Las sanciones de la UE y EE UU acrecientan la popularidad de Putin

Vladimir Putin con el presidente iraní Hassán Rouhaní. Fuente: AP

Vladimir Putin con el presidente iraní Hassán Rouhaní. Fuente: AP

Los expertos rusos creen que las sanciones, encaminadas a castigar a Moscú y a reducir la confianza ciudadana en Vladímir Putin, en realidad contribuyen solo a la destrucción de las relaciones económicas entre Rusia y la Unión Europea y a reafirmar la posición del presidente en el interior del país.

Alexander Sagomonyán,  doctor en ciencias históricas y profesor de la Universidad Estatal de Moscú Lomonósov

En la historia existen ejemplos de situaciones en las que el mundo ha preferido la presión económica en lugar del derramamiento de sangre: las sanciones contra la España franquista con las que, en parte, estuvo relacionada la Unión Soviética. Tras la Segunda Guerra Mundial, en todo el mundo se despertó una potente oleada antinazi. Sin embargo, los principales responsables de la mayor tragedia de la historia de la Humanidad ya habían muerto y el odio se concentró contra el dictador español, Francisco Franco. Aunque Madrid no había participado en la guerra y Franco, en esencia, no era nazi, sin embargo llegó al poder con la ayuda de Hitler y Mussolini.

La URSS, junto con otras potencias mundiales, exigió el fin del régimen franquista y tanto en la esfera del Stalin como en toda España se entendió rápidamente que el dictador no debía seguir en el poder. Las elites se reunieron y debatieron la decisión de derrocar al dictador y reponer la monarquía de Juan de Borbón. En 1964, la ONU decidió las sanciones contra España, que provocaron muchos daños al país.

Hay un hecho significativo: apenas se decretaron las sanciones económicas contra Madrid, en toda España se levantaron oleadas de propuestas e incluso los opositores a Franco vieron en esta situación una lesión de la soberanía nacional. De este modo, las sanciones reforzaron el régimen franquista y el dictador se mantuvo en el poder otros 40 años.

No quiero comparar la situación de la España de Franco con la de la Rusia actual, pero no hay duda de que, al ver el tono de EE UU y la UE, nuestro pueblo se unirá. A los rusos no se les puede presionar: esto no hace más que reforzar la posición de las elites dominantes del país y el crecimiento de la tasa de confianza en Putin está directamente relacionado con las sanciones.

El pueblo ve que Vladímir Vladimirovich se opone a las presiones de Occidente y lo apoya como líder fuerte. Antes, cuando Occidente sonreía y hablaba de cooperación, parecía más peligroso. Con Rusia no valen los ataques frontales: esto une al pueblo y fortalece las posiciones de sus líderes. 

Gueórgui Ostapkovich, director del Centro de Investigación sobre coyuntura económico política en la Escuela Superior de Economía de Moscú

Europa, al estar en una posición más subordinada a Rusia, quiere “amortiguar” las sanciones contra Moscú. Los países de la UE tienen miedo de que más restricciones económicas en el sector del gas y del petróleo puedan resultar en la interrupción del suministro energético.

No se puede decir lo mismo de los EE UU. Washington no depende de las exportaciones rusas y la política de la Casa Blanca está fundada únicamente en aspectos geopolíticos. Los EE UU atacan la economía rusa allí donde más le duele: el petróleo y el gas. Después viene la limitación del flujo financiero, encaminada a disminuir la capacidad de crédito de Rusia en Occidente. Además, seguramente habrá limitaciones al suministro de materias primas para la producción industrial, dado que la producción en defensa y el sector civil de las mayores fábricas se basa en un 60 % en material importado.

Se podría esperar que se eliminen las sanciones una vez que se regule la crisis ucraniana, como ha declarado Angela Merkel. Sin embargo, albergo mis dudas de que la crisis política post Maidán pueda llegar a una conclusión favorable. Todavía hacen falta una o dos series de intentos para que este conflicto se solucione, ya que ambas partes han empezado ya a violar las condiciones del acuerdo de paz. 

Alexéi Skopin, catedrático de Economía Regional y Geografía Económica en la Escuela Superior de Economía de Moscú

Sin duda, el comportamiento de Washington reduce las posibilidades de las economías de Rusia y de la Unión Europea sobre las cuales, por principio, debe vencer la economía estadounidense. De este modo, para EE UU se crea un nuevo mercado de venta de armas en Europa y Ucrania. En consecuencia, se crean nuevos puestos de trabajo y aumenta el ritmo de crecimiento económico de Washington. Las sanciones contra Rusia reducen el mercado de venta de armas rusas, además del mercado de bonos, matando así dos pájaros de un tiro.

Paralelamente, se evidencia una sólida lógica que tiende a la expulsión de Rusia del mercado de gas europeo, con el fin de desarrollar la tecnología de extracción del gas de esquisto en Ucrania, en lo que la Casa Blanca está interesada. Rusia difícilmente querrá perder un mercado así, y esto llevará a un endurecimiento del conflicto.

Sin embargo, parece imposible que en los próximos dos-cinco años se empiece a extraer gas en Ucrania en cantidades suficientes como para sustituir a Moscú en el mercado de los hidrocarburos en Europa. En el Viejo Continente existen países y compañías interesadas en diversificar el suministro de gas.

La primera serie de sanciones rusas ha demostrado sus efectos contraproducentes tanto para Rusia como para la Unión Europea. En particular, se ha pronosticado un aumento de los precios de aproximadamente un 15 % en los productos agrícolas, pero los precios de algunos alimentos han subido ya un 40 %, lo que es absolutamente inaceptable.

Por lo demás, también en la UE el sector agrícola ha sufrido serias pérdidas; se hace patente que, si en Rusia pagan los platos rotos los consumidores, en Europa son los productores los que se llevan la peor parte.

Por tanto, antes de introducir nuevas sanciones es preciso valorar atentamente sus consecuencias. Para Moscú y Bruselas sería necesario crear una comisión para la resolución de estas cuestiones agrícolas, ya que la segunda y la tercera oleada de sanciones provocarán daños drásticos en nuestras economías. Las limitaciones al tráfico en territorio ruso sería una catástrofe para Aeroflot.

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