Bal, el potente sistema de misiles antibuque que Rusia ha colocado en Crimea

Vitali V. Kuzmín
Esta bestia cubre parte de la región del mar Negro y es capaz de destruir un escuadrón de barcos que lance una ofensiva.

El 27 de noviembre Rusia colocó un sistema de misiles antibuque en el estrecho de Kerch. El propósito de la maniobra es anticiparse a las provocaciones militares que puedan realizar los buques extranjeros que entren en el mar Negro.

Este sistema es uno de los pilares de la moderna defensa costera de Rusia. Protege toda la zona litoral del país, pero es la “sección” de Crimea la que ocupó los titulares tras el incidente del domingo, cuando barcos ucranianos intentaron entrar ilegalmente en aguas rusas y fueron retenidos.

El sistema protege las bases navales y los buques y también tiene como objetivo repeler la posible invasión de una flota enemiga o de tropas de desembarco. Es capaz de alcanzar objetivos tanto en buenas condiciones climáticas como cuando son adversas, de día o de noche. En otras palabras, los truenos, los relámpagos, los vientos huracanados y las lluvias torrenciales no pueden impedir que los misiles Bal alcancen su objetivo. Incluso el fuego enemigo y las interferencias de radio no son un impedimento.

El Bal es un sistema móvil sobre un chasis con ruedas, fácilmente transportable de un punto a otro, como lo demuestra su transporte desde Sebastopol a la región de Kerch, en la península de Crimea.

El sistema cuenta con dos estaciones de control y de comunicación que capturan objetivos enemigos en los radares y aportan a los lanzadores las coordenadas precisas del objetivo, la trayectoria del misil y otros datos para el disparo. Puede contar con hasta cuatro lanzadores con ocho misiles antibuque cada uno. Todo el armamento va acompañado de vehículos de carga de transporte con misiles de reserva, capaces de ser cargados para una segunda salva al enemigo, en caso de que sea necesario.

El intervalo entre lanzamientos es de menos de tres segundos. Multiplicando los ocho misiles de cada instalación por cuatro (el número total de lanzadores en el sistema) se obtiene una ráfaga de fuego insoportable para cualquier fuerza naval. Todos los misiles pueden ser aerotransportados en tan solo minuto y medio, después de lo cual los lanzadores deben ser recargados para una segunda salva. El tiempo que se tarda para ello es alrededor de media hora.

Entre los misiles antibuque que puede disparar se encuentran el J-35/J-35E y el J-35U/J-35UE. Tienen un rango de alcance de 260 km. “Sin embargo, el Ministerio de Defensa de Rusia tomó la decisión de acercar el sistema al estrecho de Kerch, donde se produjo la provocación, porque es aquí donde el mando naval espera nuevas ‘incursiones’ de terceros países”, dice el exanalista militar de Izvestia, Dmitri Safónov.

El experto cree que Rusia usaría los misiles solo en caso de una amenaza directa a la seguridad de sus soldados. “El objetivo principal es disuadir cualquier amenaza. El Bal es una fuerza a tener en cuenta. Los mandos militares extranjeros entienden lo que el sistema puede hacer. Y conocen los riesgos de jugar con fuego en una región de importancia geopolítica para Rusia”, concluye Safónov.

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