Serguéi Alexándrov es un entusiasta fotógrafo y esquiador al que le han amputado las dos piernas tras un accidente de montaña. Fuente: archivo personal
Serguéi Alexandrov de 31 años, es fotógrafo de profesión y aficionado al alpinismo. En 2009 sale con sus amigos a la conquista del monte Elbrús, en el Cáucaso Norte. La pista no es particularmente peligrosa pero en un momento de distracción, resbala y cae por una grieta de casi dos kilómetros.
El resultado: triple factura abierta en las dos piernas. Espera el equipo de primeros auxilios durante unas interminables 32 horas, dejándose llevar por el dolor para aferrarse así a la vida. Veredicto: amputación tibial de las dos piernas.
Sin embargo, este joven se mantiene atlético, carismático, y saluda con un fuerte apretón de manos. Alto, rubio, ojos claros y amplia sonrisa, entra como rodeado de un halo de luz, a la manera de varios personajes de sus fotos. (1, 2)
Siempre cuenta su drama con una sonrisa.“Sabía que con una fractura abierta, una persona puede aguantar durante hora y media o dos horas, después, no hay ninguna garantía de supervivencia. Yo soporté 32 horas con una triple factura en las dos piernas. Por eso, cuando me anunciaron la amputación, me lo tomé con calma. Para mí, esta experiencia es un regalo, sobreviví”.
Una vez que dejó el hospital, en plena forma, descubre un nuevo impulso. Este renacimiento le hace consciente de un poder y de una fuerza fuera de lo común, generadores de esperanza y transmisores de optimismo. “Me acuerdo de todas aquellas personas desmoralizadas delante de mi habitación en el hospital, entrando cabizbajas y saliendo radiantes, riendo puesto que en realidad TODO IBA BIEN. Esta certitud interior nunca me ha abandonado”.
A partir de ahí, todo ha sucedido “como en un sueño” y en gran parte gracias a las personas que conoció y que compara con ángeles de la guarda.
“No tenía ni tiempo para formular lo que necesitaba. Todo ocurría muy rápido”. Como aquel desconocido que vino una primera vez al hospital para conocerle y una segunda, para entregarle la suma total de la compra de unas prótesis en fibra de carbono (alrededor de 5.000 euros por cada pierna) que le permitieron volver a andar.
O bien, el director de la Federación Deportiva para minusválidos de San Petersburgo que lo puso bajo su protección, lo motivó y financió sus entrenamientos y su equipo de esquí, un deporte muy costoso, gracias a esto consiguió la tercera plaza en el campeonato paralímpico de esquí alpino en marzo de 2013.
A falta de un verdadero esfuerzo de las autoridades para sistematizar el mantenimiento de las personas con diversidad funcional, es a nivel humano donde se experimenta la ayuda mutua. “La ciudad está totalmente inadaptada. Cuando todavía estaba en silla de ruedas, el acceso al metro me estaba prohibido. Sin embargo, la gente es fabulosa. Repetidas veces, manos desconocidas me levantaron con la silla de ruedas y me bajaron o subieron por las escaleras “.
Al principio, la rehabilitación fue una etapa muy dolorosa. “Para desplazarme de la cama a la cocina, sudaba la gota gorda. El dolor era extremadamente intenso pero la sensación de felicidad era más fuerte. ¡Sigo con vida! “.
Su protésico “de la vieja escuela “le repetía constantemente: “aguanta todo lo que puedas “. No tiene otra opción y eso le lleva a superarse. Al cabo de dos semanas, decide ponerse al trabajo y sale a fotografiar una boda. Llevado por el impulso, olvida sus muletas.
Un mes más tarde, se entrena ya para las carreras. Después, por mediación de la Federación Deportiva para minusválidos se pasa al esquí. Un año más tarde, a fuerza de duros entrenamientos, se convierte en el número seis de Rusia.
“Sólo este ritmo desenfrenado permite obtener resultados “, asegura el campeón. Hoy, vuelve con un medalla de bronce del campeonato de Rusia paralímpica de combinado alpino.
Es por ello, uno de los primeros esquiadores en probar las pistas de los JJOO de 2014 en Sochi. “El proyecto es grandioso y la infraestructura impresionante. Hay todavía muchas obras en marcha. Espero que todo esté terminado a tiempo “. Si no está en la selección oficial de los JJOO, no pierde la esperanza de formar parte de las cuotas suplementarias (“billetes salvajes “como él los llama) y probar suerte en los Juegos Paralímpicos de Invierno de 2014.
En la actualidad, Serguéi es un fotógrafo de renombre que vive de su profesión, casado, padre de una niña de ocho meses. Tras su caída, y a pesar de su hándicap, consiguió escalar las montañas de Noruega, los volcanes de Kamchatka, donde caminó más de 10 horas con una mochila durante más de 30 kilómetros, visitar Europa y ganar numerosas competiciones de atletismo y esquí alpino.
¿Por qué desear ser el primero? “Para poder compartirlo “, dice exultante Alexander. En estos momentos, hace un curso de entrenador para poder transmitir su convicción: se puede vivir normalmente con cualquier hándicap y, además, ¡ser feliz!
Visita la página web de Alexander para ver las fotos.
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