Elista (República de Kalmukia)
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Situado en mitad de la estepa que separa la cuenca del Volga del Cáucaso y la costa del Mar Negro, Elista (a 1.200 km de Moscú) es la capital de la república de Kalmukia. Su singularidad consiste en que es una pequeña parte de Mongolia trasplantada a la Rusia europea: la población local, los kalmukos, practican el budismo tibetano y eran originalmente un grupo de tribus nómadas que se mudaron desde Mongolia a principios del siglo XVII y más tarde se integraron en el Imperio ruso. Durante la época soviética disfrutaron de una república autónoma propia.
El evento clave de su historia reciente, no obstante, fue su deportación en masa a Siberia y Asia Central en 1943 por decreto del gobierno soviético, un evento que perturbó la sociedad kalmuka y provocó el sufrimiento de decenas de miles de personas. No se les permitió volver hasta 1957, cuatro años después de la muerte de Stalin.
Desde 1991, los kalmukos han revalorizado su patrimonio cultural y religioso, especialmente visible desde el punto de vista arquitectónico. En la plaza Lenin de Elista, una estatua del líder bolchevique con una pose meditativa hace frente a la Pagoda de los Siete Días de estilo tibetano, lo cual marca el cariz de la ciudad entera.
El paseo ideal por el centro de Elista, articulado alrededor de la calle Lenin, comenzaría en la cercana Alleya Gueróyev, un fabuloso parque con referencias al budismo tibetano. También existe un memorial en honor a la Segunda Guerra Mundial con un monumento a Basan Gorodovikov, el general kalmuko del Ejército Soviético que dirigió su regreso a la patria en 1957. Después de probar una taza de “dzhomba” (un té kalmuko), hay que dirigirse al imponente Tempo Dorado de Shakiamuni Buddha (conocido popularmente como el Nuevo Khurul), espléndidamente decorado, el mayor templo budista de Europa, que se inauguró en 2005.
Antigua Sarepta (Volgogrado)
El actual Krasnoarméisk, una ruidosa ciudad dormitorio de Volgogrado, esconde un asombroso tesoro histórico: los restos de la colonia alemana de la Antigua Sarepta. Rodeados por enormes bloques de edificio modernos, los restos de este asentamiento del siglo XVIII están esparcidos a lo largo de una pequeña plaza con un jardín muy bien cuidado y custodiado por la torre del reloj de una iglesia protestante cercana. Estas casas de campo sencillas pero elegantes representan una parte de la Alemania rural del siglo XVIII trasladada a Rusia y hoy en día albergan el complejo del Museo Etnográfico de la Antigua Sarepta.
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Sarepta fue fundada en 1765 por un grupo de misioneros alemanes de la iglesia de Moravia que llegaron a Rusia siguiendo un manifiesto de Catalina II de 1763 que prometía tierras y privilegios a los colonos extranjeros que se asentaran en Rusia. Su objetivo era difundir el cristianismo entre los kalmukos. No tuvieron éxito en su empresa, aunque sí demostraron ser buenos artesanos, granjeros y fabricantes de objetos manuales, vino, cerveza, tabaco y mostaza.
Sarepta, que recibió el nombre de Krasnoarméisk durante la época soviética, recibió fuertes ataques por parte de las campañas antirreligiosas. La comunidad llegó de pronto a su fin en 1941, cuando el gobierno soviético deportó a todos los alemanes del Volga a Siberia y Kazajistán. Los edificios supervivientes de esta colonia se convirtieron en un complejo museístico en 1989. El complejo también alberga exposiciones temporales, eventos culturales y una biblioteca.
Shiriayevo (Región de Samara)
En el centro de la hermosa Curva de Samara (a 840 kilómetros de Moscú) se encuentra la quintaesencia de la aldea rusa del siglo XIX. Situado en un maravilloso valle al pie de las montañas Zhigulí, en la orilla derecha del Volga, no sorprende el hecho de que el pintor Ilyá Repin viniera a este lugar en busca de inspiración.
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En 1870 Repin pasó unos meses en esta pequeña aldea para conocer la atmósfera de la Rusia auténtica. Fue aquí donde pintó su famosa obra Los sirgadores del Volga(1870-1873). La casa de madera donde se hospedó es ahora parte del complejo de un museo.
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Hoy en día Shiriayevo es un buen lugar para tomarse un respiro de la ciudad. Además de admirar las antiguas avenidas de la ciudad y caminar por sus hermosos paisajes de montaña, también es posible alquilar una bicicleta.
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