Fuente: Reuters
“Mi dolor espiritual es insoportable”
El documento, con fecha del 7 de abril de 2013, está formado por dos páginas de texto mecanografiado y firmado del puño y letra del diseñador de armas. En ella, Mijaíl Kaláshnikov comparte con el patriarca ortodoxo su sufrimiento espiritual y sus dudas respecto a su parte de responsabilidad en la muerte de las personas abatidas por el fusil que él inventó.
“Mi dolor espiritual es insoportable, me planteo constantemente la misma pregunta sin solución: ¿si mi fusil quitó la vida a tanta gente, entonces yo también, Mijaíl Kaláshnikov, nacido hace 93 años, hijo de campesinos, cristiano y ortodoxo según mi propia fe; soy culpable de la muerte de esa gente, aunque fueran enemigos?”, pregunta Kaláshnikov al patriarca.
Muchos diseñadores de armas y científicos se han arrepentido de sus creaciones al final de su vida. El inventor de la bomba atómica, Robert Oppenheimer, lamentó gravemente la fuerza destructora de las armas que había creado tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki. Su sentimiento de culpa fue tan grande que desde entonces se dedicó a luchar activamente contra el uso y el desarrollo de este tipo de armas.
En su carta, Kaláshnikov llama a su fusil AK-47 “arma monstruosa”, y al “principal enemigo, los norteamericanos”, los llama “amigos”.
“Siempre avanzamos al ritmo de los tiempos, de algún modo fuimos por delante de nuestro principal enemigo, los estadounidenses, aunque en el plano humano éramos amigos, aunque sirviéramos a sistemas sociales distintos e irreconciliables en aquellos años”, escribe el diseñador de armas.
En la carta también comparte algunas reflexiones sobre el destino del país y de la humanidad.
“Sí, aumenta el número de iglesias y monasterios en nuestra tierra, ¡pero el mal no disminuye! El bien y el mal conviven, luchan entre sí y, lo más terrible de todo, se reconcilian en las almas de la gente, a esta conclusión he llegado en el ocaso de mi vida terrenal. El resultado es una especie de motor eterno como el que yo deseaba inventar en mis años de juventud. Luz y sombra, bien y mal, ¿son las dos caras opuestas de un mismo todo, incapaces de existir la una sin la otra? ¿Fue acaso el Todopoderoso quien dispuso todo de este modo? ¿Deberá la humanidad vegetar eternamente en esta correlación de fuerzas?”, inquiere Kaláshnikov.
En este sentido, el autor de la carta otorga un papel especial a la Iglesia ortodoxa rusa, de la que dice que “traerá al mundo los valores sagrados del bien y la misericordia”.
“Y el Señor me ha aconsejado en mis últimos años acercarme con la ayuda de mis amigos a los santos sacramentos de Jesucristo, confesarme y comulgar con el Cuerpo y la Sangre de Cristo”, escribe Kaláshnikov.
“A usted confío mis meditaciones sobre mis pecados, a su palabra y a su lúcida sabiduría. Veo y escucho sus predicaciones y respuestas a las cartas de las personas laicas cuyas almas se hallan en cotidianas perturbaciones. Usted ayuda a muchos de ellos con la Palabra de Dios, la gente necesita su apoyo espiritual”, señala Kaláshnikov en su carta.
Nunca sacó a la superficie lo que sentía
El secretario de prensa del patriarca Kirill, Alexander Vólkov, ha informado que el patriarca recibió la carta de Kaláshnikov y que incluso le escribió una respuesta.
“Fue una carta muy oportuna en una época de ataques contra la Iglesia. El patriarca agradeció al famoso diseñador de armas la atención que le dedicó, así como su opinión, y respondió que Mijaíl Timoféyevich había sido un ejemplo de patriotismo y de comportamiento respecto al país”, señala Vólkov.
El representante del patriarca añadía que, en cuanto a la responsabilidad del inventor del fusil por la muerte de personas, la Iglesia tiene una postura completamente inequívoca al respecto: cuando las armas sirven para la defensa de la Patria, la Iglesia apoya tanto a sus creadores como a los soldados que las utilizan.
“Él inventó este fusil para la defensa de su país y no para que lo utilizaran los terroristas”, aclara Vólkov.
La hija del inventor, Elena Kaláshnikova, aconseja no tomar este cambio de convicciones de Mijaíl Timoféyevich demasiado en serio.
“Evidentemente, no se puede decir que viviera siguiendo estrictamente los mandamientos. Debemos entender también cómo era su generación. Y es que hay quien asegura que tiene fe en Dios y realmente no la tiene, así como quien cree y nunca ha hablado de ello. Mijaíl Timoféyevich nunca sacó a la superficie lo que sentía. Yo recuerdo que en 1999 le llevé una cruz, se la colgué, o, mejor dicho, le obligué a colgársela, y le dije: 'Santíguate”. Él me respondió: 'No puedo, mi mano no me obedece', y se llevó la mano al corazón”, recuerda la hija de Kaláshnikov.
Artículo publicado originalmente en ruso en Izvestia.
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