Los bosques cumbren la mayoría de la superficie de una región que cuenta con más de 60.000 lagos. La república es un destino popular para el turismo y cuenta con paisajes emblemáticos como el Pogost de Kizhí, el monasterio de la isla Valaam, los lagos Onega y Ladoga y el parque de montaña Ruskeala.
Carelia tiene 73.000 cascadas, que ocupan un total de 36.000 km cuadrados : una extensión en la que cabrían dos Montenegros y tres Luxemburgos. Cada verano sobreviven llegan aquí cerca de medio millón de turistas.
/ Iván Dementievskiy
Los mosquitos también hace su aparición en verano. Da igual si estás practicando kayak en un río de aguas bravas o relajándote en una cabaña junto a un lago: te convertirás en su presa. En verano, Carelia está tan llena de gente que algunas cascadas acumulan hasta 100 turistas de golpe.
Hacia mediados de agosto, los vientos fríos del mar Blanco y del de Barents se llevan lo que queda de calor. En septiembre y octubre, lo que atrae a los viajeros en la tranquilidad de Carelia: no hay pájaros cantando junto a los ríos y lagos, no hay mosquitos zumbando y no hay turistas haciendo toda clase de ruido.
/ Iván Dementievskiy
La naturaleza de Carelia se toma un respiro tras el agitado verano. Las últimas hojas caen de los árboles y la niebla envuelve la tierra, condensándose sobre las tiendas de campaña como si el otoño vertiera sus lágrimas.
/ Iván Dementievskiy
El fuerte viento del norte que comenzó a soplar el último día de nuestro viaje es el emisario del invierno que se avecina. Por la noche, la primera aurora de esta temporada despliega sus franjas multicolores por todo el cielo. ¡Es hora de prepararse para el invierno!
/ Iván Dementievskiy
Carelia: la belleza del norte de Rusia
[Fotos] El norte de Carelia, una auténtica Meca para el turismo náutico
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