Dibujado por Alena Répkina
Si bien los primeros años de la revolución socialista el pueblo soviético seguía acudiendo con frecuencia a las reuniones del Partido y escuchaba atentamente los discursos propagandísticos sobre ‘los grandes objetivos de los planes quinquenales, vitales para el futuro de la revolución del proletariado en todo el mundo’, dicho entusiasmo desapareció en las décadas de los 60 y 70 del siglo XX.
Con la llegada del ‘deshielo’ los planes quinquenales, los indicadores de desempeño de la economía planificada, los sábados laborables obligatorios (conocidos como subótniki), las campañas de jornadas no remuneradas en días no laborables en beneficio de la sociedad y las reuniones del Partido no desaparecieron, pero la actitud hacia ellos cambió drásticamente.
Pocas personas se tomaban ya en serio los viejos lemas, que escuchaban, cada vez más, entre risas y susurros. Sin embargo, el trabajo ideológico de la máquina propagandística no se detenía ni se adaptaba a las nuevas condiciones, y seguía imponiendo a la gente con admirable tenacidad unos conceptos que habían perdido toda su relevancia hacía mucho tiempo. Con el colapso de la Unión Soviética la cosa no mejoró.
Durante muchos años el team building no hizo acto de presencia en Rusia, aunque todo el mundo reconocía la importancia del trabajo en equipo. Así fue como surgieron en Rusia los korporativi, unos eventos de cultura popular en el sentido más moderno de la palabra.
Se celebraba una comida a cargo de la empresa con bebida y algo para comer, las empresas grandes incluso reservaban mesa en un restaurante. Tomar unas copas, bailar un poco, cantar canciones populares, comer a costa de la empresa y de paso discutir algunos problemas de actualidad, válido tanto para el trabajo como para la política: esta es la idea del ‘corporativismo’ en Rusia.
Hablamos concretamente del periodo en que surgió este fenómeno. Ahora la cosa ha cambiado mucho: hay agencias especializadas de animadores profesionales e incluso programas preparados. En los korporativi actuales se celebran también eventos deportivos, concursos e incluso entregas de premios a los mejores empleados. Sin embargo, algunas se han conservado peculiaridades.
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“Como se suele decir: si a la mañana siguiente de una fiesta corporativa no te avergüenzas es que te lo pasaste mal”, bromea el empleado de una importante agencia de animación. “Nosotros, cuanto organizamos una fiesta corporativa en un restaurante o en el campo (esto es lo de menos), además del programa recreativo también tenemos que pensar algo para la comida. Recuerdo que, en una ocasión, celebramos una fiesta corporativa para una empresa minorista. El jefe era un chico joven que apostaba por un estilo de vida saludable, así que eliminó completamente el alcohol del menú. Los empleados tenían diferentes edades. Cuando los llevamos al sitio y vieron que no había alcohol y que en la mesa solo había unas ensaladillas estos se empezaron a poner nerviosos. Algunos pensaron que los jefes habían decidido ahorrarse un dinero, pero otros, preocupados, pensaron que la empresa había entrado en crisis. Incluso se acercaron a preguntarme a mí”.
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