“Considero imprescindible dedicarme a lo que me gusta”

Entrevista a la famosa modelo rusa, Natalia Vodiánova. Fuente: RIA Novosti

Entrevista a la famosa modelo rusa, Natalia Vodiánova. Fuente: RIA Novosti

Natalia Vodiánova va vestida por completo de rojo, su color preferido. En el President-Hotel de Moscú acaba de concluir un foro internacional organizado por la fundación 'Corazón desnudo', de la cual es presidenta y fundadora. En él, se debatió cómo ayudar a niños con necesidades especiales y a sus padres, así como a niños que viven en instituciones o en familias de acogida. Aquí está ella, una 'lady in red', convertida en leyenda.

La modelo

Natalia, espero que no se ofenda con mi pregunta.

Quien se ofende es porque quiere, adelante…

De acuerdo. Abro Wikipedia, por la página en la que se habla de usted. Altura, peso, color de pelo, talla de cintura y de pecho. Otros tienen méritos como haber escrito un libro o demostrado un teorema. En cambio, de usted se habla como si fuera un magnífico espécimen de bóvido. ¿No la humilla este tratamiento?

En absoluto. Forma parte de mi vida, es mi profesión y siempre la he amado. Es lo que me permite pagar las facturas. Considero imprescindible dedicarme a lo que me gusta, a lo que quiero. Y destinar la energía que no gasto en el trabajo a buenas causas. 

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Aquí topamos con un viejo debate: ¿Ser modelo es una profesión?

Probablemente, sí. Más sí que no. Me acuerdo de cómo empezó todo. No tenía experiencia, era horrible. Recuerdo esa sensación de impotencia. Sabía que debía utilizar mi físico como un instrumento, pero no cómo. Necesitaba algún tipo de método, como el Stanislavski para los actores.

Comprendí que una modelo no es sólo una 'percha', que en este trabajo, para alcanzar resultados, crearte una imagen, subrayar tu individualidad, hay que ser un psicólogo sutil: en las relaciones con las colegas, con los clientes, con los medios de comunicación… Con todo el mundo. Ahora sé que soy una profesional en este ámbito.

La filántropa

¿No le resulta frustrante cuando personas de relevancia política, como Zhirinovski  y sus acólitos, la creyeron sospechosa de querer promocionarse cuando se presentó en la arrasada Krymsk, después de las graves inundaciones, para brindar ayuda humanitaria y psicológica?

Como dice el refrán, los perros ladran y la caravana pasa. De las críticas que me hacen suelo extraer una lección. Pero este no es el caso. 

El político populista invitó a Natalia Vodiánova a coger una escoba y barrer el lodo. Quienes llegan de capitales extranjeras, dijo, vienen para contonear las caderas y se van. No necesitamos, añadió, su dinero fácil y depravado para obras benéficas. 

¿Esa es la voz del pueblo?

¿Eso es lo que cree? 

Al fin y al cabo, alguien lo votó, dado que ocupa un escaño en la Duma.

Es posible. O no, no estoy segura. Como persona apolítica que soy, estoy fuera de la política. ¿Sabe? Estoy tan cubierta económicamente que puedo permitirme no interesarme por la política. ¿Comprende?

¿Podría explicarlo un poco mejor?

Realizamos un trabajo independiente. Aunque también entendemos que, para una mayor eficacia, como es natural, no nos iría mal el apoyo del Gobierno y un ambiente político favorable. Pero, a decir verdad, no contamos con ello. Y ahora no hablo en nombre de mi fundación sino en el de las ONG que trabajan con niños y a las que prestamos apoyo. Por otra parte, por mucho que se diga, tengo la sensación de que, en los últimos años, la actitud del poder hacia estas organizaciones está cambiando para mejor. Tanto en la opinión pública como en el ámbito empresarial surge el convencimiento de que son necesarias y el deseo de ayudarlas.

¿Cómo lo sabe? Sí, muchas empresas ven con buenos ojos destinar parte de sus recursos a la filantropía, pero no les resulta provechoso: las ahogan con impuestos y no tienen la certeza de que la ayuda llegue a su destinatario.

Son puros prejuicios. Creo que sólo con el propio ejemplo, trabajando, se puede mejorar la situación. Es como un témpano de hielo: si el sol brilla, se derrite. Sí, se derrite y acaba por desaparecer. Así, pensando como usted, uno puede pasarse mucho tiempo lamentándose: '¿Y si no llega al destinatario?', etc. No sé cómo será en otros casos, pero en el nuestro sí que llega, hasta el último kopek.

Si estuviera más interesada en la política sabría que en el Kremlin y en los sótanos de la Lubianka creen que las ONG son sospechosas de poco menos que de actividades de espionaje.

Confío en la gente con la que colaboramos. Son totalmente transparentes, llevan las cuentas de manera escrupulosa.

Sí, pero estamos acostumbrados a mirar con recelo a las organizaciones que, dicen, actúan de manera desinteresada, en especial las fundaciones benéficas. Se dice que son un medio para blanquear dinero.

Es un estereotipo de los años noventa. Nunca me he encontrado con una actitud semejante. Nuestra fundación, por cierto, gasta cerca del 10% de su presupuesto en tareas administrativas. Está muy bien, es magnífico.

¿Las autoridades locales dan apoyo?

No tienen razones para no hacerlo. ¿Sabe cómo funciona el primer programa de la fundación 'Juego con sentido', gracias al cual se construyen patios y parques infantiles en toda Rusia? La región presenta una solicitud para acogerse al programa. Como no decimos que no a nadie, pasan a una especie de lista de espera. Luego determinamos los plazos, el régimen de financiación por ambas partes: nuestro presupuesto y el local. Pero la iniciativa parte de las autoridades locales.

Desde que se creó la fundación en 2004, hemos construido noventa equipamientos, incluidos hogares infantiles, hospitales, centros de rehabilitación y oncológicos, que están repartidos por 68 ciudades de la geografía rusa. 

Otro de nuestros programas es 'Todos los niños merecen una familia'. ¿De qué se trata? Prestamos servicios de apoyo, actuamos como paraguas protector, pues ayudamos, desde el punto de vista financiero y organizativo, a profesionales de ONG que trabajan con familias sin recursos que tienen algún hijo a su cargo con necesidades especiales. 

La persona

¿Tenía algún sueño cuando vendía fruta en un puesto ambulante?

A los niños como yo no se nos ocurría soñar. Dejé la escuela. Vivíamos cinco personas en un piso  jrushoviano de una sola habitación. Los únicos muebles que teníamos eran una mesa y un sofá. Más que tener un sueño, sentía un deseo. Un deseo enorme.

Quería acabar de una vez por todas con esa insoportable lucha por la existencia, con esos pensamientos diarios sobre cómo y con qué vivir al día siguiente. Qué comer, qué ropa ponerse, de dónde sacar el dinero para el autobús. 

¿Y qué la ayudó a sobrellevar las dificultades: la fe en sí misma, en Dios?

Ni siquiera sé en qué o en quién creía. Es una fe… ¿cómo lo explicaría? Cuando, incluso si ha pasado lo más terrible, no caes en el abatimiento y lo entiendes como una prueba de resistencia. Hace poco vi en internet el discurso de Steve Jobs, ya enfermo, ante los estudiantes de Stanford. Decía: “Cuando pensamos en la muerte cada día y en que mañana podemos morir, todos los formalismos y los estereotipos pasan a convertirse en algo insignificante. Entonces tomamos decisiones únicamente con el corazón”.

Me impresionó especialmente cuando dijo esto: “Ya estás desnudo. No hay razón para no seguir a tu corazón”. Mi fundación también se llama 'Corazón desnudo'. Creo que no se trata de una simple coincidencia.

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