El primer país de Europa en abolir la pena de muerte

La mayor medida de castigo fue suprimida en Rusia por primera vez hace 270 años, aunque se retomó  y actualmente sigue siendo una cuestión controvertida. Fuente: Vladímir Viatkin / Ria Novosti

La mayor medida de castigo fue suprimida en Rusia por primera vez hace 270 años, aunque se retomó y actualmente sigue siendo una cuestión controvertida. Fuente: Vladímir Viatkin / Ria Novosti

A finales de 1744 su majestad Elizaveta Petrovna, hija del emperador ruso Pedro I, ordenó a todos los organismos del Estado que enviaran a la capital un informe detallado sobre los condenados a pena de muerte y decretó que no se ejecutaran estas condenas sin una orden expresa del emperador. Fue así como Rusia renunció a esta terrible condena hace ya 270 años. Sin embargo, no fue para siempre.

Últimamente, algunas personas vienen proponiendo de manera periódica en Rusia la suspensión de la moratoria a la pena de muerte; los parlamentarios argumentan acerca de la necesidad de imponer un castigo estricto contra la pedofilia. Hace solo unos días el jefe del Comité de Investigación de Rusia, Alexander Bastrikin, habló de “la hipotética posibilidad de aplicar” la pena capital.

La postura de los rusos ante la pena de muerte es bastante propicia. Hace dos años, la fundación Opinión Pública llevó a cabo una encuesta cuyos resultados revelaron que el 62 % de los rusos estarían a favor de la recuperación de la pena de muerte. El 72 % de los encuestados declararon que dicha pena debería aplicarse a los delitos sexuales contra menores de edad, el 64 % se mostraron a favor de la aplicación de la pena capital a los asesinos y el 54 % son partidarios de aplicarla a los terroristas. Un 12 % opina que se debe condenar a muerte por delitos de traición al Estado.

¿Qué temen los rusos?

Los expertos están convencidos de que las autoridades no pueden dejarse llevar por la demanda popular. La presidenta de la ONG ‘Fundación social interregional de ayuda a los presidiarios’, María Kannabij, se opone firmemente a la introducción de esta medida de castigo. “La pena de muerte no mejora la situación porque la crueldad solo genera más crueldad”, declaró en una conversación mantenida con RBTH.

El director del movimiento ‘Por los derechos humanos’, Lev Ponomariov, comentó en una entrevista con RBTH que hace bastante tiempo que la población apoya estas disposiciones, y no solo en Rusia. “Se ha extendido el mito de que el endurecimiento de las penas puede reducir el número de delitos. Sin embargo, la experiencia mundial demuestra que es imposible solucionar cualquier problema de esta manera”, explica el defensor de los derechos humanos. “La ONU ha realizado estudios en decenas de países que confirman esta tesis”.

Ponomárev indica que la gente se guía por el instinto de venganza personal a la hora de hablar de la pena de muerte, con declaraciones como: “y si mataran a tu hijo ¿no querrías que muriera el asesino?”. “Los miembros del gobierno deben pensar en la reducción del número de delitos y de agresividad en la sociedad, así como en los posibles errores que podrían llevar a la condena de inocentes”, concluye.

Hoy en día, el único Estado europeo que aplica la pena de muerte es Bielorrusia. 

La historia

De acuerdo con un decreto de 1744, la Federación de Rusia humanizó el sistema penal antes que todos los demás Estados europeos, escribe el periódico Moskovski Komsomólets. Este documento no excluía formalmente el articulado sobre la pena de muerte de la legislación, pero en la práctica supuso su abolición.

Sin embargo, a pesar de la abolición siguió habiendo ajusticiados. Entre 1741 y 1825 fueron ejecutadas siete personas acusadas de conspiración, una de las cuales era el famoso Yemelián Pugachev. Más tarde, el emperador ruso Pablo I declaró durante la única sentencia a muerte impuesta en su presencia: “Gracias a dios en Rusia no hay pena de muerte y no seré yo quien la introduzca”.

Sin embargo, este periodo de calma duró poco y los siguientes 80 años, a partir de 1825, el número de condenas impuestas ascendió a 625, aunque solo 191 se llegaron a ejecutar.

Los inicios del siglo ХХ fueron tiempos agitados: en solo tres años (de 1905 a 1908) cerca de 2.200 personas fueron privadas de su vida durante la represión de las revueltas.

No obstante, los periodos subsiguientes de consolidación del régimen soviético y hasta 1947 la cantidad de víctimas aumentó de forma pavorosa. Los condenados a la pena capital se contaban por cientos de miles; algunos historiadores coinciden en cifras que superan las 600.000 personas. Si se calcula de manera rigurosa, durante este periodo se ejecutaba diariamente a cerca de 1.200 personas a lo largo de todo el país.

El 26 de mayo de 1947, Iósif Stalin abolió la pena de muerte, pero a principios de los años 50 la recuperó.

A partir de 1962 se empezó a aplicar en la URSS la pena capital a delitos económicos como la ‘especulación monetaria’. Así, de 1962 a 1990 fueron fusiladas 24.000 personas.

Tras la caída de la Unión Soviética el número de ejecuciones se redujo bruscamente. En cinco años —desde 1991 a 1996— se formalizaron 163 condenas. La última sentencia de muerte que se practicó en Rusia tuvo lugar el 2 de septiembre de 1996. El 16 de abril de 1997 se estableció una moratoria a la pena capital. El 3 de junio de 1999, 703 condenados a muerte previamente fueron sentenciados a cadena perpetua.

El 19 de noviembre de 2009, el Tribunal Constitucional de Rusia declaró la pena de muerte contraria a las obligaciones internacionales de la Federación de Rusia.

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