Continúa el proceso judicial contra Dmitri Vinográdov que el año pasado mató a seis compañeros de trabajo. Fuente: RG
El pasado miércoles empezó en Moscú el proceso judicial contra Dmitri Vinográdov, el jurista que en noviembre de 2012 asesinó a seis de sus colegas en la oficina moscovita de una compañía farmacéutica. El jurista reconoció su culpa inmediatamente después de que el fiscal pronunciara el veredicto acusatorio. Pero observó que tenía poca consciencia de sus actos. Los expertos aseguran que sí era consciente de lo que hacía, aunque padece alguna enfermedad mental.
A Dmitri Vinográdov se le juzga en virtud de tres artículos del Código penal, por asesinato múltiple, por intento de asesinato y por hacer llamamientos públicos a realizar actividades extremistas.
El 7 de noviembre de 2012, entró en la oficina de la cadena farmacéutica 'Rigla' con dos carabinas de caza y disparó contra siete empleados de la compañía. Como resultado, cinco personas, tres hombres y dos mujeres, murieron en el acto, y otra víctima falleció más tarde en el hospital. Sólo logró sobrevivir una mujer herida.
En la víspera de la masacre, Vinográdov colgó en internet un manifiesto, en el que comparaba a toda la humanidad con un tumor cancerígeno, hacía un llamamiento para su aniquilación en masa y justificaba tales acciones.
Sobre la base de estas declaraciones, los periodistas empezaron a referirse a él como “el Breivik ruso”.
Durante la instrucción, los expertos reconocieron a Vinográdov como una persona consciente de sus actos, a pesar de su alienación mental en el momento del crimen. Ahora pende sobre él la amenaza de cadena perpetua.
Pero los especialistas no lo consideran un terrorista. Según datos de la instrucción, el hombre cometió el crimen movido por razones personales.
Según la policía, al jurista lo había dejado una chica con la que había salido, después de lo cual empezó a consumir alcohol y, tras pasarse cinco días seguidos bebiendo, se presentó armado en la oficina.
Como explicó el psiquiatra-criminalista y jefe del Centro de ayuda jurídica y psicológica en situaciones extremas, Mijaíl Vinográdov, lo único que une a Breivik con el tirador moscovita es el manifiesto.
“Es una persona psicológicamente enferma, pero responsable. Estaba poseído por la idea de librar a la humanidad del estiércol. (En el manifiesto el acusado denominaba así a todos quienes lo rodeaban.) Ambos criminales escribían abiertamente y publicaban sus ideas en internet -explica el psiquiatra-. En todo el mundo ha aumentado drásticamente el nivel de tensión psicológica. Las personas como el acusado, con una gran sed de poder, se afanan en demostrar su superioridad con una perseverancia maníaca. Las personas se han olvidado de hablar civilizadamente”.
Serguéi Yenikolopov, jefe del departamento de psicología criminal de la Universidad municipal de Psicología y Pedagogía de Moscú, cree que no se puede comparar a Vinográdov con Breivik. “No es un fascista, no es necesario hacer de un asesino común una figura de gran envergadura. Individuos como Vinográdov aparecen porque en nuestro país se presta poca atención a la salud mental -considera el experto-. A las personas como Vinográdov los empuja a cometer actos de violencia el trabajo rutinario; en muchos casos, cuando la gente se siente maltratada, esas personas tienen un entendimiento de sus derechos y un sentido de la justicia muy peculiar. Como resultado, empiezan a tomarse la justicia por su mano. Se convierten en sus víctimas no quienes lo ofendieron sino sus cordiales colegas o el guardia de la entrada. Los pequeños estreses en la gran ciudad pueden originar grandes trastornos. En Estados Unidos estos incidentes se manifiestan más a menudo, pero estos mismos procesos también se dan en otros países civilizados”.
El psiquiatra Mijaíl Vinográdov afirma que estos crímenes se podrían evitar si, por ley, se permitiera someter a tratamiento psicológico a personas peligrosas. “Las personas con ideas maniáticas y obsesionadas con las armas salen del hospital, escriben una declaración conforme a que no desean seguir recibiendo tratamiento y las dejan en libertad. No se las puede forzar a recibir tratamiento sin su autorización. Es hora de cambiar la ley sobre la prestación de asistencia psicológica y de endurecerla”, opina Vinográdov.
Comparte su opinión Serguéi Yenikolopov, quien opina que de las investigaciones de estos casos se tienen que ocupar los científicos rusos y buscar vías de descubrimiento y diagnóstico temprano en las personas con tendencia a la violencia.
El especialista señala que, en la actualidad, hay muy pocas investigaciones interdisciplinarias que puedan explicar fenómenos similares. “En las universidades prácticamente no se imparten cursos de psicología criminal. Como resultado, apenas reaccionan los medios de comunicación y el resto de expertos no entienden a qué esfera deben remitir estos casos”, dice Yenikolopov. “Se tiene que escribir más sobre psicología cotidiana, sobre cómo luchar contra el estrés, en vez de cómo seducir a mujeres hermosas, hay que impartir conferencias de psicología a los policías”.
Todos los derechos reservados por Rossíiskaia Gazeta.
Suscríbete
a nuestro boletín
Reciba en su buzón el boletín informativo con los mejores artículos sobre Rusia: