¿Cómo lucharían las Fuerzas Especiales rusas modernas en la Segunda Guerra Mundial?

Alexéi Kudenko/Sputnik
En los últimos 70 años se han producido cambios drásticos en la forma de hacer las guerras y de armar y entrenar a las tropas. ¿Se ha preguntado alguna vez qué podrían hacer las Fuerzas Especiales de hoy en día si fueran lanzadas desde el aire en medio de la Segunda Guerra Mundial? Averigüémoslo.

Si excluimos las etapas más difíciles y tempranas de la Segunda Guerra Mundial a las que se enfrentó la URSS, la mayor parte de los combates tuvieron un carácter posicional (guerra de lento progreso en trincheras de primera línea, donde las fuerzas estaban protegidas del fuego de fusilería y artillería). En aquellos días, romper una defensa profundamente escalonada requería el uso generalizado de artillería, tanques y aviones de combate. La toma de las costas de los mares Negro y Báltico requería asaltos anfibios, mientras que los ataque aéreos normalmente no necestiaban más de un batallón - en su mayoría con el objetivo de misiones de distracción y la retención temporal de objetos estratégicos detrás de las líneas enemigas. 

El objetivo principal de la acción militar era la captura de territorios. Mientras tanto, se prestaba poca atención a las pérdidas sufridas por las infraestructuras industriales y agrícolas, o a las pérdidas militares y civiles. Lo más importante era asegurar la victoria. 

La naturaleza especial de las tácticas soviéticas implicaba el uso de métodos de sabotaje de los partisanos. Por un lado, se conseguía debilitar las comunicaciones y la administración alemanas en los territorios soviéticos ocupados; por otro, se aumentaba en gran medida el número de muertos entre la población civil soviética, que en su mayoría se oponía a la presencia de las fuerzas de ocupación alemanas.

La vigilancia se realizaba por tierra, mar y aire. Las incursiones más allá de las líneas enemigas también eran habituales. La URSS utilizaba a los partisanos para las misiones de reconocimiento.

Los canales de comunicación militar eran bastante vulnerables a la actividad del enemigo. En primer lugar, esto afectaba a las líneas telefónicas terrestres, el principal medio de comunicación táctica.

A pesar de poseer capacidades de guerra química, ambos bandos de la Gran Guerra Patriótica se abstuvieron de utilizarlas, aunque no fue así en la Primera Guerra Mundial, incluyendo el frente ruso-alemán.

Cómo es la guerra del siglo XXI 

La experiencia moderna muestra que el combate militar se lleva a cabo con el uso de batallones móviles y grupos tácticos, lo que requiere una gran cooperación, no sólo entre los diferentes grupos de armas (tanques, artillería, unidades blindadas, etc.), sino también entre las diversas unidades militares - principalmente entre las fuerzas terrestres, la aviación, los sistemas zonales y las fuerzas antiaéreas. En la actualidad solamente Rusia y EE UU disponen de la capacidad para llevar a cabo esta cooperación. Sólo estos dos países pueden lanzar una guerra en tiempo real con la ayuda de redes de comunicación enormemente potentes basadas en el espacio.

En la actualidad, el reconocimiento se lleva a cabo en su mayor parte mediante sistemas espaciales, aéreos, navales y terrestres, utilizando predominantemente la tecnología de radiolocalización. Para conseguirlo se ha generalizado el uso de vehículos aéreos no tripulados (drones). Estos últimos se utilizan cada vez con más frecuencia para atacar objetivos enemigos. El creciente usos de estos sistemas autónomos permite reducir en gran medida las bajas humanas.

Las guerras modernas tienden a desarrollarse con bastante rapidez, por lo que los recursos móviles son cada vez más difíciles de utilizar. Por ello, Rusia está empezando a poner en marcha nuevas unidades militares de gran capacidad, previstas para ser utilizadas en situaciones sin movilizaciones a gran escala.

Las capacidades de armamento nuclear están a disposición no sólo de Rusia, EE UU, China, Gran Bretaña y Francia, sino también de India, Pakistán, Israel y China. La lista de países con almacenes de armas químicas y biológicas es más amplia, y esas armas tampoco tardan mucho en fabricarse.

La forma de equipar a las fuerzas para el campo de batalla también ha cambiado. Hoy en día no sólo incluye equipos de protección -como los que vimos en la Segunda Guerra Mundial (que evolucionaron hacia un armazón de polímero más ligero), sino también chalecos antibalas y diversas tecnologías de visión -a menudo integradas en las gafas, incluida la visión nocturna-, así como medios de comunicación espaciales y otros modernos y, por supuesto, armamento moderno. Todo ello permite una organización mucho más fácil no sólo de la artillería, sino también del apoyo aéreo a las operaciones terrestres. Un uniforme y un calzado militar más cómodos también permiten una protección mucho mejor en todas las condiciones meteorológicas durante una guerra librada en 2022.

Entonces, ¿cómo se desenvolverían las fuerzas especiales rusas del siglo XXI en las condiciones de la Segunda Guerra Mundial?

Si un destacamento de las Fuerzas Especiales modernas se encontrara en los campos de batalla de la Segunda Guerra Mundial, sin duda le resultaría mucho más fácil llevar a cabo con éxito los objetivos tácticos, debido a la superioridad del entrenamiento militar, las armas y el equipo. Sin embargo, no podría aprovechar plenamente su potencial, debido a la ausencia de métodos de comunicación espaciales y otros modernos. Los canales de comunicación anticuados obligarían a las modernas tropas especiales a utilizar radios terriblemente incómodas (para nuestros tiempos). La precisión de las armas de artillería también estaría lejos de lo que es hoy en día; lo mismo ocurre con la aviación de ataque y de bombardeo. Sin embargo, un mayor nivel de protección permitiría a la fuerza moderna reducir significativamente las bajas en batalla.

En definitiva, las Fuerzas Especiales rusas modernas sólo son realmente útiles para el ejército moderno, que posee una capacidad superior de localización de objetivos y una mayor capacidad de comunicación mediante el uso de satélites y otros medios.

Vladímir Evséiev es doctorando en Ciencias Técnicas y director del Departamento de Integración y Desarrollo de Eurasia en el Instituto de los Países del CES.

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