Se abren centros de lengua e historia rusas para inmigrantes

El Servicio Federal de Migración argumenta que facilitará la integración, mientras los agentes sociales reciben la medida con cautela. Fuente: ITAR-TASS

El Servicio Federal de Migración argumenta que facilitará la integración, mientras los agentes sociales reciben la medida con cautela. Fuente: ITAR-TASS

El número de extranjeros que entraron en la Federación de Rusia en 2013 superó los 17,5 millones de personas. Una parte significativa acude en busca de trabajo. Para que su integración en la sociedad rusa se realice de forma satisfactoria, el Servicio Federal de Migración (FSM) ha tomado la decisión de crear unos centros especiales de adaptación social. ¿Necesitan los rusos y los propios inmigrantes este tipo de organismos?

Cómo funciona la adaptación

El nuevo proyecto de ley sobre “la adaptación de los extranjeros” dictamina que el conocimiento del idioma, las leyes y la cultura rusas constituyen los principios generales de integración y adaptación social y cultural.

Según los autores del proyecto de ley, este enfoque reducirá las tensiones étnicas y evitará la segregación de los inmigrantes. Además espera que cree las condiciones necesarias para una defensa efectiva de los derechos y los intereses legales de los extranjeros, al mismo tiempo que reduce la inmigración ilegal.

Como parte de este proyecto piloto se han abierto ya dos centros de adaptación en Rusia: uno en Támbov (450 km al sur de Moscú), con capacidad para 88 personas, y otro en Oremburgo (1.500 km al sureste), con capacidad para 100 personas. Los inmigrantes viven en los centros de adaptación, trabajan y acuden a clases de ruso por las tardes dos veces por semana y a clases de historia de Rusia y de fundamentos jurídicos una vez a la semana.

Estos centros no están acondicionados para la vida en familia; se trata, más bien, de residencias masculinas para extranjeros de entre 20 y 40 años, que tengan al menos una formación media y que respeten las leyes.

Tatiana Alexeevna Bazhan, autora del proyecto de ley, señala que los plazos exactos necesarios para lograr la adaptación del inmigrante se determinarán en función de los resultados del proyecto piloto.

“Nuestra tarea consiste en determinar, con la ayuda de expertos, cuánto tiempo necesita un extranjero para asimilar el idioma ruso, la historia y la legislación de nuestro país. Cuando finalice la prueba, sabremos cuáles son los pasos exactos a seguir para desarrollar un trabajo competente y profesional en materia de adaptación e integración de extranjeros”, comenta.

Los empleados del FMS no descartan que, si el experimento tiene éxito, se puedan abrir centros similares en todo el territorio de Rusia.

Con respecto a la financiación de los centros, Bazhan subraya que no cuentan con una base material predeterminada. Concretamente, los centros de adaptación de Támbov y Oremburgo están alojados en unos centros de residencia temporal para personas desplazadas que, hasta el momento, estaban ocupados en un tercio de su capacidad. El alojamiento de los inmigrantes corre a cuenta de los contratantes y el proceso de aprendizaje lo costea la fundación Russkiy Mir (que quiere decir ‘mundo ruso’).

El asesor principal del director ejecutivo de la fundación Russkiy Mir, Víctor Buyánov, ha señalado que las clases de ruso para inmigrantes son impartidas por filólogos altamente cualificados: se ha firmado un acuerdo con la Universidad Estatal Derzhavin de Támbov y con la Universidad Estatal de Pedagogía de Oremburgo. Profesores universitarios financiados por la fundación son quienes imparten las clases a los trabajadores extranjeros en estos centros. Es más, a las clases también pueden acceder de manera gratuita otros trabajadores inmigrantes que no residen en los centros pero desean aprender el idioma ruso.

Además de contribuir al proceso de adaptación, los centros mencionados podrían ayudarles a obtener el permiso de residencia temporal en Rusia; el FMS está estudiando la posibilidad de establecer este tipo de preferencias. 

Qué opinan los defensores de los derechos humanos

Según los defensores de los derechos humanos, la creación de este tipo de centros solo está justificada si la participación en el programa tiene carácter voluntario: “Mi opinión al respecto es muy positiva. Es estupendo que los inmigrantes tengan un lugar donde vivir y estudiar la historia y la lengua rusas, además de recibir asesoramiento jurídico, independientemente de sus posibilidades económicas. Lo único que me preocupa es que puedan ser enviados a estos centros por la fuerza”, opina la defensora de los derechos humanos y presidenta del Asistencia Ciudadana Svetlana Gannushkina.

Queda por saber hasta qué punto los propios inmigrantes necesitan este proyecto. En opinión de un empleado de la agrupación internacional Trudóvaya migratsia (Inmigración trabajadora), Serguéi Boldyrev, el alojamiento es lo único que puede interesar a los trabajadores extranjeros que estudian actualmente en los centros experimentales de Oremburgo y Támbov.

El director del departamento de estudios sobre inmigración e integración del Instituto de Sociología de la Academia de las Ciencias rusa, Vladímir Mukomel, ha sido aún más tajante al referirse al proyecto de ley. En su opinión, hasta un tercio de los inmigrantes viven de manera ilegal en Rusia, puesto que obtener el permiso de trabajo de manera legal resulta complicado en la mayoría de los casos. Esto hace que la adaptación económica de los inmigrantes sea más importante que la cultural.

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