Caracoles marinos y moluscos se unen a la lucha contra el cáncer

Viacheslav Mishchenko
Científicos estudian el veneno de los caracoles marinos y otros moluscos que podrían servir como analgésicos y sustituir a los opiáceos utilizados en oncología.

Un equipo internacional de científicos de Rusia, EE UU y China estudia desde hace varios años las propiedades de los efectos de las toxinas producidas por los peces y moluscos venenosos sobre varios tipos de receptores neuronales.

El año pasado, el Instituto de Bioquímica de la Academia Rusa de Ciencias descubrió el funcionamiento del veneno la alfa-conotoxina que se encuentra en los moluscos. El estudio de rayos X permitió determinar la estructura molecular de la sustancia, lo que sirvió para iniciar la síntesis de un nuevo fármaco analgésico.

“Los datos obtenidos pueden convertirse en la base para crear fórmulas medicinales. Pero el veneno de los caracoles cónidos aún no está estudiado completamente”, explica el director de la investigación, Víktor Tsetlin, quien está al frente del departamento de bases moleculares de la señalización neuronal.

Junto con los científicos bioquímicos chinos, los rusos elaboraron un anestésico a partir del veneno de diversos peces marinos que habitan en las aguas cálidas del océano Índico. Actualmente, el anestésico está siendo sometido a estudios clínicos y se utiliza en casos especialmente graves de enfermedades oncológicas. 

En opinión de los científicos, con el tiempo este anestésico de nueva generación podrá reemplazar a los opiáceos. A pesar de la gran cantidad de efectos secundarios y el riesgo de adicción, los opiáceos siguen siendo hasta ahora el único analgésico efectivo en los casos de enfermedades graves.

El veneno de los caracoles abre nuevas posibilidades, como, por ejemplo, la creación de fármacos analgésicos de acción focalizada que puedan eliminar el dolor en determinadas partes del organismo sin afectar al resto de órganos.

“Gracias al experimento realizado con caracoles Conus Geographus, hemos conseguido aclarar de qué modo se produce el bloqueo de señales en las terminaciones nerviosas tras la entrada del veneno en el organismo de los seres vivos”, explica Tsetlin.

No se trata solo de las señales responsables de la actividad motriz, sino también de las responsables de las sensaciones dolorosas. La alfa-conotoxina, uno de los componentes del veneno de los caracoles, literalmente se inserta en las ramificaciones de los receptores “necesarios”, bloqueando el envío de señales desde estos al cerebro.

Los bioquímicos prefieren esperar antes de anunciar la eficacia de sus fórmulas, ya que en la naturaleza existen más de cien tipos de conotoxinas. Cada una está especializada en un determinado tipo de células nerviosas. Por ahora no se ha conseguido comprender qué tipo de veneno es el que corresponde a una u otra clase de neuronas.

Según Tsetlin, las conotoxinas todavía se están estudiando. Solo tras finalizar este estudio los científicos procederán a elaborar un analgésico que podrá eliminar los accesos agudos de dolor sin influir en los órganos adyacentes.

 

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