Atentado en Siria. Muchos reclutados extranjeros acaban inmolándose con coches o camiones bomba. Fuente AP
El corresponsal de Fontanka pudo entrevistar a Mariam, la esposa de Egor Ryabinin. A pesar de que el termómetro marcaba una temperatura de 28 grados, la mujer se apareció con velo y un vestido largo cuyas mangas apenas dejaban ver la punta de los dedos.
Esta madre de familia nos relató cómo su marido fue a parar a Siria.
Llegó a San Petersburgo desde Karagandá en Kazajistán. Se sentía solo, lejos de los suyos. Además, la relación con su padre no era muy buena. A principios del año 2000, el futuro ar- Rusi se hallaba en plena búsqueda espiritual, visitaba iglesias, dedicándose posteriormente a estudiar el Islam en profundidad. Egor abrazó la religión junto con Román, un paisano suyo de Kazajistán. Con él también se trasladó a San Petersburgo, pero al casarse Egor, siguieron caminos distintos.
“Egor es una persona muy abierta y directa. Nos conocimos en las redes sociales. Él inmediatamente me preguntó si tenía intención de casarme. Empezamos a salir, me pareció una persona responsable y atenta”, cuenta Mariam sobre su entonces prometido.
En el otoño de 2009, en el transcurso de una operación especial en la frontera de Tayikistán fueron asesinados varios amigos de Ryabinin, entre los que se encontraba el propio Román, alias Jan con el que se había convertido al Islam. A todos los reclutaba un tal Rinat, antiguo combatiente de las fuerzas especiales que participó en las operaciones del Cáucaso. Egor se negó a ir y trataba de disuadirlos pero cautivados por lo romántico de la lucha no le hicieron caso señala Mariam rememorando los acontecimientos de hace 4 años atrás.
En febrero del 2010, el Comité de Investigación halló indicios de extremismo en las actividades de Ryabinin y en abril de 2011 fue condenado a trabajos comunitarios por haber justificado de manera injuriosa en las redes sociales el asesinato del sacerdote moscovita Danil Sisoyev.
El cuidado de su hijo, nacido tras un difícil parto, distraía a Egor de sus problemas. Los médicos habían diagnosticado al recién nacido una posible parálisis cerebral. Entonces, Egor prometió que si el niño se recuperaba en los cinco años posteriores, él se iría a combatir donde se le necesitara y dedicaría su vida a luchar por el Islam. Al cabo de seis meses, los médicos comunicaron que milagrosamente Daniel se había curado.
Mariam comenta que al principio tras el restablecimiento de su hijo, Egor todavía tenía en mente trasladarse a Oriente Próximo pero el segundo embarazo de ella junto con los consejos de sus allegados postergaron el viaje. Tras el nacimiento de su hija, la situación familiar se complicó. La situación económica que atravesaba la familia no era buena, y había empresarios reacios a contratar a un islamista previamente juzgado, otros no admitían de buen grado que leyera el salat (las cinco oraciones diarias del Islam) o le pedían que se afeitara la barba.
Además, su hijo enfermaba con frecuencia, y ar-Rusi decidió que Alá lo castigaría por no cumplir su promesa. Por aquel entonces en Egipto apareció uno de sus hermanos correligionarios, procedente del Cáucaso Norte. Fue él quien propuso a Egor ayudarle en su viaje a Siria, сomunicándose con él por Internet.
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