Serguéi Karagánov, politólogo y uno de los fundadores del club Valdái. Fuente: Aleksandr Natruskin / Ria Novosti
Este año, 250 personas participarán en las cuatro jornadas de debates. En general, son expertos rusos y extranjeros, universitarios e intelectuales. Alrededor de este núcleo, están invitadas también personalidades políticas, tanto del gobierno como de la oposición: este año, Vladímir Ríkov, Guenadi Gudkov, Ilia Ponomarev, Evgueni Roizman y Mijaíl Prójorov. También asisten periodistas. En su 10º aniversario, este foro itinerante ha vuelto a su lugar originario, esto es, a la villa de Valdái, y reúne a tres veces más participantes que en ediciones anteriores.
Karagánov abrió la primera sesión planteando cuestiones cruciales para el futuro del país: “ya no tenemos una base común para discutir entre nosotros, desde los comunistas a los nacionalistas, pasando por Bolotnaya (plaza moscovita, símbolo de la oposición antisistema). No sabemos ni quiénes somos ni dónde vamos”. Lamentando el “ambiente de pesimismo”, Karagánov recordó que “hemos perdido el valor nacional que permitió al pueblo ruso salir triunfante de los episodios más duros de la historia.”
A pesar de estas observaciones, el tono del politólogo no tenía nada de lacrimógeno, todo lo contrario: instaba a la comunidad intelectual a salir de este callejón. En su opinión, la literatura rusa es un terreno que debería ser explorado, “fue la literatura la que formó nuestra intelligentsia en el siglo XIX y la que nos permitió seguir reflexionando durante la época soviética, porque no había nada más a lo que aferrarse intelectualmente.”
El alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, reelegido recientemente, participó en las charlas justo después de llegar en helicóptero. El contenido de su intervención, y el modo en el que respondió a las docenas de preguntas que le planteó el público, va en la línea de lo que ya conocemos de este personaje. Por este motivo, los lectores no se pierden gran cosa por la prohibición impuesta a la prensa (por los organizadores) de difundir las palabras de Sobianin. Aun así, no se pudo impedir que los numerosos participantes en Valdái difundiesen por Twitter las principales declaraciones. Aunque es cierto que no son verdaderos periodistas.
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Por la tarde tuvo lugar una discusión apasionante con la participación de los mencionados opositores. Ríkov condenó la manipulación electoral del pasado 8 de septiembre y la “hipercentralización del país” en Moscú. El carismático Roizman se esforzó por demostrar que la democratización de los procesos políticos es una condición imprescindible para el desarrollo económico, “ya que solo quien puede influir en las decisiones se comportará como un verdadero propietario y mejorará su entorno”.
Después, con un gesto teatral, el recién elegido alcalde de Ekaterimburgo, se levantó y tendió la mano al gobernador de la región de Sverdlovsk (su reciente enemigo electoral): “enterremos el hacha de guerra y trabajemos juntos”. Poco después, se ausentó para presidir su primer consejo municipal.
Esta primera jornada fue tan interesante que Siria, la palabra que ahora mismo está en boca de todos, ni siquiera fue pronunciada.
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