Askat, una meca para los artistas perdido en las montañas de Altái

Fuente: Lori / Legion Media

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En la República de Altái (a 3.641 km de Moscú), la quinta parte de su extensión está reconocida como reserva natural. En Rusia hay en total un 3% de este tipo de territorios. El macizo de Altái atrae hoy a arqueólogos, empresarios del sector turístico, viajeros y amantes de aventuras de riesgo de todos los pelajes, así como a personas que simplemente se cansaron de las ciudades y quisieron establecerse en algún lugar con pinares cerca del río.

En uno de los distritos de Altái más próximos a la civilización, el distrito Chemalski, adonde es fácil llegar en automóvil o en autobús de línea, hay un pueblo que parece un paraíso perdido. Allí viven en armonía budistas, yoguis y miembros de la cultura autóctona, y tienen su sede el Centro de cultura nacional rusa Lukomorie y cuatro galerías de arte. Casi cada dos pasos se encuentra a una persona que se dedica al arte. El pueblo se llama Askat y de cada 120 habitantes, veinte son artesanos y otros veinte, artistas. Los lugareños dicen que si vas a Askat volverás, pues es imposible ir una sola vez. Todos vuelven. Algunos para establecerse.

Historia

A cuatro kilómetros del pueblo de Askat está situada la aldea Anos, donde a principios del siglo pasado vivió y trabajó Grigori Ivánovich Choros-Gurkin, famoso artista y hombre público de Altái (sus cuadros se pueden contemplar en la web rusófona).

Natural de Altái, oyente libre de los cursos de la Academia de Artes Plásticas de San Petersburgo, discípulo preferido del artista Shishkin, Choros-Gurkin, después de viajar a la capital del Imperio ruso, se estableció en Anos.

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Bautizado en la fe ortodoxa, poseía una brillante educación laica y era un devoto de la cultura de su pueblo. Esta simbiosis engendró a un individuo con gran amplitud de miras. Después de la revolución presidió la Górnaya Duma, que buscaba vías para regular la autonomía de Altái. Le tocó pagarlo caro: en 1937 fue fusilado por decisión del tribunal del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos (NKVD) de la URSS.

El legado artístico de Gurkin hoy está repartido entre numerosos museos. En Anos se reconstruyó recientemente su casa-museo donde se pueden contemplar reproducciones de sus cuadros.

A algunos kilómetros de Askat, siguiendo el curso del río Katún, se halla una suerte de platos de piedra de agua azul cristalina que abastecen los manantiales. Son los Lagos Azules. En primavera quedan cubiertos por el río Katún, cuyas aguas se desbordan, y en otoño, cuando el río mengua, los lagos aparecen, y así, sin congelar, resisten hasta la primavera. Para la fiesta del Bautizo, que se celebra en enero, llegan vecinos de los alrededores y viajeros para sumergirse en el claro del hielo.

La gente del lugar

En Askat vive Borís Surazakov (sus cuadros se pueden ver en esta web), un paisajista empedernido que con el caballete a cuestas parte en expediciones a la montaña y, en su cima, pinta estudios.

En Askat se puede visitar una exposición de Surazakov en un ail (vivienda tradicional de los altaicos) octogonal. Consiste en una enorme carpa con armazón de madera y recubrimiento de fieltro.

 

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Surazakov, como todo buen autóctono que se precie de serlo, siente un gran respeto por la naturaleza. Antes de partir en expedición a la principal montaña sagrada de Altái, Beluja, se "purifica" sometiéndose a un ayuno de varios días.

El artista Nikolái Chepokov, un diseñador gráfico autodidacta, suele pasar el invierno en Askat. Crecido en un orfanato, se puso el nombre de Tarakai. Así llaman en Altái a las personas errantes que viven de trabajos temporales y que prefieren disfrutar de una libertad plena a la vida sedentaria y al dinero.

Una vez un turista inglés le compró un dibujo por una suma de dinero asombrosa para él. Entonces cayó en la cuenta de que sus dibujos tenían un valor. Y siguió peregrinando y haciendo dibujos. Hoy, Chepokov ha publicado calendarios y álbumes, miles de sus dibujos están en manos de colecciones privadas y se exponen en China, Austria, Suiza y Rusia, pero Nikolái sigue siendo un peregrino.

Artistas provenientes de la ciudad

 

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Askat está situado en la orilla izquierda del río Katún y a su derecha está la carretera que lo une a la civilización.  El resquebrajado puente de madera que atraviesa el río salvó durante mucho tiempo a Askat del turismo de masas: sólo se

podía cruzar en bicicleta. Cuando apareció el puente principal, el proceso de asimilación turística del territorio se produjo a toda velocidad.

Sin embargo, además de los propietarios de los albergues y de las casas de Askat, allí se congrega una comunidad de gente que si uno no la ve con sus propios ojos no creería que existe.

 

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Urbanitas jóvenes alrededor de la treintena, con dos o tres hijos, al llegar a Askat, cambiaron no sólo su modo de vida, sino también de profesión, y se hicieron artistas independientes.

La propietaria de la galería de arte Strela Sartakpaia, la ceramista Ruslana Chesnokova, y su marido Andréi se establecieron en Askat después de la crisis financiera de Rusia en 1998

En la galería de Ruslana hay una gran colección de ocarinas, flautas de cerámica que en Askat sólo saben fabricar algunos artesanos. Reciben encargos de ocarinas no sólo de músicos de localidades próximas, sino también de países de Europa.

Vasili Golován dejó su casa en Zaporozhe y llegó a Askat junto a su mujer y sus dos hijos hace 18 años. Pensando en la salud de ellos quería encontrar un lugar ecológico y sano donde vivir. Un único viaje a Altái bastó para que Golován entendiera que ese era su lugar en el mundo.

Vasili Golován era un pintor aficionado. Su hija Dasha, que llegó a Askat con nueve años, comenzó también a dibujar, y hoy sus obras están en mano de colecciones privadas no sólo de Rusia sino también de Alemania, Estados Unidos, Noruega, Polonia. Ha celebrado exposiciones más allá de las ciudades de Siberia, también en Moscú.  Dmitri Medvédev le compró una obra titulada "Los lagos Azules".

Dasha sigue siendo una artista autodidacta, sus padres no querían que estudiara pintura académica, y ha encontrado un estilo propio y único: la acuarela sobre seda. Sus finísimos y afiligranados paisajes de Altái hoy se pueden ver y comprar en Askat, en la galería de arte de la familia Golován.

Al lado de Lukomore, en la pequeña isbá de paja

 

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En el Centro de cultura rusa Lukomore de Askat se exhibe una gran colección de ropa de lino hecha a mano con símbolos bordados, cinturones y bolsas, toallas y manteles.

Cualquier prenda está a la venta e incluso se pueden fabricar por encargo.

El bordado oberezhnaia es una simbología antigua y poderosa de la cultura tradicional rusa. Cada signo en el bordado simboliza la llave a determinado “canal energético” del cuerpo del individuo. Por ejemplo, el rombo representa la tierra, la fertilidad. El rombo con un círculo en medio es el “campo sementado”, la mujer feliz en la maternidad.

El símbolo basado en el rombo, el aperei, proporciona ayuda para superar las adversidades y los obstáculos, mientras que el signo alatyr, que se cose en círculo en el dobladillo del vestido, atrae la felicidad femenina. Los "cisnes" (se cosen en las mangas) curan las vías respiratorias y brindan ayuda de los antepasados.

En Lukomorie se puede vivir en una pequeña isbá de paja construida con técnicas antiguas. En esta isba se respira con facilidad y se tienen plácidos sueños. La construcción de casas de paja es una vieja técnica que hoy se sigue teniendo presente no sólo por razones ecológicas. Aunque también hay un importante argumento a favor de estas construcciones: el bosque tarda en crecer siglos mientras que la paja es un material fácilmente renovable. Las isbas de paja ayudan a recuperar la salud sin esfuerzo. Basta con vivir un tiempo en ellas. Al menos eso aseguran los que han vivido entre paredes de paja más de una semana.

Atracciones

 

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Cerca de Askat hay dos “fuentes de plata” con aguas medicinales. Una está muy próxima y la otra se encuentra a una distancia de 7 kilómetros, por el camino de bosque o siguiendo la orilla del Katún. La segunda fuente está a dos pasos del museo de Choros-Gurkin, en el pueblo de Anos.

En primavera y otoño hay que ir sin falta a los Lagos Azules a pie o en coche, en invierno en trineo (muchos lugareños tienen caballos). Y en verano, se debe coronar la montaña Lukovka, desde la que hay unas vistas de una belleza extraordinaria.

En las galerías de Askat se puede admirar y comprar objetos hechos por artesanos locales: adornos, recuerdos étnicos, amuletos, ropa, sombreros, etc. La oferta es variada.

Los habitantes del lugar y de algunos albergues de los alrededores ofrecen excursiones de uno o varios días a cualquier punto de Altái.

Hay que dirigirse a Chemal, cabeza de distrito, con su aire salubérrimo, donde en una isla en medio de Katún, hay un monasterio de mujeres.

Para llegar a la isla hay que cruzar el puente colgante sobre el río, a una gran altura.

 

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Dónde alojarse:

Para alojarse en la isba de paja, hay que ponerse en contacto antes con la propietaria de Lukomorie, Liubov Kalininaia: askatmilena@mail.ru, skype: askatmilena

Cerca del pueblo está el operador turístico TurSib. Tursib-Admin@alt.wsr.ru.

Los habitantes de Askat también acogen gustosamente a los turistas en sus casas.

Cómo llegar:

En avión o en tren desde Moscú hasta Barnaúl o Novosibirsk.

Luego hay que tomar un autobús hasta Chemal y pedir al conductor que haga parada en Askat.

O en tren desde Barnaúl hasta Biisk y allí tomar un autobús (en dirección a Chemal con parada en Askat) o un taxi hasta destino.

Otra opción es ir en avión desde Moscú hasta Gorno-Altaisk y después ir a Askat en autobús o taxi.

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