Los conservadores rusos apoyan firmemente a Vladímir Putin. Fuente: Kommersant
Vitali, cuyo nombre no tengo que esconder, apoya sin reparos a Vladímir Putin. “Es la piedra angular de nuestro país, el mejor líder que hemos tenido desde Pedro el Grande”, afirma este ejecutivo de una empresa estatal de energía. Antes de que nadie dé por hecho que este joven de 28 años nació y creció en alguna región remota, me gustaría dejar claro que Vitali es oriundo del bastión del liberalismo pro Occidental: San Petersburgo.
Este joven es conservador cuando se trata de ideas políticas y religiosas, pero tiene una mente abierta en otros aspectos. Ha viajado por toda Asia y se esforzó por realizar una inmersión en las culturas locales, lo que resulta visible de su colección de fotos.
“Muchos países han conseguido que sus ciudadanos se cohesionen en la religión y esta identificación los lleva a la unidad por una causa”, dice citando el ejemplo de Malasia, que insiste en que todas las personas de etnia malaya son musulmanas.
“Así, si el gobierno federal insistiese en que todos los eslavos del país adoptasen la fe ortodoxa, Rusia se convertiría en un país realmente próspero”. Cuando le pregunto con un punto de ironía, Vitali responde que todos los rusos deberían convertirse voluntariamente a la fe ortodoxa y rechazar todos los “males” occidentales como las drogas y la homosexualidad. "Rusia fue una gran potencia en el siglo XIX gracias a la fe ortodoxa”, insiste Vitali.
Liudmila, también creyente ortodoxa, cree que la religión es una elección personal y tiene estatuas de Ganesha (divinidad hindú) tanto en su casa como en el trabajo. En lo que respecta a las ideas políticas, está convencida de que este gobierno solamente actúa en beneficio de Rusia.
“Rusia sería un desastre sin Putin”, dice, recordando los años 90. “Crecí en Voronezh en los 90 y recuerdo que tenía miedo de salir a la calle, incluso en pleno día”, dice Liudmila. “Mis padres trabajaban para una empresa gubernamental y a veces no les pagaban sus sueldos durante varios meses seguidos... ¿Acaso ocurre lo mismo ahora?”
Liudmila y Vitali insisten en que un país solo puede avanzar si hay un líder fuerte que gobierna con mano de hierro. Cuando les pregunté a ambos si estaban sugiriendo que Putin era un dictador, lo negaron. He oído todo tipo de cosas sobre los rusos que necesitan líderes poderosos como los grandes zares. “Hagamos que nuestro país sea poderoso y todo lo demás se arreglará”, dice Vitali.
Anna es otra rusa que apoya a Putin, a pesar de que “sus ideas se inclinan hacia Occidente” y de que vive en Europa. Afirma que realmente no hay nadie más que sea capaz de tener tanta capacidad de mando en un país lleno de lo que ella describe como "gente a la que le falta cualquier tipo de disciplina”.
Está de acuerdo con la opinión de que el caos reinante en la era de Yeltsin podría volver a Rusia si no hubiese un líder fuerte al timón. Arremete contra los liberales que encuentran defectos a todo lo que hace el presidente. “Esta gente cree ciegamente todas las opiniones de la prensa estadounidense... se consideran iluminados y no pueden ni pensar por sí mismos”. Insiste en que los medios de comunicación teóricamente libres y neutrales de Occidente están más sesgados que los canales de televisión estatales de Rusia.
Cuando se calma, Anna dice algo con lo que una gran parte de la sociedad rusa está de acuerdo: “El gobierno es el reflejo de la gente del país. Tenemos exactamente lo que nos merecemos”.
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