Los jóvenes centinelas descubren sus secretos. Fuente: Nikolái Koroliov
Son chicos sencillos de todos los rincones del país a los que les ha tocado hacer el servicio militar en la guardia presidencial. Las exigencias para la admisión en el regimiento son: motivación, educación media, no tener antecedentes penales o detenciones de la policía, un estado moral y psíquico normal y, por supuesto, la apariencia: una altura de entre 175 y 190 centímetros, no tener ni tatuajes ni cicatrices. De entre ellos se selecciona a varios para la compañía de guardia especial, son a ellos a los que vemos inmóviles junto a los muros del Kremlin.
Una semana de vida en posición de firmes
Alexander Makartsev, soldado raso de la primera compañía de la guardia de honor, lleva nueve meses en la guardia y ya ha salido 150 veces marcando el paso hacia su puesto levantando la pierna en un ángulo de 90 grados.
Esto significa que Alexander ha pasado en posición de firmes una semana entera de su vida. Los principales fallos entre 'los soldados de plomo', según nos cuenta Alexander, son mirar a una chica o a los "suyos": cuando llega gente con el mismo uniforme te llama inmediatamente la atención.
Durante el servicio el joven ha aprendido a diferenciar entre turistas rusos y extranjeros: "Los nuestros tienen las caras más redondeadas y los europeos tienen rasgos más simétricos, una línea de los labios más plana. Los nuestros te sonríen más".
¿En qué piensa un centinela durante la guardia? Entra en la conversación el camarada de Alexander, el soldado raso de la primera compañía de la guardia de honor Evgueni Rindin: "Piensas en los que han estado aquí antes que tú y que a fin de cuentas esto es la Tumba al soldado desconocido. Aquí está enterrada una persona que dio su vida por todos nosotros. ¿Y no vas a terminar la guardia, no vas a aguantar?"
La Tumba al soldado desconocido se instaló en los Jardines de Alexander, junto a los muros del Kremlin en 1966, con ocasión del 25º aniversario de la derrota de las tropas alemanas en Moscú. Este monumento se construyó en honor a los soldados que murieron en la Segunda Guerra Mundial. Su otro nombre es el de Puesto Nº 1 o "el puesto más importante del país".
Un selfie junto a la llama eterna
"Me alegro cuando vienen familias enteras con niños", dice Alexander. "Hay quien viene y se inclina, hasta quien llora. Las abuelas y los abuelos, por norma, se santiguan y ponen flores. Es especialmente agradable ver a los chinos que conocen nuestras costumbres y que se inclinan tres veces en la tierra frente a la Tumba al soldado desconocido".
También hay jóvenes que vienen a hacerse un selfie. Intentan ponernos nerviosos y nos gritan: "Veníos con nosotros". Alexander ya ha aprendido a salir de estas situaciones: "En esos momentos intento mirar al cielo, abstraerme de la gente. Veo lo que pasa, escucho lo que dicen pero no cedo".
Métodos secretos
Alexander muestra unas manos bronceadas y se levanta la camiseta hasta los codos, la piel está blanca. "Ayer en Moscú hacía un calor que no era normal: a la sombra hacía 38 grados, y el granito se calienta, además del calor de la llama, en total unos 50 grados. Pero no hay nada que hacer, hay que aguantar".
El centinela comparte sus secretos: si se te posa una avispa, no hay que agitarse bajo ninguna circunstancia, ella misma se irá. Si quieres toser hay que tocar el cielo con la lengua y se te pasan las ganas. Toser para dentro. Bostezar y rascarse está categóricamente prohibido.
En último extremo un centinela puede pedir ayuda a un compañero: un poco más lejos de la Tumba al soldado desconocido hay un centinela más. Es él el que avisa con un silbido si alguien intenta acercarse al monumento.
Fuente: Nikolái Koroliov
Los centinelas, en caso de que necesiten ayuda, tienen sus señales secretas, no gritan "ven aquí": golpeando con el índice y el dedo gordo sobre el cañón suena y el centinela de guardia acude donde está su compañero para, por ejemplo, arreglarle el uniforme o secarle la cara.
En las manos llevan una carabina semiautomática Simónov, que tiene una capacidad mortal a una distancia de 1,5 kilómetros. Sin embargo, en opinión de Alexander, en caso de tener que utilizar el arma, los centinelas tendrían en cuenta la seguridad de la gente de alrededor, no habría derramamiento de sangre.
Las ventajas de servir en la compañía del Kremlin
Existe la idea de que en la compañía del Kremlin el servicio es más fácil que en las otras. En el cuartel de la compañía de la guardia especial tienen hasta un cine propio en el que los soldados pueden ver películas patrióticas.
Los muchachos pueden dedicarse a sus aficiones: se ha creado una orquesta y han hecho salidas organizadas al teatro. Sin embargo dice Alexander: "Aquí estamos como en el ejército normal. Nos convierten en hombres. Cuando nos aíslan de las comodidades de casa, de las alegrías de la vida en libertad, ya no importa quién eras antes o cuánto dinero tenías".
Alexander relata que al principio todos intentaban ocultar su parte negativa, pero que pronto surge la verdadera persona. Todos son distintos. Hay quien por ejemplo se dedica a las artes marciales. A Alexander le gusta dibujar. El tema de su próximo cuadro será el cambio de la guardia de honor. El cuadro se lo regalará a su madre o a alguno de sus compañeros. Además Alexander también es peluquero. Son sus peinados los que ocultan los centinelas bajo las gorras. Aquí, en el cuartel, sienta a sus 'clientes' en un inmenso sillón de cuero en el que antes se cortaba el pelo Borís Yeltsin: el sillón fue retirado y se lo regalaron a la compañía.
El servicio en la compañía presidencial le da a los soldados algunos privilegios. Después de servir cada uno recibe un certificado que le ayudará a encontrar trabajo. El servicio en una compañía como esta les da a los soldados también privilegios para entrar en las mejores escuelas. Los licenciados pueden entrar en la Universidad Estatal de Moscú (la universidad más antigua y más importante de Rusia) prácticamente sin hacer exámenes. Alexander Makartsev se aprovechará sin duda de esta ventaja.
A Alexander le quedan tres meses de servicio, dice: "Precisamente aquí he entendido que la gente no sabe de lo que es capaz".
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