Sociólogos identifican las costumbres más extendidas. Fuente: AFP / East News
El 35% de los encuestados en julio de este año por el estatal Centro Ruso de Estudio de la Opinión Pública (VTsIOM, por sus siglas en ruso) reconocen que son fumadores. Otro 13% de los participantes en la encuesta se declaraban exfumadores. El número de hombres fumadores es tres veces mayor que el de las mujeres. Además, uno de cada cinco fumadores reconoce que fuma como mínimo un paquete de tabaco al día. “Para mucha gente el tabaco es un método para combatir el estrés, un modo de relajarse”, comenta la psicóloga Elena Gálitskaya.
Las palabrotas son otra costumbre muy popular en Rusia. Un 61% de los encuestados en marzo de 2013 reconocían que en sus círculos de amigos se pronuncian regularmente palabras malsonantes. “Este lenguaje ayuda a expresar las emociones en momentos de dolor o a la hora de comunicar una feliz noticia, en ocasiones sólo las palabrotas ayudan a los rusos a expresar totalmente sus sentimientos”, comenta Gálitskaia.
Vodka o té
A pesar de la opinión de que el peor de los hábitos de los rusos es el alcohol, los rusos encuestados consideran el alcoholismo más bien como una enfermedad. No obstante, según los datos marzo de 2014, las personas que no beben nunca son percibidas por los rusos con cierta sospecha e incluso con indignación. Un 68% de los encuestados reconoce que consume alcohol de forma esporádica.
Aunque mucha más gente en Rusia prefiere beber té. Según el informe RosIndex de 2014, elaborado por la compañía de investigación internacional Synovate Comcon, más de un 90% de los rusos son consumidores habituales de esta bebida. Los rusos toman té durante la comida, con cualquier otro alimento o para entrar en calor. Sin embargo, la falta de medida en el consumo del té lo convierte en una mala costumbre.
“Mi familia vive en el interior de
Rusia, allí se sigue considerando que tomar té consiste en beberse siete u ocho
tazas, y repiten esto unas tres o cuatro veces al día, - comenta Natalia
Ziminá. – Es una tradición, y cada vez que alguien dice que es malo beber tanta
cantidad de té, nadie responde”.
Consejosinnecesarios
Los psicólogos entrevistados por RBTH señalan algunos malos hábitos más. Por ejemplo, los rusos suelen buscar modos de echar la culpa de un suceso a algo o a alguien, ya sea una persona concreta, el Estado en general o incluso el destino. Una vez se ha hallado al 'culpable', les resulta más fácil superar un problema.
“Creemos que deben hacerlo todo por nosotros, - comenta la psicóloga María Kiseliova. – De hecho, no ha pasado tanto tiempo desde los tiempos de la servidumbre (fue abolida en 1861). En aquellos tiempos prácticamente todo dependía del señor o del zar. Hoy en día todavía nos parece que nada depende de nosotros”.
La historia explica también el origen de otra mala costumbre típica de los rusos: dar consejos. Por ejemplo, el típico viaje en transporte público con un niño puede convertirse rápidamente en un curso rápido sobre 'cómo educar a tu hijo' impartido por los pasajeros de alrededor. “Antes los campesinos vivían en comunidad y la prosperidad del colectivo en general dependía de cómo se comunicaban sus miembros, de los consejos que se daban entre ellos, - comenta Kiseliova. – Esta comunidad ha permanecido en el subconsciente de la gente, de ahí la costumbre de dar consejos incluso cuando nadie los ha pedido”.
Otra costumbre típica en Rusia es esperar 'un golpe de suerte'. Los rusos, incluso cuando prevén las peores situaciones, siempre esperan que uno u otro problema acabe resolviéndose por sí solo. “Nuestro país es muy grande y rico en recursos, - continúa Kiseliova, - nuestro clima es duro, pero no es el peor de todos. Por eso siempre hay mayor probabilidad de sobrevivir que, por ejemplo, en Japón, donde a menudo suceden desastres naturales, o en Europa, donde hay poco espacio y existe una enorme competencia. Hay un sentimiento de que incluso la naturaleza nos ayudará, de que sobreviviremos de algún modo”.
Muchos malos hábitos se han convertido en cualidades del carácter ruso. Por ejemplo, los extranjeros definen con razón a los rusos como gente que siempre anda con prisas a todas partes. La costumbre de ir corriendo a coger el tren incluso cuando faltan cinco minutos para que pase, de pasar con el semáforo en rojo cuando queda un segundo para que se ponga en verde, la incapacidad de esperar y mostrar paciencia haciendo cola, todo esto trae a menudo consecuencias negativas.
Sin embargo, pocos rusos están dispuestos a abandonar estas malas costumbres: en una encuesta celebrada hace seis años por el Centro Ruso de Estudio de la Opinión Pública, casi un 70% respondía que si un mal hábito no supone un problema para la gente que nos rodea, no es necesario cambiarlo. “En general, esta percepción ha cambiado muy poco, hoy en día sigue siendo igual”, considera el director general del Centro Ruso de Estudio de la Opinión Pública, Valeri Fiódorov.
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