¿Por qué se unen al Estado Islámico los jóvenes rusos?

Fuente: Reuters

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Al igual que en otros países de Europa, hay jóvenes que se unen al Estado Islámico y están dispuestos a luchar en Siria o Irak. Según los expertos consultados, hay diferentes tipos de personas y razones para unirse a un grupo que se ha mostrado muy violento.

A principios de junio, en los medios de comunicación apareció la historia de la joven de 19 años Várvara Karaúlova, estudiante de Filosofía de la Universidad Estatal de Moscú (MGU) que desaparecida de la capital rusa apareció en Turquía. Según la versión de la familia de Karaúlova, la joven había huido de Rusia con intención de llegar a Siria e incoporarse a las filas del Estado Islámico. Fue detenida por las autoridades turcas el pasado 4 de junio, junto con un grupo de 13 rusos más que trataban de entrar de manera no legal a Siria.

Karáulova creció en una familia laica, habla de manera fluida inglés y francés, estudiaba cultura de los pueblos orientales y árabe en la MGU. Sin embargo, el comportamiento de Karaúlova comenzó a cambiar de manera significativa; vestía con hijab, en su biblioteca aparecieron libros de pensamiento radical islamista y el 27 de mayo, desapareció. Después de varios días, fue descubierta en Turquía y en estos momentos espera a ser deportada a Rusia.

La historia de Karaúlova no es la única en la que un ruso se une a grupos extremistas. Según datos del FSB, los radicales han reclutado a más de 1.700 rusos. Algunos expertos consideran que esta cifra es todavía mayor.

Como norma general, quienes se unen a los radicales son una minoría que proviene de familias tradicionalmente musulmanas, de alguna de las numerosas regiones que profesan la fe de Mahoma, pero también hay casos en los que se alistan rusos étnicos. Este fenómeno no es nuevo, ha habido no pocos casos de rusos luchando junto a los wahabbitas antes de la aparición del Estado Islámico. Por ejemplo, uno de los líderes ideológicos de los grupos terroristas del Cáucaso a finales de la década del 2.000 fue Said Buriatski, que en realidad se llamaba Alexander Tijomirov, y fue liquidado en el 2010.

Como es bien conocido, hay numerosos países en los que jóvenes van a Siria e Irak para universe al Estado Islámico. El arabista Guergui Mirskii explica a RBTH que "en los últimos meses solo en Francia se han unido al Estado Islámico 1.733 personas. Según las estadísticas, un quinto de ellos no proviene de una familia musulmana, son recién convertidos. Entre las mujeres que se unen al EI, las que no eran musulmanas hasta hace poco suponen un 30%".

¿Qué hace que la gente joven que ha crecido en una sociedad laica y occidental cambie de convicciones tan radicalmente, uniéndose a los terroristas? El psicólogo ruso Pável Ponomariov está convencido de que el problema está en la crisis existencial que afrontan los jóvenes.

“Si hablamos del suceso de Karaúlova, hay que constatar que ella se 'suicidó' socialmente. Trató de borrarse completamente de la sociedad en la que había vivido y de encontrar una nueva identidad en otro mundo. Los estudiantes y otros jóvenes se enfrentan a una crisis: la sociedad no les da la posibilidad de expresarse y les impone duras restricciones. La intención por escaparse del medio social,  de conseguir todo en un sistema diferente es tan grande, que la gente está dispuesta a dirigirse prácticamente a la muerte”, dijo Ponomariov a RBTH.

Gueorgui Mirski tiene un punto de vista siilar y compara la popularidad del extremismo islámico con la juventud formada que en la década de los 30 del siglo pasado se sumaba a los radicales de su época: comunistras o fascistas. “Ahora no hay fascistas, ni verdaderos comunistas, sin embargo, con una cotidianidad triste de fondo, surge un nuevo movimiento, el islamismo radical. El alistamiento se realiza principalmente en dos lugares, en internet y en las mezquitas. Sobre todo en internet”.

Según Mirski, la historia de Várvara Karaúlova es un indicador de que Rusia subestima la amenaza del islamismo: “Lo más sorprendente es que a nadie –de su familia, amigos – le importó, no se daban cuenta de nada hasta que se escapó. Es una incoherencia total”.

A pesar del crecimiento de popularidad del extremismo entre la juventud laica, los reclutadores tratan del Estado Islámico tratan de encontrar miembros entre los musulmanes. Según un predicador del EI, que concedió una entrevista al portal Meduza, “al menos hay 1.500 personas de Cáucaso del Norte en la guerra, la mitad son de Daguestán y la otra de Chechenia (en ambas regiones se profesan el islam. RBTH)”. Para saber por qué crece la popularidad de los radicales entre los musulmanes rusos, RBTH habló con Varvara Pajómenko, especialista en Caúcaso y analista del International Crisis Group.

Pajómenko cree que existen tres razones principales de la divulgación del radicalismo entre los musulmanes. La primera es el descontento con el gobierno actual: “hay descontento con la corrupción y la desigualdad social. La gente se da cuenta de que es extremadamente difícil alcanzar una mejora y algunos musulmanes empiezan a pensar que se puede alcanzar la justicia si se sustituye el estado laico por un califato que viva de acuerdo con las leyes de sharía”.

Según esta experta, la segunda razón tiene que ver con la lucha policial contra ciertos movimientos del islam como tal,  en vez de la lucha contra el terrorismo. “Cuando empieza la persecución de  personas no porque han violado la ley sino por sus largas largas o porque van a la mezquita 'incorrecta', incluso los musulmanes más moderados a menudo se vuelven radicales”, explica Pajómenko. 

La analista también cree que el acercamiento y el "fortalecimiento de las relaciones con los países de Oriente Próximo, incluyendo Siria, en las últimas décadas hace que lo que ocurra allí se tome más a pecho e influya sobre la popularidad de movimientos radicales”.

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