La isla Moneron: un paraíso escondido

Vista panorámica de la pequeña isla de Moneron. Fuente: Alexéi Yaroshevski.

Vista panorámica de la pequeña isla de Moneron. Fuente: Alexéi Yaroshevski.

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Desde el mar la isla rusa de nombre francés, Moneron, recuerda al singular paisaje de la serie de televisión 'Lost'. Es tan pequeña que su costa se rodea en media hora con una lancha Para dar la vuelta entera a pie, incluido el ascenso al punto más alto de la isla, la montaña Staritski (440 m.), se necesitan unas cinco o seis horas. Esta isla, el sueño de cualquier fotógrafo, atrae a muchos viajeros, dispuestos a sobrellevar un largo y fatigoso viaje por las olas del estrecho de Tartaria con tal de conocer esta porción de tierra.

Una agitada historia entre Rusia y Japón

La isla de Moneron se califica a menudo de misteriosa. Y no sin razón: la historia de esta porción de tierra en medio del océano es bastante compleja. En su origen, la isla debe su existencia oficial a los japoneses: en el siglo XVII el samurái Murakami Hironori señaló Moneron en las cartas náuticas.

En el siglo XVIII la isla se descubrió por segunda vez: los franceses marcaron su nombre en los mapas marítimos europeos. El expedicionario marino Jean-François de La Pérouse durante su viaje alrededor del mundo en 1787 no sólo dio su nombre al estrecho entre Sajalín y Hokkaido. Cuando los barcos de la expedición francesa, la Boussole y l’Astrolabe, llegaron a la isla solitaria, el conde de La Pérouse, la bautizó con el nombre del ingeniero jefe de la expedición. A este ingeniero, Paul Moneron, se le encargó trazar el mapa de la isla de su mismo nombre. El primer mapa fidedigno de Moneron lo hicieron casi un siglo más tarde: en 1867 los hidrógrafos rusos incluyeron la isla en el mapa del Imperio de Rusia. En esta ocasión dirigió la expedición el teniente K. S. Staritski, que dio su nombre al pico más alto de la ínsula.

Moneron se considera rusa desde hace poco tiempo: después de la derrota del país eslavo en la Guerra ruso-japonesa, Japón se anexionó la isla, que pasó a llamarse Kaibato y siguió siendo nipona hasta que se produjo la capitulación de Tokio en 1945, con los cambios que acarreó en la geografía política de la región. Moneron se encuentra muy cerca del País del Sol Naciente: si acompaña el buen tiempo, desde la isla rusa se puede ver la isla japonesa de Rishiri.

El periodo japonés de Moneron, corto y no demasiado lejano, está envuelto de no menos misterios que toda la historia anterior de la isla. Los japoneses afirman que en este terrotorio sólo había un poblado de pescadores. Pero en Moneron se conservan construcciones niponas: la casita del radiotelegrafista, el faro y sólidas construcciones de ingeniería a base de hormigón. Además, los japoneses tendieron el cableado telefónico desde Sajalín hasta allí, 40 kilómetros bajo el mar. En los documentos de archivo relativos a las operaciones militares de la URSS en el Lejano Oriente de Rusia en 1945, no se hace mención alguna a las batallas libradas por el dominio de la isla. No obstante, en Moneron hay muchas tumbas anónimas coronadas por una estrella roja.

Sea como sea, después de que Moneron entrara a formar parte del óblast de Sajalín, en la URSS, en lugar del poblado de pescadores japonés, surgieron allí otros soviéticos, pero muy pronto se reveló que la actividad de la pesca resultaba poco rentable y la isla se quedó prácticamente despoblada.

En el lugar vivían únicamente los guardias fronterizos y los operarios del faro, el número total de la población de la isla pocas veces superaba el de seis personas. El estatus de zona fronteriza restringía el número de visitantes a la isla.


 

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