Diseñado a principios de la década de 1980, el Ka-50 era una nueva generación de helicópteros de ataque soviéticos. En caso de una posible “gran guerra” en Europa tenía que aplastar a las fuerzas terrestres de la OTAN (incluyendo a los blindados) y sobrevivir a las unidades antiaéreas enemigas.
Debido a su distintivo sistema de rotor coaxial, el ‘Tiburón negro’ era rápido, maniobrable, tenía una alta capacidad de supervivencia en combate y un excelente rendimiento de vuelo. Era uno de los pocos helicópteros en el mundo que podía realizar un rizo.
Una característica única del Ka-50 fue su sistema de eyección, una característica poco frecuente en los helicópteros. Antes de que el asiento del piloto fuera expulsado, las palas del rotor eran voladas por cargas explosivas en el disco del rotor.
A diferencia de otros helicópteros de ataque de la época, el Werewolf (así era conocido por la OTAN el Ka-50) fue diseñado como un helicóptero monoplaza, en el que el piloto era también operador y navegante. Al principio, se consideró una solución perfecta: hacía el helicóptero más ligero y ahorraba dinero en la formación de los pilotos. Preparar una tripulación para un helicóptero de ataque cuesta poco menos que el propio helicóptero.
Sin embargo, el uso en combate del Ka-50 durante los conflictos chechenos demostró que los diseñadores de Kámov estaban equivocados: sólo los mejores ases podían volar simultáneamente los tiburones negros y dirigir su fuego de forma efectiva. Después de la producción de 17 unidades, el proyecto se canceló en 2009.
Deshacerse del Ka-50 no significó que también se hubieran tirado a la basura las tecnologías exitosas empleadas en su creación. Fueron usadas en su “hermano pequeño”, el Ka-52.
El Aligátor, como se llamó al helicóptero, fue diseñado como un aparato biplaza. Se abandonó la tradicional cabina en tándem para los tripulantes en favor de una en la que estos se sentaban lado a lado, lo que mejoró significativamente la cooperación entre piloto y copiloto.
El Ka-52 heredó mucho de su predecesor, incluyendo su único sistema de eyección. Sin embargo, el nuevo helicóptero tenía sistemas de navegación, pilotaje y aviónica de combate mucho más avanzados.
El Aligátor fue mucho más afortunado que su “hermano”. Está en producción de forma activa: hasta la fecha se han fabricado más de 120 unidades. Algunas de ellas fueron enviadas a Siria, donde entró en combate.
Una versión naval especial (llamada Katrán) es capaz de plegar las palas del rotor. Estos helicópteros se plantearon para ser ubicados de forma compacta en portahelicópteros de la clase Mistral. Sin embargo, después de que un acuerdo ruso-francés para el suministro de buques Mistral fuese cancelado en 2015, se decidió desplegar a los ‘Katran’ sólo en el portaaviones ruso Almirante Kuznetsov.
El Ka-27 fue el helicóptero naval más exitoso diseñado en la Unión Soviética. Su tarea principal era proteger a portaaviones de los submarinos enemigos.
Equipado con la aviónica más avanzada, el helicóptero es capaz de buscar y eliminar submarinos sumergidos a una profundidad de hasta 500 metros, tanto de día como de noche, en cualquier condición climática e incluso durante una tormenta marina de una escala de 5 grados.
El Ka-27 ha sufrido decenas de modificaciones: desde la especializada en la caza de submarinos (Ka-27PL) hasta el helicóptero de vigilancia radiológica Ka-27E. También se utiliza activamente para operaciones de búsqueda y rescate.
Diseñado en los años 70, el helicóptero sigue siendo indispensable para la aviación naval rusa, así como para los militares de China, India, Corea del Sur, Laos y Vietnam. El helicóptero opera además, con fines civiles, en Suiza, Portugal, Japón y Canadá.
Se cree que el Ka-27 deberá ser reemplazado en el futuro por el helicóptero ‘Lamprea’, diseñado por la Planta de Helicópteros de Mil Moscú. Este último, sin embargo, sigue siendo hoy en día sólo un concepto sobre el papel.
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