Tras la caía de la URSS se abrió un nuevo periodo que tuvo su reflejo en la moda. Fuente: ITAR-TASS
Esta década se caracterizó en todo el mundo por el lema “sé tú mismo” (“be yourself”), y en Rusia la necesidad de realizarse a sí mismo se acentuó con los cambios económicos. Un torrente de productos llegados de Turquía y del sudeste asiático, que no eran de la más alta calidad ni de apariencia elegante, inundó el país. Las chicas jóvenes empezaron a tener la posibilidad de vestirse de la manera que quisieran y no con lo que consiguieran.
Una cola de caballo despreocupada, una camiseta de talla XXL con estampado divertido y jeans descoloridos (que en ruso se llamaban “varionki”) constituían la versión más moderada de la imagen que mostraba la mujer joven de aquella época. Después había variaciones. Eran muy populares, por ejemplo, las camisetas de colores ácidos cuyo extremo inferior cortaban en flecos verticales de unos 10-15 cm y que adornaban con minúsculos clips de plástico de colores.
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Por cierto, los “varionki (jeans lavados a la piedra) eran llamados así no sólo por su color sino debido a que no se podían comprar ya preparados. Los rusos se las ingeniaban para 'cocinar' en condiciones caseras tejanos azules. Una alternativa a los tejanos eran unas modernísimas mallas elásticas brillantes de los colores más inconcebibles: desde los monocromáticos turquesas, rosados y verdes hasta los estampados de leopardo y de arcoíris.
Además, los llevaban con todas las combinaciones posibles: con jerséis anchos o con americana, debajo de minifaldas o solamente con un top corto, independientemente de la complexión de su portadora o de su grado de deportividad.
Las chicas mayores estaban fascinadas con las imágenes sinceras de Interdevochka (una película muy popular en la época, sobre el difícil destino de una chica que ejerce la profesión más antigua del mundo). El estilo de la calle recordaba más bien al de la discoteca. Las minifaldas se utilizaban con medias de rejilla, chaquetas de colores con hombreras y botas de caña corta con adornos de piel. Todos los accesorios eran de colores intensos y se presentaban con gran abundancia de estampados, elementos decorativos y brillantes, y se acompañaban de cuero: desde 'kosuj' (chaquetas de piel con cremalleras en diagonal) hasta pulseras.
Fragmento de la película "Interdevochka"
Las señoras de más edad vestían con más elegancia. Pero no podían resistirse, por ejemplo, a comprar jeans turcos con brillantes y bordados. No obstante, eran los tejidos sintéticos fáciles de combinar y de colores intensos lo que les gustaba más a las señoras rusas. En las tiendas (y no sólo) se podían oír exclamaciones entusiastas, del tipo: “¡Adoro los tejidos sintéticos! ¡Son agradables al tacto y sientan bien!”.
En la producción de ropa de la Unión Soviética se daba preferencia a los tejidos naturales que, a pesar de todas sus ventajas, se arrugaban con más facilidad, poseían una gama de colores mucho menos diversificada y no siempre se ajustaban perfectamente a la figura. En general daban más trabajo.
Penas y alegrías del movimiento hippie en Rusia
Moda soviética de los años 20: chaquetas de cuero y estampados geométricos
Otro momento interesante de la moda de calle postsoviética se caracterizó por la tendencia a los cortes. Muchas mujeres, cansadas de prohibiciones, combinaban las prendas de manera atrevida, por ejemplo, blusas confeccionadas con tejidos elásticos y tejanos ajustados. Esta prenda del ropero era muy apreciada por todos. En la actualidad muchos abuelos y abuelas visten pantalones tejanos de buena gana, pero en la década de 1990 el uso de esta prenda estaba reservado únicamente a los jóvenes. La gente mayor, por lo general, llevaba vestidos, faldas y pantalones clásicos.
A los hombres jóvenes, al igual que a las chicas, también les gustaban los jeans desteñidos, las camisetas y las chaquetas de piel de hombreras anchas. Llevaban ropa y accesorios deportivos. Por ejemplo, el hombre de mediana edad vestía jeans oscuros o pantalones deportivos, zapatos clásicos o sandalias, que se podían llevar con medias, dependiendo de la estación, camisa, chaleco de explorador con una enorme cantidad de bolsillos cosidos por fuera y la indispensable “mariconera”, un bolso de mano para hombres para guardar y transportar documentos personales y otras pertenencias. Completaban el estilismo con una chaqueta de cuero o un abrigo de piel vuelta.
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