Tras las redadas contra la inmigración ilegal se ha descubierto que cientos de personas trabajaban en condiciones infrahumanas. Fuente: Ria Novosti
Durante los controles llevados a cabo en el barrio de Goliánovo, un barrio marginal situado en la zona oriental de Moscú, se encontró una fábrica clandestina en la que trabajaban cientos de inmigrantes ilegales, principalmente vietnamitas. Los detenidos casi no cabían en el centro de retención previo a la deportación, por lo que las autoridades desplegaron un campamento para 900 personas.
Los defensores de los derechos humanos intervinieron enseguida para prestar ayuda a los inmigrantes irregulares detenidos. En el campamento provisional hay una lavandería, una zona para recargar los teléfonos móviles, agua potable y comida. Los defensores de los derechos humanos aseguran que la mayor parte de los vietnamitas detenidos no solo han violado la ley de inmigración, sino que son víctimas de la explotación ilegal, o dicho de otra forma, esclavos.
“En presencia de todos los representantes de los cuerpos de seguridad del Estado he anunciado que este campamento está lleno de antiguos esclavos. Ellos son las víctimas. Ahora habrá que interrogarlos y abrir los procesos criminales pertinentes en función de las evidencias de uso de mano de obra esclava, impago de salarios y actividades empresariales ilegales. Aquí se puede recopilar información suficiente para abrir un proceso penal a gran escala. Lo importante es encontrar a los organizadores que estaban ganando decenas de millones de dólares a costa de estas personas”, comenta Vladímir Osechkin, director de la red social Gulagu.net, que ofrece ayuda a los detenidos.
Este activista cree que es necesario embargar la propiedad de los esclavistas y pagar con este dinero una indemnización a las víctimas. “Es evidente que estas personas no recibían ningún salario y estaban siendo retenidas en condiciones inaceptables. No he visto en el campamento a ningún representante de la fiscalía que se esté encargando de estos asuntos. Y el hecho de que no se esté interrogando a los detenidos ni se estén intentando aclarar los detalles de su trabajo indica que no hay intención de realizar una investigación a fondo”, comenta Osechkin indignado.
Señala también la necesidad de llevar a cabo una investigación anticorrupción, ya que una producción de estas dimensiones no podría existir sin el conocimiento de los funcionarios locales.
El activista explica que ya se ha entregado la información sobre los inmigrantes a las embajadas de sus países de origen y, en cuanto estén preparados sus documentos, en un pocos días serán trasladados a sus casas.
Nikita Mkrtchián, trabajador del Instituto de Demografía de la Escuela Superior de Economía, no descarta que entre los detenidos en Goliánovo realmente haya esclavos. “La trata de personas es un problema internacional, ocurre en todos los países. En Rusia también se dan casos de explotación ilegal y, en menor medida, de secuestro de personas”, explica.
El experto recalca que la policía debería encargarse de estos asuntos en colaboración con los defensores de los derechos humanos. “Lo que ocurre es que las personas que se suelen encontrar en una situación desesperada tienen miedo de ir a la policía, pero confían en los activistas por los derechos humanos”, concluye Mkrtchián.
Sobre la explotación forzosa a la que han sido sometidos los ocupantes del campamento también ha hablado otro defensor de los derechos humanos perteneciente al ‘Movimiento transhumanista ruso’, Daniil Medvédev. En su blog escribe que él mismo se tropezó con la esclavitud en Moscú el año pasado, precisamente en Goliánovo. En aquella ocasión 10 mujeres fueron liberadas, pero la policía trató de culpar a las esclavas por su condición de inmigrantes irregulares. Según cuenta, todavía no se ha abierto ningún proceso penal por trata de esclavos en base a estos hechos.
El activista asegura que las empresas ilegales cerradas al este de la capital no son las únicas, pero una sola fábrica cerrada ya constituye una gran victoria. “Han salvado a estas personas, las han liberado. Apenas entienden lo que les pasa porque, hasta ahora, Moscú para ellos se limitaba al territorio de la fábrica en la que los tenían retenidos.
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No saben qué esperar, pero al menos en el campamento pueden descansar de un trabajo agotador que les tenía retenidos entre 12 y 14 horas diarias sin recibir un salario, y la deportación es una oportunidad de volver a tener una vida normal en sus países de origen, no es un castigo. El inmigrante irregular que no tramita el permiso de trabajo, pero está en libertad y trabaja a cambio de un salario no es exactamente lo mismo que un esclavo sin derechos, que trabaja para su dueño”, concluye el bloguero.
Según los datos publicados por los medios de comunicación, en Rusia trabajan más de un millón de personas en condiciones de esclavitud, pero esta información tiene más de 13 años.
Por otra parte, Daniil Medvédev señala que, en la última década, en Rusia no se han adoptado medidas serias para luchar contra la esclavitud, y que la situación podría haber empeorado.
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