Fuente: MuVIM
A principios del siglo XX, se catalogaron 33 grupos étnicos nativos en la región de Siberia y el Lejano Oriente. A pesar de las notables diferencias entre ellos, todos practicaban rituales chamánicos. Sin embargo, la progresiva urbanización de sus tierras, la industrialización, la colonización y, especialmente, la persecución religiosa de la época soviética fueron mermando esta forma de vida y de espiritualidad hasta la práctica extinción.
Si parte de este conocimiento ha llegado a nuestros días ha sido gracias al trabajo de los investigadores del Museo Ruso de Etnografía, que se encargaron de documentar y recopilar numerosos objetos relacionados con el chamanismo, no sin la resistencia de sus propietarios, quienes consideraban que estas piezas simbólicas eran la garantía de su supervivencia cultural y de la conexión con sus ancestros.
Pero vamos por partes. ¿Qué entendemos por chamán? “El chamán en Siberia es el portador de los conocimientos sagrados, creencias y tradiciones y está dotado de cualidades como la curación, el sortilegio o la adivinación. Pero, sobre todo, cumple el papel fundamental de acompañante y guía de las almas de los muertos a los mundos de los espíritus, con el fin de que encuentren su lugar entre los ancestros”, explica Joan Gregori, comisario de la exposición del MuVIM.
Es decir, el chamán –que puede ser indistintamente hombre o mujer- sería una especie de intermediario entre los vivos y los espíritus que les rodean. Alguien dotado con un don, que le permite transitar entre los tres mundos en los que estos pueblos concebían el universo: el inframundo, el supramundo y el mundo que nos rodea y que es el único que podemos ver.
“En realidad, no está tan alejado de nuestra cosmovisión, ya que también nosotros creemos en un universo exterior, aunque no lo hayamos visto”, subraya Gregori.
¿Y qué diferencia hay entre chamanismo y brujería? La brujería está más extendida por África y es maligna, mientras que el chamanismo es más propio de Europa, Asia y América. Se supone que el brujo tiene un pacto con el diablo. En cambio, el chamán, conecta con los espíritus, que pueden ser buenos o malvados. Si son malvados, luchará contra ellos para salvaguardar a la comunidad.
Fuente: MuVIM
La ceremonia a través de la cual el chamán conectaba con estas almas se conoce como kamlanie. Este ritual –muy vivo entre los pueblos de Siberia a finales del siglo XIX y principios del XX- estaba íntimamente ligado al respeto hacia los elementos de la naturaleza.
Este “fundamento ético” hacía, por ejemplo, que estas culturas solamente cazaran y pescaran estrictamente lo que necesitaban para vivir y que a menudo hiciesen ofrendas a la naturaleza para agradecerle sus dones.
Según Gregori, esta concepción “naturalista” o ha dado lugar a una especie de “neochamanismo”, muy ligado al movimiento hippy. Otro punto de conexión entre chamanes antiguos y modernos sería el éxtasis, que es lo que permite conectar con los espíritus. Este trance se consigue a través de la ingesta de alcohol o psicotrópicos, la música, los toques de tambor o el ayuno. Métodos todos ellos documentados en los pueblos siberianos.
Elementos chamánicos
El toque de tambor es la manera más habitual de conseguir llegar al éxtasis, por eso es uno de los elementos fundamentales. Otros símbolos son el chum –el lugar donde se realiza el ritual chamánico-, el árbol de la vida –una columna de madera que representa los tres mundos- o los ayudantes –representaciones de espíritus que ayudan al chamán en su misión. Una muestra de todas estas piezas se puede ver en la exposición de Valencia.
Pero el símbolo fundamental es el traje. “El vestido es como el uniforme. Sin él, el chamán no es chamán”, explica Gregori. Está concebido como una armadura, con casco, con pechera, con elementos metálicos como campanillas o protecciones que han de ayudarlo en su lucha simbólica contra los malos espíritus de otros mundos.
Además, se representa el universo y habla de su dueño: de los viajes astrales que ha realizado o de la fuerza de sus ayudantes. Por ejemplo, en la muestra hay uno que pesa 43 kilos, que da a entender por su complejidad que pertenecía a un chamán muy respetado. Y son además auténticas obras de arte, con unos diseños realmente sofisticados.
De Siberia a San Petersburgo y, de aquí, a Valencia
La exposición Los otros mundos. El chamanismo en los pueblos de Siberia es una oportunidad única de conocer los rituales chamánicos, ya que es la primera vez que estos objetos salen del Museo Ruso de Etnografía, ubicado en San Petersburgo.
La muestra –que es de acceso libre y gratuito- se presenta junto con una exposición fotográfica íntimamente relacionada con el tema, Fotografiando el Far East, donde se pueden contemplar imágenes de los pueblos y paisajes de Siberia y el Lejano Oriente.
Estas dos muestras han sido posibles gracias a la estrecha colaboración que existe entre los museos peterburgueses –en especial, el Etnográfico, pero también el Ermitage o el de Historia de las Religiones- con los de la Diputación de Valencia. Fruto de esta cooperación, se han organizado varias muestras, tanto en Valencia como en San Petersburgo.
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