La Iglesia interfiere cada vez más en la vida pública rusa

El clericalismo se está expandiendo como la pólvora en el territorio ruso, prueba de ello son algunos cambios en las festividades nacionales. Fuente: AFP / EastNews

El clericalismo se está expandiendo como la pólvora en el territorio ruso, prueba de ello son algunos cambios en las festividades nacionales. Fuente: AFP / EastNews

La Iglesia parece tener cada vez más influencia en un país caracterizado por ser oficialmente ‘ateo’ durante más de 80 años de historia soviética.

El pasado viernes, Rusia celebró el Día del Paracaidista. Este día es festivo para más de un millón y medio de hombres que sirven o sirvieron en el ejército como paracaidistas y es una fiesta totalmente distinta del resto de celebraciones militares. Este día, los veteranos paracaidistas tienen carta blanca para hacer cosas raras como emborracharse por la mañana, pelearse o bañarse siguiendo la tradición en las fuentes de la ciudad. 

En las ciudades de provincias las madres precavidas intentan mantener en casa a sus hijas adolescentes, y con razón. Incluso Wikipedia advierte de que “las festividades van acompañadas de peleas, disturbios y desorden público”. 

Pero este año el Día del Paracaidista ha dado un nuevo giro. En todos los paneles publicitarios y posters de Moscú esta festividad lleva un título dual: ‘Día del Paracaidista – Día de Iliá’, aunque la Iglesia Ortodoxa conmemora el día del profeta Iliá el 2 de agosto. Y es que es difícil de entender qué es lo que el asceta Iliá (también conocido como la primera virgen del Antiguo Testamento) tiene en común con los paracaidistas, que por definición no son lo que se dice pacifistas. 

Aumenta el clericalismo en la vida pública 

Sin embargo, este no es el primer intento de la Iglesia ortodoxa rusa de interferir en las tradiciones de las festividades públicas y militares. No hace mucho, las autoridades de la región de Vorónezh prohibieron oficialmente la celebración de la antigua fiesta pagana eslava Iván Kupala. 

Hace unos días, la iglesia presionó a la Marina para que acabara con algunas tradiciones del Día de la Marina. Según la tradición, hasta ahora había actores que representaban a Neptuno, las sirenas y otras criaturas que, según un representante anónimo de la Marina “no estaban en el Arca de Noé durante el Diluvio Universal”, informa Interfax. 

Declarar a Neptuno como persona non grata en la Marina puede sonar cómico, pero es un indicativo del reciente incremento del clericalismo en la vida pública y cultural de Rusia. Grupos de agresivos activistas ortodoxos y cosacos atacan continuamente exposiciones de arte que muestran pinturas ‘blasfemas’ y exigen la prohibición de actuaciones teatrales. 

La Iglesia ortodoxa ataca tanto la cultura como la ciencia. En junio, la apertura de un departamento de teología en el Instituto de Ingeniería y Física de Moscú provocó una justificada protesta de los científicos. Cuando el cohete Protón se estrelló el pasado 2 de julio en un despegue fallido, algunos blogueros comentaron bromeando: “Han acabado con la física y han introducido la teología. El misil ha colisionado con los cuerpos celestes y ha caído del cielo”. 

Últimamente ha aparecido toda una escuela de pseudocientíficos que bombardea continuamente los medios de comunicación con los sensacionalistas resultados de sus ‘investigaciones científicas’. Por ejemplo, estos ‘científicos’ han intentado demostrar que rezar un padrenuestro y santiguarse ante un vaso de agua “disminuye la presencia de bacterias dañinas en 7, 10, 100 e incluso 1000 veces”. 

Todavía más peligrosa resulta la interferencia directa de la iglesia en la política. La jerarquía de la Iglesia ortodoxa ha declarado abiertamente una cruzada contra la multiculturalidad, la tolerancia y otros valores occidentales. No es ningún secreto que la reciente ley que limita los derechos de los homosexuales fuera aprobada debido a una fuerte presión de la Iglesia. 

En julio, en el Festival Internacional de Defensa de los Valores Familiares de Moscú, los participantes discutieron medidas para “proteger a los niños de la expansión del feminismo agresivo, la ideología de género y la homosexualidad”, así como para prohibir el aborto. 

Uno de los principales invitados del festival fue el arzobispo Vsévolod Chaplin, que preside oficialmente el departamento sinodal del Patriarcado de Moscú y que actúa como portavoz no oficial del patriarca Kirill.   

El año pasado Chaplin creó una especie de manifiesto en el que daba una vuelta de 180 grados al significado del Sermón de la Montaña. “Debemos ser capaces de defender nuestros lugares sagrados, nuestra fe y nuestra patria”, declaraba Chaplin a Interfax, “no es propio de los cristianos ortodoxos competir por el título de víctima abatida que la cultura de masas está inculcándonos. El demonio debe ser combatido con la fuerza”. 

Chaplin ha dado apoyo a la reciente ley que convierte en delito grave “insultar los sentimientos religiosos”. Incluso opinaba que el castigo (un máximo de tres años en prisión) era “demasiado suave”. 

Durante la última campaña presidencial el patriarca Kirill apoyó la candidatura de Vladímir Putin. “Debo decir abiertamente, como un patriarca llamado a decir la verdad sin entrar en tendencias políticas”, revelaba Kirill en un evento de la campaña, “que usted personalmente, Vladímir Vladímirovich, ha jugado un enorme papel enderezando los oscuros giros que ha dado nuestra historia”. Anteriormente, el patriarca había declarado que las relaciones entre la Iglesia ortodoxa y el Estado durante los últimos 12 años habían sido “un milagro”.

Es un axioma en la sociedad moderna el hecho de que la iglesia debería estar por encima de los conflictos políticos. Un buen ejemplo de ello es la Iglesia católica en Argentina, que se ha convertido en una barrera entre la oposición militante y la junta del gobierno, un mecanismo que facilitó la transición pacífica a la democracia en los años 80. 

Durante la Rusia zarista, la Iglesia ortodoxa se mantuvo firmemente del lado de la monarquía autoritaria, que destruyó ampliamente su autoridad moral y alienó a los segmentos liberales de la sociedad. En un irónico giro del destino, esta alienación hizo más fácil a los Bolcheviques destruir rápidamente la Iglesia tras la Revolución de 1917 y reprimir el clero. Parece que la jerarquía de eclesiástica moderna no ha aprendido la lección de aquella tragedia. 

Victor Davidoff es escritor y periodista afincado en Moscú. 

Publicado por primera vez en inglés en The Moscow Times.

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