Los trabajadores inmigrantes en Rusia buscan una solución a sus problemas laborales

Fuente: Reuters

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Los intentos que se hacen desde hace tiempo para crear grandes asociaciones internacionales empieza a dar ya sus frutos. En estas asociaciones trabajan también inmigrantes con conocimiento acerca de los problemas de la población inmigrante. Les ayudan a preparar documentación, a solucionar problemas burocráticos e incluso les proporcionan ayuda psicológica.

La organización más grande que representa los intereses de los inmigrantes laborales es la Federación de Inmigrantes de Rusia. Cada año realiza congresos con centenares de expertos y funcionarios invitados. Su presidente es Muhammad Madzhumder, originario de Bangladesh. Habla bien de los órganos de poder pero constantemente critica el Servicio Federal de Inmigración (FMS, por sus siglas en ruso).

“Es cierto que aquí se venden permisos de trabajo y el registro”, se lamenta Madzhumder “¡Pero también se vende la ciudadanía rusa! Ya se la han vendido a un millón de personas y después el FMS ha retirado 110.000 pasaportes por considerarlos ilegales. Una persona compra la ciudadanía y después una casa, un coche, sus hijos se convierten en ciudadanos de Rusia... y después le dicen: tú no eres ciudadano.”

Los expertos consideran que la aversión entre la Federación de Inmigrantes y el FMS es mutua y la atribuyen al choque de intereses económicos.  

En su día Madzhumer propuso crear una empresa que preparara toda la documentación necesaria para los inmigrantes, explica Alexéi Grishin, miembro de la Cámara Social de Rusia y presidente del centro informativo y de análisis, religión y sociedad. Propuso cobrar el precio de cerca de 4.000 rublos (84 euros) por ese servicio. Sin embargo las empresas que tenían buena relación con el FMS cobraban aproximadamente 2.000 rublos (42 euros) más por ese servicio. Y, curiosamente, a Madzhumder en seguida le empezaron a surgir problemas con el FMS.

La Federación de Inmigrantes de Rusia se creó en el año 2007, cuando la población inmigrante empezó a crecer de forma notable.

Muhammad Amin Madzhumder nació en 1967 en la familia de uno de los líderes del Partido Comunista de Bangladesh. En 1989 se trasladó a Rusia. Ingresó en la Facultad de Económicas de la Universidad Estatal de Moscú, en 1993 se casó con una mujer rusa y al poco tiempo recibió la ciudadanía rusa.

En el año 1997 Madzhumder, que ya tenía muchos contactos en Rusia y en el extranjero, se puso al frente de la Organización Islámica Internacional Representativa. Más adelante trabajó en la Cruz Roja. Al saber que la Federación de Inmigrantes contaba con el apoyo del poder, las diásporas empezaron a acercarse a la organización y gracias a sus cuotas de afiliados garantizaron su existencia. Actualmente, según los datos de su sitio web, 74 diásporas forman parte de la Federación pero según los expertos en realidad sólo participan directamente en el trabajo cerca de 40. Los más activos son los vietnamitas, los tayikos y los uzbekos. 

Un sindicato para inmigrantes

El Sindicato de Trabajadores Inmigrantes es la organización sindical más grande de Rusia que defiende los intereses de los trabajadores extranjeros. Fue creada por Renat Karímov, tártaro étnico y ciudadano de Rusia. Casi todos sus trabajadores son inmigrantes que tienen permiso de trabajo.

El propio Renat Karímov, de 57 años, explica cómo empezó todo hace siete años. “Trabajaba en una estructura comercial, que se dedicaba a encontrar trabajo para los inmigrantes. A menudo tenía que solucionar problemas que surgían: por ejemplo que en algún sitio no pagaban, detenciones...Y comprendí que hacía falta un sindicato”, cuenta Karímov.

Actualmente el sindicato está formado por cerca de 30.000 personas procedentes de los países de la Comunidad de Estados Independientes, sobre todo de Uzbekistán y de Ucrania, los países que suministran a Rusia la mayor parte de inmigrantes. Algunos trabajan en las regiones de Moscú, Sarátov, Novosibirsk e Irkutsk, regiones donde existe una filial del Sindicato de Trabajadores Inmigrantes. La cuota de afiliado consiste en cerca del 1% del sueldo y, según Renat Karímov, la organización existe gracias a ese dinero.

A diario se dirigen a la oficina del sindicato hasta 100 personas, y una cifra superior llama por teléfono. La queja más habitual en el sindicato es contra los policías.

“Nos llaman a los teléfonos móviles incluso de noche”, explica Renat Karímov. “Llaman cuando se encuentran en cualquier tipo de problema, los que están bajo nuestra tutela necesitan que alguien les defienda”.

En algunos casos las personas necesitan ayuda psicológica. Hubo casos en que los desesperados inmigrantes estuvieron a punto de suicidarse y los trabajadores del sindicato se movieron para impedirlo.

Al igual que su colega Madzhumder, Karímov también critica la política migratoria.

El servicio de prensa del FMS informó de que “los órganos territoriales del servicio empezaron a cooperar con 1.454 asociaciones sociales nacionales”. Los funcionarios y los trabajadores sociales discuten sobre los cambios en la legislación administrativa y migratoria, sobre la organización de cursos de ruso, sobre los documentos que son indispensables para los inmigrantes para trabajar de forma legal.

Además, los representantes de las asociaciones nacionales y de las diásporas impulsan la elaboración de manuales de instrucciones para los inmigrantes. El formato en el que colaboran las asociaciones y el FMS es a través de consejos sociales consutivos, creados por los departamentos del Servicio Migratorio. 

Artículo original en ruso en Kommersant

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