Fotografías de Serguéi Ponomarev.
En las afueras de Yaroslavl, al final de un largo camino bordeado de abedules, en una pendiente de un barrio residencial, se encuentra el Orfanato Especial Nº 1.
En otro tiempo, este edificio de ladrillo gris, de tres plantas, fue una escuela infantil. Posteriormente se convirtió en un hogar para niños abandonados de 0 a 5 años de edad. Recientemente, en 2009, se le añadió un ala nueva, construida según los estándares de las instituciones de este tipo.
Liubov Rogóvskaya, una mujer menuda, de cabello oscuro y rostro dulce, que ha dirigido el orfanato durante 30 años, no oculta su orgullo cuando nos guía por el lugar.
Las instalaciones han sido recientemente redecoradas con los suaves colores de la infancia; las paredes están cubiertas de fotografías de animales o paisajes. El orfanato alberga actualmente a 96 niños pequeños. A primera vista, parece que tienen todo lo que se puede desear: piezas de juegos quedan aplastadas bajo montones de juguetes; la sala de deporte, la piscina de terapia acuática y un área de esterilización se encuentran en excelentes condiciones. Hay un montón de actividades para entretener y desarrollar a los pequeños: deportes, manualidades, canto, etc.
La mayoría de los que aquí residen son “huérfanos sociales”, como los que residen en cualquier orfanato de Rusia. Es decir, sus padres están vivos, pero por varios motivos viven separados de sus hijos. A muchos se les ha restringido la patria potestad; en algunos casos les ha sido privada por completo.
Así, los niños internados en estas instituciones tienen diversos estatus. Los niños a cuyos padres no se les ha privado de la patria potestad no pueden ser adoptados: solo pueden criarse en familias de acogida. Solo aquellos que han sido deliberada o forzadamente abandonados – y cuyos padres han perdido todos los derechos sobre sus hijos – pueden ser adoptados.
“28 niños están aquí de forma temporal, esperando volver con sus familias biológicas; para el resto, necesitamos encontrar familias de acogida”, explica Rogóvskaya.
No hay leyes federales para apoyar a las familias que pasan dificultades. En Rusia los servicios sociales no hacen nada para fomentar que las madres no se separen de sus hijos.
Y las familias que ven a sus hijos apartados por los Servicios Sociales porque “su salud o su seguridad estaban en peligro” no reciben apoyo alguno para rehabilitarse.
En los últimos años los orfanatos han asumido esta responsabilidad para luchar contra “el hecho de que los niños se conviertan en huérfanos”, para que dejen de ser “abandonados”.
“Tenemos un programa de ayuda a las madres para que creen las condiciones necesarias para recuperar a sus hijos”, explica Rogóvskaya. “La madre promete hacer visitas regulares al niño.
Durante estas visitas, psicólogos, médicos y educadores trabajan con ellos. “Nuestro objetivo es encontrar un hogar para todos los niños que están a nuestro cargo. Esto significa que, o bien deben volver a sus casas, o bien deben encontrar un nuevo hogar” dice la enfermera jefe, Sofia Valérievna.
En 2012 se admitieron 92 niños en el Orfanato Especial Nº 1. De estos, 84 se fueron, bien para volver con sus familias, o bien porque alcanzaron la edad en que deben ser trasladados a otro orfanato para niños de 5 a 18 años. 25 niños volvieron con sus familias de origen.
La institución cuenta con 197 empleados para el cuidado de los niños. Pero no es suficiente, según admite Valérievna. Solo hay 63 enfermeras; necesitamos el doble de eso. El orfanato ha perdido a muchos empleados recientemente porque los salarios son muy bajos. Como enfermera jefe, Sofia gana 17000 rublos al mes (417 euros). Una enfermera de ordinario no gana más de 220 euros. “Este es nuestro principal problema actualmente”, dice la directora. “A la larga acabaremos perdiendo personal médico y educadores”.
Sin embargo, la atmósfera general no refleja estas preocupaciones. Hay de cinco a seis niños por grupo, atendidos por dos adultos. Al vernos a nosotros, los niños nos miran con curiosidad, pero permanecen en su guardia; son más bien tímidos y reservados.
Algunos, sin embargo, están muy orgullosos de mostrar lo que saben hacer. Por ejemplo, hay un pequeño de cuatro años de edad, Artiom, que está en el centro de la sala de conciertos, cantando a voz en cuello y volviendo a repetir hasta tres veces el mismo estribillo de una canción sobre el árbol de Navidad.
En la sección de bebés, las niñeras cuidan a los niños individualmente, sobre todo a aquellos que necesitan cuidados especiales.
“aquí la mayoría de los niños tienen problemas de salud, algunos de nacimiento, otros como resultado de un maltrato”, explica Sofia con tristeza. “Muchos tienen problemas de desarrollo; otros han llegado después de sufrir abusos, desnutridos y abandonados a su suerte durante mucho tiempo”.
El Orfanato Nº1 puede parecer una institución confortable y segura para estos pequeños huérfanos a quienes no falta de nada. Excepto lo más importante: “Nada, ninguna comodidad material puede sustituir el calor de una familia de verdad”, concluye Rogóvskaya.
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