La relevancia de las ideas políticas de Sajárov 25 años después de su muerte

Fuente: TASS

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Gavril Popov, el primer alcalde de Moscú elegido democráticamente y colega de Sajárov en el grupo democrático del último Parlamento soviético explica el legado político del físico ruso que defendió la democracia y los derechos humanos.

Conocí a Andréi Sajárov durante la preparación del primer Congreso de Diputados del Pueblo en la primavera de 1989. Era excepcionalmente claro sobre la necesidad de sacar al país del callejón del socialismo burocrático estatal en el que se había estancado. En aquella época yo pensaba igual. Pero, a diferencia de los demás, él tenía ideas para conseguirlo.

El 14 de diciembre se cumple el 25º aniversario de la muerte de Andréi Sajárov. Este personaje es conocido tanto dentro como fuera de Rusia por ser el creador de la primera bomba termonuclear soviética y, posteriormente, por ser un vehemente defensor de los derechos humanos. Sin embargo, es menos conocido como figura política que realizó una significativa contribución a las transformaciones de la URSS a finales de los 80. 

La parte más conservadora de la sociedad, representada por los comunistas, creía que era necesario reformar el sistema socialista en aras de su “mejora”. Otro grupo, liderado por Gorbachov y Yákovlev, que eran en aquel momento miembros del Politburó del Comité Central del Partido Comunista, abogaban por una profunda transformación del país, ya que entendían que era imposible reformar el sistema estatal existente. También había otro grupo, compuesto por políticos rusos críticos con las autoridades, que proponían un retorno al capitalismo.

Pero Sajárov apareció con una cuarta opción: moverse hacia un nuevo sistema de Estado. El socialismo, tal y como lo habíamos vivido, se había revelado inaceptable, pero el capitalismo que veíamos en el mundo circundante tampoco parecía apetecible. Sajárov proponía una vía media que hiciese converger los modelos de desarrollo del capitalismo y el socialismo, aprovechando al máximo las ventajas de cada sistema y eliminando sus deficiencias más patentes.

Por ejemplo, una privatización masiva no tenía lugar en un sistema socialista, pero el capitalismo no  permitía la propiedad estatal, sin la cual era difícil imaginar el futuro desarrollo de Rusia.

La postura de Sajárov se reveló extremadamente fructífera. Por supuesto, ayudaba en ello el hecho de que fuese un excelente físico. Sajárov utilizó uno de los principales logros de la ciencia del siglo XX: el principio de complementariedad de Niels Bohr, por el que solo una combinación de fenómenos mutuamente excluyentes proporciona una descripción completa de dichos fenómenos. Sólo mediante la complementariedad, pensaba Sajarov, mediante la combinación de las mejores cualidades de diferentes sistemas de Estado podría desarrollarse una forma de gobierno realmente nueva. Sin embargo, sus ideas de convergencia y complementariedad nunca se pusieron en práctica.

Volvemos a 1989: un pequeño grupo de diputados democráticos, al que Sajárov pertenecía, se transformó en la primera oposición parlamentaria legal, el Grupo Interregional de Diputados.

Estos diputados democráticos se unieron y se prepararon para las elecciones, pero no hubo acuerdo sobre qué había que hacer primero. Una propuesta inesperada de Sajárov tuvo un papel decisivo. Cuando resultó que los miembros de la oposición no tenían ideas comunes ni un programa, él emergió como un verdadero político y propuso la idea más factible: en lugar de buscar una agenda en positivo que nos uniese, era necesario encontrar aquello que estábamos de acuerdo en abolir.

Todos estábamos en contra del Partido Comunista de la URSS. Por tanto, lo mejor era centrarnos en derogar el artículo 6 de la Constitución, que estipulaba el poder absoluto del Partido.

Entre los problemas más graves a los que el movimiento democrático se tenía que enfrentar urgentemente, Sajárov incluía el futuro de la URSS. Todos estábamos de acuerdo en que, como imperio, la Unión Soviética no podía mantenerse. Era necesario encontrar una alternativa a esa estructura. Sajárov propuso la idea de una unión euroasiática y empezó el borrador de su constitución. Pero no pudo terminarlo, ya que lo sorprendió la muerte a mitad del trabajo.

En la actualidad, el proyecto de una unión euroasiática está otra vez en el candelero, lo que constituye una prueba más de que sus ideas aún tienen gran relevancia. El modelo de orden mundial de los EE UU ha fracasado. Pero no era tanto un modelo estadounidense como una estructura basada en el poder de los señores del petróleo, que imponían sus reglas del juego al mundo para sus propios intereses egoístas. Este modelo debe ser contrarrestado por algo nuevo, pero todavía no hay alternativas disponibles.

La unión euroasiática que Sajárov proponía podría ser esta alternativa. Sin embargo, cuando se forme, es necesario tomar en consideración los errores cometidos por la Unión Europea, que, a su vez, repite los errores de la Unión Soviética. Igual que la URSS, que pretendía involucrar en sus transformaciones sus áreas rurales más remotas, terriblemente atrasadas en aquella época, hoy Europa pretende mantener su moderno sistema de decisión a la vez que incluye en su proceso de transformación socioeconómica a los países de Europa del Este, que le van muy a la zaga.

Sajárov fue una persona excepcional, que dedicó su vida entera a los demás. Renunció a todo beneficio o ventaja personal en aras de otra gente. Decidió no desperdiciar su tiempo para recuperar todos los premios y medallas nacionales que le habían retirado, aunque tenía más que la mayoría.

En términos de abnegación, Sajárov se parecía al gran revolucionario demócrata ruso del XIX, Nikolái Chernishevski, que pagó por sus ideales y creencias con la persecución, el exilio, trabajos forzados e incluso la humillación pública, pero no permitió que nada de esto lo apartase de su decisión. 

Gavril Popov fue el primer alcalde de Moscú elegido democráticamente. En la actualidad es rector de la Universidad Internacional de Moscú.

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