Fuente: Iván Deméntievski
El camino hacia los Pilares del Lena es agotador, pero fascinante. Desde Moscú hasta Yakutsk se puede ir en avión, el precio del billete oscila entre 8 y 10 mil rublos (de 93 a 232 euros), y la duración del vuelo es de cerca de 7 horas. Desde Yakutsk hasta los Pilares del Lena se puede ir en lancha. Es precisamente esta parte del viaje la que más a menudo rememoran los turistas porque la belleza de esos parajes es embrujadora. Se puede recorrer este camino en un pequeño bote o lancha por 350 euros por persona, y también se puede alquilar una lancha privada: cuando es temporada el precio asciende a 4000 rublos (alrededor de 93 euros) la hora. Pueden consultar los detalles en la página oficial del parque nacional (en inglés).
Los horarios de la empresa oficial de transportes, Visit Yakutia (en inglés), que cubre las rutas hacia los Pilares del Lena, se pueden consultar aquí y en Heart of Siberia.
El camino de postas
Otra opción es llegar hasta la ciudad de Pokrovsk, capital del ulús de Jangalassk, una unidad territorial de Yakutia Central, y desde allí acercarse al parque natural a bordo de un bote o lancha motora. Por estas tierras pasaba un camino de postas, lo más probable, desde los tiempos de la fundación del propio Yakutsk. Actualmente los vestigios de algunas casas y un cementerio en el que se enterraba a los que morían durante las travesías evocan su trazado.
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Aún a día de hoy es posible leer algunas inscripciones en las piedras. Dicen que los descendientes de aquellos cocheros aún habitan algunos poblados, es bastante fácil reconocerles: no se parecen mucho a los yakutos, y sus ojos son de color azul celeste.
Los Tukulan
El río Lena es verdaderamente inmenso. A pie de costa la vista no siempre alcanza la orilla opuesta, y, de verse algo, no significa que sea la orilla. En el río hay varias islas y algunas son tan grandes que han creado su propio microclima característico. Así, en algunas islas hay desiertos de lo más auténticos. Los yakutos del lugar los llaman Tukulan, que traducido del idioma evenko (tukulan) significa ‘región arenosa’.
Después de una pista de obstáculos a través de costas pantanosas, empieza un ascenso, y desde arriba se pueden ver las primeras arenas. Se ve cómo el desierto le va ganando terreno al bosque, quemando a su paso un árbol tras otro, dejando tras de sí tan solo troncos ennegrecidos y secos. Si no fuera porque hay bosque en el horizonte, se podría decir que uno se encuentra en el mismísimo Sahara. El sol quema sin piedad todo lo vivo y tan solo unos pequeños arbustos y flores siguen aferrándose a la superficie.
BOX: El clima en la región de los pilares es el habitual en estos lugares, es de contrastes (es decir, intensamente continental). Si en invierno el mercurio del termómetro puede descender más allá de los 35 grados bajo cero, en verano es perfectamente posible que no se detenga al llegar a los 20 grados positivos, sino que acostumbra a elevarse hasta los 40. El río provoca que el aire sea muy húmedo, por lo que en invierno hay unas fuertes heladas y, en verano, hace bochorno.
Los Pilares del Lena
Después de la parada en los desiertos yakutos, se puede remontar el Lena, ahora ya hacia los propios Pilares del Lena.
Guía para sobrevivir en la tierra de los volcanes
Primero, tanto por la orilla derecha como por la izquierda aparecen unas rocas de tamaño reducido. Más adelante van formando una pared continua y esta pared, compuesta de páramos erosionados, se prolonga hasta la misma línea del horizonte. Al cabo de media hora de camino, finalmente los Pilares del Lena emergen en todo su esplendor.
Las rocas de arenisca roja, cubiertas de bosque en algunas partes, se reflejan en la superficie lisa del gran río, los acantilados de piedra caliza gris claro se ciernen sobre el agua y las capas de cuarzo centellean bajo el sol. No es posible encaramarse a todas las rocas, pero en el parque natural hay varios miradores situados a una altura de cerca de 100 metros, y desde allí se puede admirar el entorno y el gran río siberiano.
El parque natural ofrece a los visitantes excursiones de uno o dos días de duración, en ruso o inglés, que permiten admirar un terreno único, familiarizarse con la flora local, y escuchar un relato sobre la fauna que habita este lugar desde tiempos inmemoriales.
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