Esta carrera de autos antiguos tuvo un emotivo final en la capital francesa. Fuente: Ria Novosti
Allí había más de 90 coches con capota y descapotables, clásicos y de época, de marcas famosas y no tanto. Bentley, Ford, Rolls Royce, Chevrolet, Volkswagen, Peugeot e incluso un Moskvich... Algunos de ellos tenían casi un siglo. Pero se comprobó que la edad, como en un buen vino, también en los autos prestigio y respeto.
Fuente: Irina Kornéieva
El participante más anciano fue el Ford Modelo T, de exactamente 100 años. Su conductor, Nicky Baily, irlandés de nacimiento es como un verdadero caballero y sólo tiene halagos para su estimado compañero.
“Mi recorrido dentro de este coche no ha sido más difícil que para otros participantes: si había una avería, también la reparábamos rápidamente. Claro que nuestro día era más largo que el de los demás participantes, ya que el automóvil se mueve más lento. Todo el mundo pensaba que mi coche no podría hacer esa carrera, pero como pueden ver, hemos demostrado lo contrario. Ahora incluso estoy pensando en ir de vacaciones, de camping, ¡con este coche!”
El auto soviético "Moskvitch". Fuente: Irina Kornéieva
Otra de las novedades de este encuentro fue el debut de los participantes rusos. El Moskvich-412, modelo de 1979, obtuvo la medalla de oro de la competición, y terminó cuarto en su categoría y séptimo en la general.
Su tripulación, compuesta por Evgueni Smirnov y Borís Litkin, representa a una federación deportiva del motor de Altái. Afirman que su coche era el más fiable de la carrera. "No necesitó ninguna reparación, y ningún mecánico lo tocó", explica Evgueni. “Por otra parte, estamos hablando de un coche de serie. Con nosotros competían coches deportivos antiguos, pero ninguno de los participantes había viajado desde Barnaúl hasta Pekín para la carrera (que son aproximadamente 5.000 kilómetros.)", añade con una amplia sonrisa.
Fuente: Ria Novosti
A algunos automovilistas les esperaban grupos de fans con flores y carteles, en la parisina Place Vendôme. Y ni unos ni otros ocultaron su emoción y disfrute a la llegada (a veces un cálido abrazo, como de esas películas en las que unos reclutas regresan del frente y, entre una multitud de personas afectadas, encuentran a sus familias).
Un ejemplo de ello fue la familia canadiense Strelzow. Un joven llamado Desmond esperaba, junto a sus abuelos, a sus padres, a los que no había visto desde hacía más de un mes. La familia había hecho un viaje especial desde Vancouver para no perderse el rally. "Mi padre ya participó en un rally en México, pero con otro coche, por lo que puede considerarse un experto", explica Desmond. “Durante la carrera, escribí un blog, gracias a la cual podremos obtener información detallada sobre cada etapa de la ruta".
Fuente: Irina Kornéieva
Unos minutos más tarde, la familia canadiense se reencontró y lo celebró con copas de champán, proporcionadas por los organizadores del evento. La madre de Desmond y copiloto del Bentley Drophead (1936), Lee-Ann Strelzow, compartió sus impresiones con nosotros: "¡Todo ha ido genial! El rally fue muy duro, y el tramo más complicado para nosotros fue Rusia: un camino muy difícil. Pero nuestro coche se portó de maravilla y nuestros seis meses de entrenamiento dieron su fruto. Ahora vamos a ir con él a Inglaterra para volver a comprobar su estado, y luego el plan son unas vacaciones en España... ¡todo con el mismo equipo!"
El primer premio de la carrera es una botella de champán y un trofeo. No hay recompensa económica pero según muchos de ellos, el prestigio, las inolvidables emociones, la experiencia y cientos de fotos son recompensas mucho mejores. Kieron Brown, uno de los pilotos del Chevrolet Maestro Deluxe (1937), quedó en primer lugar en la clasificación general, así como en su categoría. En Place Vendôme, este experto automovilista británico, se mostró muy emocionado.
"¡La experiencia ha sido fantástica!", exclamó. "Nos encanta Rusia. Además, durante todo el tramo hizo buen tiempo. En Francia, en la última etapa, llovió, por lo que sólo pensábamos en regresar bajo el sol de Rusia. Recuerdo las hermosas montañas del Altái, Siberia; cada vez nos encontrábamos con gente maravillosa y disfrutamos de cada parada. Las carreteras rusas son heterogéneas, pero estábamos preparados para cualquier cosa, después de cruzar las rocas de Mongolia. Para derrotarlas, nos sirvió de ayuda la buena sensación de la carretera que teníamos, y saber qué es un coche de carreras y sus reglas... En general, fue un gran honor y un placer participar. Y por supuesto, vamos a participar en el próximo rally, que se celebrará dentro de tres años ".
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