestra y después de eso el tono se puso muy de moda.
Según otra versión, era simplemente el color asociado a la Orden de Malta, de la que el zar fue Gran Maestre durante un tiempo.
El emperador vivió en su nuevo castillo durante sólo 40 días. La noche del 12 de marzo de 1801, un grupo de conspiradores irrumpió en su habitación. Los oficiales lo golpearon en la sien con una caja de rapé y lo estrangularon con una bufanda. Como resultado del atentado, su hijo, el emperador Alejandro I, ascendió al trono. Sin embargo, según la versión oficial, Pablo I había muerto de una convulsión apopléjica.
El asesinato del monarca dio lugar a otra leyenda: esta afirma que el fantasma del emperador no puede abandonar el lugar del crimen y deambula sin descanso por el castillo durante la noche.
Tras el asesinato de Pablo I, los Romanov abandonaron el castillo de San Miguel. Desde principios de la década de 1820, esta albergó la Escuela Superior de Ingeniería, de ahí su segundo nombre, Castillo de los Ingenieros. Muchos mariscales de campo y generales del ejército ruso, así como el escritor Fiódor Dostoievski, se graduaron en la escuela.
En 1991, el castillo fue entregado al Museo Ruso, por lo que alberga una importante colección de arte del país eslavo. En la actualidad, en su interior puede visitarse una exposición permanente de retratos y los almacenes abiertos, llenos de de esculturas rusas de vanguardia y contemporáneas, entre otras.
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