En 1991 aparecieron los primeros negocios en el Moscova. Aunque la situación ha variado algunos siguen con los esquemas de entonces. Fuente: ITAR-TASS
Los primeros restaurantes y hoteles flotantes aparecieron en Moscú en el año 1991. En un alarde lírico, estas instalaciones fueron bautizadas en honor a los grandes poetas rusos de principios del siglo XX.
El primer hotel instalado sobre una plataforma flotante que obtuvo la licencia de apertura fue el 'Valeri Briúsov', más tarde apareció el complejo hotelero 'Alexander Blok'. A partir de entonces, el establecimiento de plataformas flotantes se descontroló: las autoridades moscovitas simplemente se olvidaron de este tipo de inmuebles y los inversores más afortunados se aprovecharon de la situación.
Los gastos de alquiler constituían entonces 36 kopeks por metro cuadrado de superficie acuífera. En comparación, el precio de alquiler del metro cuadrado en un local de oficinas costaba entre 300 y 500 dólares al año. Como resultado, hacia el año 2001, en el centro de Moscú existían ya cerca de 40 desembarcaderos y el Moscova se llenó de restaurantes y otros negocios flotantes.
Sin embargo, en 2006 Yuri Luzhkov, el entonces alcalde de Moscú y uno de los políticos más famosos en Rusia, declaró la guerra a los desembarcaderos y prometió limpiar la capital rusa de este tipo de establecimientos.
“Eliminaremos estos horribles locales del río Moskova. El río tiene que quedar completamente limpio”, anunció. Después de aquello la administración municipal decidió aplicar métodos represivos como, por ejemplo, cortar el suministro de agua y el servicio de saneamiento a todas las plataformas flotantes.
Los propietarios de los locales respondieron con una denuncia contra el ayuntamiento y algunos de ellos ganaron, aunque el gobierno de Moscú obtuvo la victoria en la mayoría de los casos. En agosto de 2007 se desmanteló el primer desembarcadero y, en solo dos años, la presencia de este tipo de edificaciones en los muelles moscovitas se redujo de 140 a 26.
Nada de viviendas
A diferencia de Europa o EE UU, en Rusia es difícil toparse con una casa flotante. “Las casas flotantes constituyen de momento un fenómeno exclusivamente europeo; este tipo de proyectos se encuentran implantados con éxito en muchas capitales de Europa como, por ejemplo, Amsterdam. Estos inmuebles apenas tienen representación aquí y, de momento, tampoco se observa una perspectiva de desarrollo para el futuro próximo”, comenta la directora de la inmobiliaria Bekar, Yulia Barajtina.
Según sus palabras, en Rusia casi no se construyen residencias sobre plataformas flotantes, aunque hay excepciones. Concretamente, según recuerda el director general de ZIP Realty, Yevgeni Skomorovski, el antiguo magnate de la construcción y exdirector de la empresa Mirax Group, Serguéi Polonski (quien hoy se oculta en Camboya), tenía su residencia permanente en uno de los muelles de Moscú.
“La hostelería constituye el negocio más extendido entre las empresas flotantes, cuya presencia es mayor en ciudades de población numerosa y con una media salarial buena, así como en ciudades con un amplio flujo turístico, como Sochi”, afirma la jefa del departamento de consultoría estratégica de la empresa JLL, Yulia Nikúlicheva. Según ella, una de las mayores corporaciones de restauración de Rusia, Ginza Project, está interesada en el desarrollo de proyectos de esta naturaleza.
No obstante, el despliegue de este tipo de empresas se concentra principalmente a las afueras de Moscú. “En Moscú hay una lucha incisiva e injustificada contra este tipo de negocio que, por lo general, no está muy extendido en Rusia, aunque hay ejemplos de hoteles flotantes en ciudades como Yaroslavl y Kolomna”, comenta Stanislav Ivashkevich, vicedirector de desarrollo de CBRE.
Estas ciudades forman parte de la ruta conocida como Anillo de oro, a tres o cuatro horas de Moscú. En Kolomna se encuentra el hotel Arbat y en Yaroslavl el hotel Volzhskaya Zhemchuzhina (‘La gran perla’, en ruso). La instalación de centros recreativos sobre el agua es especialmente popular en San Petersburgo, ciudad con tradición histórica en el aprovechamiento de los canales y del espacio navegable. En concreto cabe mencionar la existencia en esta ciudad de un servicio fluvial de taxis.
La experiencia moscovita
Por otra parte, después de que Yuri Luzhkov saliera de la alcaldía de la capital rusa en 2010 empezaron a aparecer de nuevo desembarcaderos en el río Moscova. De hecho, en 2013 se registraron 15 nuevas instalaciones de este tipo.
Es más, las nuevas autoridades moscovitas anunciaron inicialmente que no tenían nada en contra de los edificios flotantes. De acuerdo con las autoridades municipales, hasta el año 2018 se prevé construir 200 desembarcaderos con hoteles y restaurantes.
El ayuntamiento ofrece de manera centralizada extensiones ya preparadas para la instalación de edificios. Por 600.000 o 900.000 dólares se puede obtener un permiso para el alquiler de 2.500 metros cuadrados hasta 2019 y 2027 respectivamente; las condiciones del alquiler de la parcela dependerán del lugar donde esta se encuentre.
Sin embargo, las nuevas normas en ningún caso se extenderán a las embarcaciones y plataformas que ya están instaladas: aquellos que en su día lograron ganar la batalla al alcalde de Moscú Yuri Luzhkov continúan pagando 1 céntimo de dólar por metro cuadrado de superficie arrendada.
Según explica el socio gerente de Blackwood, Konstantín Kovaliov, el procedimiento actual de instalación de plataformas flotantes está muy burocratizado.
En primer lugar, se necesita una licencia especial, un acuerdo de explotación de establecimientos flotantes y también un contrato de alquiler de la superficie fluvial.
Cada organismo controlador tiene sus propios requisitos. Por otro lado, en abril de 2014, la actitud de las autoridades de Moscú hacia las plataformas flotantes se volvió a enfriar. En palabras del concejal de transporte, Maxim Liksutov, Moscú se está planteando de nuevo su desmantelamiento.
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