Un joven miembro del club “Morsas de la capital” antes de saltar. Fuente: Ekaterina Talovskaya
“Te lanzas al agujero… y el frío te oprime todo el cuerpo. Se te corta la respiración. Pero un par de segundos después empiezas a temblar” –así describen el proceso de inmersión en el agua los “hombres-morsa” de Moscú en la página web de su club.
Una joven del club “Morsas de Serebriany Bor” antes de bañarse en el lago Bezdonny. Fuente: Ekaterina Talovskaya
El agua helada es muy saludable, pero para los aficionados a estos baños tiene un sentido más profundo.
Natalia Seraya, directora del club “Morsas de la capital”. Fuente: Ekaterina Talovskaya
Gente de todas las edades y con distinta preparación física se baña en las aguas heladas. Entre ellos se encuentran deportistas de maratones para los que la natación de invierno es una forma de ir más allá de los límites humanos.
Baño en la calle Zhivopisnaya de Moscú. Fuente: Ekaterina Talovskaya
El miembro más joven del club “Morsas de la capital” solo tiene dos años, sus padres lo llevan a bañarse desde que tenía un año.
Miembro del club “Vympel” de Yuzhny Tushino durante el baño. Fuente: Ekaterina Talovskaya
Entre los “hombres-morsa” hay muchos que buscan tener una nueva experiencia religiosa en el agua helada.
Miembro del Centro de natación de invierno “Ciencia” durante un baño en los estanques Akademicheskie. Fuente: Ekaterina Talovskaya
También hay gente para quienes el salto al agua cada fin de semana es una especie de psicoterapia y un modo de restablecer el equilibrio emocional.
Baño en el lago Bezdonny en Serebriany Bor. Fuente: Ekaterina Talovskaya
Existen varias normas para los baños en el agua helada, las más importantes son los ejercicios de calentamiento y la necesidad de estar preparado mentalmente para el baño.
Agujero en el lago Bezdonny en Serebriany Bor. Fuente: Ekaterina Talovskaya
Después del baño es necesario quitarse la ropa húmeda, secarse las piernas y correr un poco.
El “hombre-morsa” Alexéi dándose friegas con nieve antes de bañarse en un agujero en la ensenada Bolshói Stroguinski. Fuente: Ekaterina Talovskaya
El cumplimiento de estas sencillas normas y el proceso sistemático de lanzarse al agua de forma gradual ayudan a los “hombres-morsa” a adquirir la práctica y el estado anímico necesarios.
Fuente: Ekaterina Talovskaya
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